MARIA DEL C.

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 María del C. Viaje a conocerla y nos reunimos en mi hotel. Nuestras manos comenzaron a desvestirnos muy delicadamente, besándonos, acariciando nuestros rostros, su cabello largo y lacio, su piel delicada y fresca, besé su cuello, y fui deslizándome lentamente hacia sus ricos pechos; sus pezones erectos, duros. Me recosté sobre mi espalda y ella sin esperar nada, se situó para un exquisito oral mutuo. Que vista tan magnifica, sus piernas a los lados de mi rostro, que al abrirlas y pasar una por encima me dejo ver su brillo de tan húmeda que estaba su vagina. Admire casi asombrado ese culo que había conocido en fotos y que ese día sostenían mis manos. Lo besé y lamí, tan lentamente como si fuera un helado, esa conchita olía a fresas, abrí sus nalgas y chupe su clítoris, jugando con sus propios jugos y mi saliva con mis dedos en su culito que se movía como deseando ser penetrado, lo lamí y chupé, hundiendo mi lengua en el al mismo tiempo María, gemía con mi verga en su boca, lamiéndola con una maestría y deseosa con gemidos y aullidos mudos sus pezones duros, acariciaban mi pelvis y panza dejando surcos de placer, sus brazos estirados aferrándose de mis pies, apretando su concha en mi rostro y yo sin vacilar lamiendo y chupándole sus nalgas, clítoris y culito. estuvimos así durante largo rato donde varias veces note una catarata de jugos viscoso en mi boca y mi verga a punto de explotarle en su boca, lamia y chupaba mis testículos, mordisqueaba mi glande con sus labios aguantándose de morderlos, esa boca disfrutaba, esa lengua sabía lo que hacía, esos movimientos de bajada y subida, eran cada vez más apretados y lentos.
-María del C, Quiero esa cola- le dije- Y se detuvo sin dejar de tomarme la verga con sus manos, me respondió: Eduardo, quiero sentir el placer de tener esta verga en mi culito- Sin mediar palabra alguna, se recostó boca abajo, abrió sus piernas como si ya supiera que debía hacer, me puse detrás , y abriendo sus nalgas con delicadeza, hundí mi boca en ese culo, húmedo por tantos jugos de su conchita, chupé y lamí, ensalive, sus manos acariciaban mi cabeza, arremetiéndome más dentro de su culo, fui dilatando ese rico lugar, con saliva, chupadas y de a poco metiendo un dedo, a medida que se veía que iba dilatando cada vez más, metía dos y por último el tercero. Ahí si, ella se abrió sus nalgas me incline sobre su espalda muy lentamente apoyándole mi glande en ese orificio casi virgen. El glande entro perfecto, muy lentamente fui hundiéndolo hasta que mi verga quedo por completa dentro de su culo. Sentía como me lo apretaba pero a la vez estaba aliviada, se la deje toda dentro y sin moverme le bese su cuello, lóbulos de sus orejas , mejilla hasta hallar su boca chupándole la lengua, mis dedos jugando con su clítoris y mi otra mano acariciaba su cuello y pechos me dijo casi susurrando: - Que verga más rica tienes!!- Con mi verga toda dentro de ese exquisito culo, comencé a moverme suave y delicadamente, al mismo tiempo que desprendía de ella gemidos de placer, y pidiendo más y más. No quería acabar, quería disfrutar de ese culo más tiempo, besándola y acariciándola, lo cual me dijo que le llene de leche, no me hice rogar y con unos movimientos un poco más elevados de ritmo, eyacule de tal manera que desbordo entre las paredes de su culo aun con mi verga dentro. Ese momento es indescriptible, oí como gritaba de placer ahogándolos en la almohada al mismo tiempo que me apretaba con más fuerza mi cuerpo en el suyo. Se la fui sacando lentamente mientras veía como mi semen se asomaba de su culito. Se levanto y fuimos juntos a la ducha, mientras nos besábamos nos dábamos una rica ducha abrazados y enjabonándonos. Apenas nos secamos y de tanto besarnos y acariciarnos, fuimos a la cama nuevamente ese preludio me encantaba, besarla lamerle y acariciarle, esta vez sin dejar de acariciar esa hermosa cola, ella boca arriba y mi verga en su boca, fui a su conchita rosada y muy jugosa, lamí , besé y chupé, deleitándome con cada sorbo de sus exquisito jugo, ese clítoris duro, acariciado por mi lengua y mordisqueado por mis labios, María arremetía mi verga en su boca, esta vez ella aferrada a mis nalgas dándome de nalgadas con suaves apretujadas. Levante sus piernas ubicándolas detrás de mis brazos, para tener ambos placeres en mi boca, su rico culito que hacia un momento había disfrutado y su rica conchita que ya estaba a punto para darle placer, moje, chupe y bese todo eso que poseía en mis manos y María la oía como ronroneaba como una gatita. Me enloqueció más oírla, aproveche que tomo un sorbo de aire sacando mi verga de su boca y exclamando lo rica que sabía y ubique mi boca en su concha dejando caer toda la saliva mezclada con sus jugos vaginales dentro de su vulva; me acerque a su boca, me tomo de mi rostro, mi cabeza y besándonos comiéndonos la boca, rozaba mi glande mojado en su humedad, que lentamente se abría paso y notaba como María se estremecía y retorcía a medida que mi dura verga entraba dentro de ella, besé y lamí sus pechos dejando hilos diminutos de saliva las cuales absorbí con hambre de deseo, ahogue sus gemidos en mi boca, sus manos en mis nalgas acariciándome en círculos y arañando mi espalda con sus yemas de los dedos, comió mi boca, comió mi lengua y le respondía a todos eso con suaves y prolongadas embestidas, hasta quedar con mi miembro quieto dentro de ella sintiendo como me aprisionaba ese trozo de carne caliente y muy mojado, ese ruido que provoca el movimiento rítmico de entrada y salida, dando círculos y arremetiendo, sentir su cuerpo caliente y sus manos recorriéndome, su boca comenzó a jadear y gemir más rápido, cuando sentí en mi verga una descarga de jugos frescos que se esparcía por mis testículos, se la dejaba quieta dentro y la besaba como si esa fuera la última vez que nos veríamos, volvía a moverme, esta vez con embestidas más prolongadas pero lentas, hasta que me quede quieto y explote dentro de ella. Sin quietarla, y pasados un momento mi verga aún estaba dura caliente y más mojada, con una leve picazón, así que fuimos por el tercero, esta vez más lento, disfrutando cada momento, cada beso de su boca. Deseaba amanecer al día siguiente así, abotonados, en cucharita besándole el cuello sintiendo sus manos en mi cadera. Pero llego la hora, luego de quedarnos en la cama mirándonos y besándonos de algún día volver a repetirlo. Nos levantamos nos duchamos y volvimos a su casa con una cena rápida y un buen vino que disfrutamos con sus hijos en una charla amena y divertida. María del C. la vi reír y la vi disfrutar, aun hoy siento un profundo aprecio por ella.


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