Ylliw (Parte 2/3)

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[... notó algo extraño: le faltaba un botón de su traje.]

Confundido y asustado, miró al suelo nuevamente en busca del botón extraviado  pero no se encontraba ahí, debía haber sido arrancado con fuerza, pues estaba fijado con pegamento y no cosido, Martin estaba intrigado. Se levantó rápidamente, se vistió y comenzó a buscar por todos lados lo que su amigo había perdido sin aparente explicación, sin embargo, no prestó mucha atención a este detalle ya que toda su preocupación se centraba en la búsqueda. Desarmó la cama entera con la esperanza de encontrarlo entre las sabanas, miró bajo la cama y sus alrededores. Nada. Decidió entonces buscar en otros rincones de la habitación, ¡debía hallarlo! Buscó entre los juguetes que estaban esparcidos en una esquina, en la caja con los juguetes guardados, entre la ropa, entre las cosas para el colegio que estaban en el escritorio, pero nada, estaba resignándose, sus ojos comenzaban a inundarse cuando, al mirar al suelo con la cabeza entre las manos en claro gesto de frustración, lo encontró: tirado junto al escritorio, donde se formaba por la noche aquella oscuridad insondable, aquella, donde se escondía el monstruo acechador nocturno. Un escalofrío recorrió toda su espalda, aunque sabía que durante el día allí no había nada, lo tomó muy rápido y se alejó para correr donde su madre a pedirle ayuda. Ella se molestó y lo llamó descuidado, le dijo que no jugara tan brusco, que era un juguete más delicado que el resto, le dijo muchas cosas que le molestaron, pero él no sabía arreglarlo así que tuvo que soportarlo; ni siquiera le preguntó cómo había ocurrido, sólo se limitó a sermonearlo mientras pegaba el botón con una pistola de silicona. Él ponía mucha atención a lo que hacía su madre, no así a sus palabras. Cuando estuvo terminado, Martin llevó a Ylliw a su cama y lo dejó recostado ahí durante toda la tarde para que se "recuperara" De pronto, recordó que por la mañana había despertado y que por tanto, había dormido, entonces comenzó a preguntarle a su amigo, qué había pasado, pero él jamás respondía. Así pasó el día, como cualquier otro, hasta que por la tarde llegó la hora de la siesta y aunque no tenía el sueño de costumbre se recostó de lado sobre la cama y abrazando a Ylliw, le dio las gracias por la primera noche de buen sueño que había tenido en tanto tiempo; cruzando apenas el umbral del sueño, donde los sonidos y sensaciones de deforman, le pareció oír un "gracias a ti". 
Descansó dos horas como cada día, pero esa tarde estuvo mucho más animado y hasta salió a jugar a la plaza para ayudar al descanso de su fiel amigo convaleciente. Llegó nuevamente la noche con todo su horror y estrépito de vientos y crujidos, y volvió a dormirse abrazado a Ylliw mientras le conversaba, esa vez tuvo un sueño. Soñó que despertaba en medio de la noche, como al principio, mucho antes de la llegada del payaso; era esa presencia que lo observaba y se acercaba lentamente, quizá reptando, quizá deslizándose por las murallas como una mancha profunda, viva y hambrienta. Pero esta vez no tenía ese miedo que le helaba los huesos y hacía retorcer los músculos, esa vez estaba su amigo y protector, quien se levantó de la cama con una suave fosforescencia azulada; tan liviano como un mosquito, parecía caminar por el aire y esperó, levitando justo sobre su cuerpo cobijado a que el monstruo apareciera para encararlo. Luego de emerger un instante a los pies de la cama y viendo que el niño no se encontraba solo, aparecía y desaparecía intentando acercarse a Martin, a lo que Ylliw respondía lanzando brillantes rayos que el niño identificó como hechizos sin nombre y que estallaban en miles de puntitos luminosos al chocar contra algo, sin romper nada; había un nuevo héroe de la luz para Martin. Ylliw saltaba, rebotaba en los muros y flotaba con la delicadeza de las semillas del diente de león, pero peleaba y lo defendía ferozmente, Martin lo observaba estupefacto, ahora sentado en la cama.

En un instante, el monstruo atacó con sus largas garras y un pequeño estallido de amarillenta luz brotó de la mejilla herida de Ylliw y cayó como gotitas de rocío, desvaneciéndose antes de llegar al piso, el cuerpo del payaso fue aventado hacia el otro extremo del cuarto.

...


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