Hombre en Tacones. La Oficina Parte 1

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SERIE UN HOMBRE EN TACONES

RELATO II. 

LA OFICINA, PARTE 1.

 

Este es mi segundo relato y agradezco a todos aquellos que me han leído y dejado sus comentarios. Para mí es muy importante conocer sus opiniones para seguir esforzándome en contar mis historias.

En esta ocasión les cuento lo que sucedió una vez en la oficina. La oficina para mí era el lugar donde pasaba la mayor parte de mi tiempo después de mi casa. Era por así decirlo un segundo hogar y, por supuesto, un sitio donde también podía usar mis tacones.

Como les comenté en mi primer relato, yo trabajaba como personal administrativo en unas oficinas en el centro de mi ciudad. Todos los días y sin excepción, aprovechaba que yo era el último en dejar la oficina para ponerme mis tacones por algunos minutos, los cuales escondía en el cajón de mi escritorio bajo llave. Ese día usaba unas sandalias blancas de tacón muy alto y fino que tenían dos tiras, una en los dedos de los pies y otra en el tobillo para sujetar mi pie. Las zapatillas eran muy lindas y sexis, y me venían muy bien. 

Me gustaba usar tacones sólo debajo del escritorio, pero al ver lo bien que se me veían estas sandalias me dieron ganas de caminar por todo el lugar, aprovechando que estaba sólo en la oficina. ¡Clac, clac, clac! Sonaban mis tacones con mis pasos.

- ¿Qué haces? -Me preguntó mi compañero Edgar al descubrirme.

Yo me quedé petrificado y mudo al ser descubierto por mi compañero de trabajo. 

- ¿Por qué llevas esos zapatos puestos? -Volvió a preguntar.

- Yooo… Puedo explicarlo. -Exclamé asustado.

- Qué vas a explicar si te he descubierto. -Dijo acusatorio. 

- No le digas a nadie por favor. -Supliqué.

- ¿Son tuyos los zapatos? -Me preguntó. 

- Si. -Respondí cabizbajo.

- Son bonitos. -Me dijo él. A ver, recuéstate sobre el escritorio. -Me pidió después.

Edgar me dijo que le excitaba mirar a las chicas en tacones y que mis pies se le habían hecho atractivos a la vista como si fueran de mujer. Me pidió que le mostrara mis zapatos, los cuales tomó entre sus manos y con sus dedos recorrió desde el fino tacón hasta las delgadas tiras de los pies. Acercó su rostro a mis sandalias y cuando menos lo esperaba, lo tenía lamiéndome los pies. Los lamía delicioso, dejándolos bien ensalivados por donde pasaba su lengua. Eso me excitó sobremanera y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

De pronto, él sacó su pene erecto y lo restregó contra mis pies, con los cuales empezó a masturbarse. Yo sentía su miembro caliente resbalar por mis pies ensalivados. Luego lo metió por entre el zapato y la planta de mi pie. No tardó en venirse y me lleno con su leche caliente los pies. 

- Ponte de pie. -Me ordenó. Quiero ver como caminas con mi leche embarrada en tus zapatos. -Me pidió después. 

Fue una sensación excitante caminar con su semen embarrado en mis sandalias, pero después sucedió algo que me excitó aún más.

- Siéntate en el escritorio y quítate el zapato. -Me dijo Edgar.

Así lo hice y tomó mi sandalia para acercarla a mi rostro y dármela a lamer y comerme toda su leche.

- Te veré el jueves a la misma hora. -Me dijo entregándome el zapato y me dejó sólo.

Aquí termina esta primera parte del relato, espero les haya gustado y nos leemos en la conclusión de mi historia. 

Hasta pronto.


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