EL BALNEARIO

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Los padres de Rosa y los padres de Jesús se reunieron a comer en casa de los primeros como cada domingo. En la sobremesa, el padre de Rosa le dijo a los padres de Jesús que deseaban hacerles una proposición que afectaba a Jesús.

- ¿De qué se trata? -preguntó la madre de Jesús, hermana del padre de Rosa.

- Nuestra hija necesita ir una semana al Balneario para tratarse la soriasis que padece y no podemos acompañarla porque no podemos cerrar el negocio. Sus amigas tienen otros planes o no quieren ir a un balneario. Ella no quiere ir sola y hemos pensado en que la acompañe Jesús, si estáis los tres de acuerdo, aprovechando la primera semana de vacaciones del verano. Nosotros los llevaríamos un domingo en el coche. Los gastos corren por nuestra cuenta, por supuesto.

Los padres de Jesús se mostraron de acuerdo si a su hijo le apetecía acompañar a su prima.

- Será muy aburrido ese Balneario, ¿no? -comentó Jesús.

- Si no quieres ir, no vayas, ya me las arreglaré -dijo Rosa, que esperaba un sí incondicional de su primo.

- En el balneario hay una animadora turística que se ocupa de que los clientes no se aburran, además de una gran posibilidad de excursiones por los alrededores -explicó la madre de Rosa.

- Te lo pasarás bien, y así cambias de aires. Una semana pasa enseguida -le dijo su madre a Jesús.

- Dile también que compartiremos habitación -le dijo Rosa a su madre.

El chico reaccionó enseguida al oír eso.

-Bueno, de acuerdo, iré.

- Es que no había más que una habitación doble cuando la reservamos, pero sois primos, y tú solo tienes 14 años, eres un niño. A tu prima no le importa compartir la habitación contigo.

-No hay problema, ¿verdad? -le preguntó a Jesús su padre.

El chico respondió con un movimiento de cabeza. Claro que no lo había por su parte, su prima tenía dieciocho años y le gustaba mucho. Pensó que sería muy emocionante compartir habitación con ella.

Llegado el día, los padres de Rosa llevaron a los chicos al Balneario en su coche, hora y media de viaje durante el que los primos no hablaron ni una sola vez, cada uno distraído mirando por su ventanilla. Comieron con ellos en el gran comedor del Balneario, les ayudaron a instalarse y luego se marcharon. En uno de los salones del Balneario la animadora turística reunió a unos cuantos clientes, se presentó, dijo que su nombre era Elisa y que su misión era procurarles entretenimiento durante su estancia allí cuando no estuviesen ocupados en los tratamientos de aguas minerales ricas en sulfuro, sílice, cloruro, sulfato, sodio y calcio. 

Jesús notó que enseguida se estableció una relación amistosa entre Elisa y su prima Rosa. Calculó que tenían la misma edad. Tras la presentación, la animadora quedó con los clientes en que a mediodía del día siguiente se verían en el salón y empezarían algunos juegos. 

Elisa y Rosa pasearon por los alrededores del Balneario seguidas a cierta distancia por Jesús. Ambas jóvenes no dejaron de hablar contándose sus cosas.

De regreso al Balneario, a eso de las ocho de la tarde, Rosa le dijo a su primo que se quedase en el salón leyendo alguna revista o periódico de los que había allí, y ya se verían a las nueve en el comedor para la cena. A Jesús no le pareció bien la idea, pero no dijo nada. Vio que su prima y la animadora marchaban juntas al hotel, situado enfrente del edificio de los salones y los comedores. Se sentó en una butaca del salón, miró un par de revistas y, solo y aburrido, decidió ir a su habitación. En ese momento, en el salón sólo estaba una familia, padres y dos niños, jugando al parchís. 

Subió en ascensor a la tercera planta, avanzó por el pasillo enmoquetado sin producir ruido con sus pasos y abrió sigilosamente la puerta. Asomó la cabeza y v vio a su prima desnuda sobre la cama, la animadora, desnuda también, tenía metida su cabeza entre las piernas de ella, las manos sobre sus pechos pequeños, haciéndola gemir de placer. Jesús volvió la puerta y se alejó de allí, salió del hotel y se sentó en un banco de la plaza que había entre el edificio de los salones y del hotel. Pensó que le esperaban unos días muy aburridos a cambio de que su prima curase su enfermedad y se divirtiera con la animadora. Pensó también que había sido muy tonto al aceptar acompañarla.


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