Viaje a Lanzarote. (Parte II)

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(Continuación de Viaje a Lanzarote. Parte I)

No hizo falta decir nada. Nos fusionamos en un largo beso. Profundo. Intenso. Mi lengua entro en su boca y se enlazo con la suya. Ambas lenguas danzaron dentro de su boca hasta saciarnos el uno del otro a la vez que sentía como acariciaba mi pene por encima de mi pantalón.

Cuando saque mi lengua de su boca fue ella la que continuó besándome, pero metiendo la suya en mi boca. Eso me gusto. Su iniciativa me sedujo. Que invadiera mi boca buscando mi lengua me calentó. Mucho. Mmm...

La combinación de los besos con sus caricias me puso muy cachondo, provocándome una ola de calor que recorrió mi cuerpo, intensificándose entre mis piernas, por lo que mi mano fue acariciando ahora sus muslos buscando su tanga a la vez que la otra acariciaba uno de sus pechos

Note como su respiración se aceleraba. Nos contagiábamos la excitación. Abrí los botones de su blusa. Y bese sus pechos por encima del blanco encaje. Note como endurecían sus sensibles pezones. Mi lengua los lamio sobre la delicada tela y notaba como se ponían erectos.

Mi mano noto su humedad sobre la fina tela del tanga. Lo aparte a un lado. Y empecé a explorar su vagina. Con cuidado. Estaba mojada. Pude ir metiendo despacio un dedo a la vez que se me mojaba de sus jugos. Eso me permitió meter un segundo dedo. Esta chica era puro sexo. Estaba tremendamente excitada. Después de moverlos muy despacio hacia fuera y adentro masturbándola saque los dedos y acaricie suavemente su clítoris. Haciendo círculos. Hacia arriba. Y abajo. A la vez que los besos eran cada vez más intensos y húmedos. Muy húmedos...

Ella no perdió el tiempo. Aflojo mi cinturón, bajo mi cremallera, metió su mano bajo mi bóxer y saco mi pene. Joder que sensación más gustosa fue sentir su suave mano sobre mi polla y notar sus suaves caricias

Me tenía a mil. Me estaba gustando lo que me hacía. Su mano solo me rozaba. Acariciaba mi sensible piel con las yemas de sus dedos. Me estaba enloqueciendo esa caricia tan delicada. Yo deseaba más contacto. Que abarcara todo el tallo de mi pene. Desde abajo hasta mi glande. Pero lo que me hacía... la delicadeza y la dulzura que empleaba en su caricia me estaba matando. Mmm... tuve que ahogar mi jadeo besándola.

Luego paso a acariciarme con toda su mano. Realmente ahora empezó a masturbarme, aunque muy muy despacio. Los dos nos dábamos placer con nuestras manos y acallando nuestros gemidos con largos y húmedos besos.

Llego un momento en el que ella empezó a tensarse. A temblar. Apretaba mi polla con fuerza. Insistí en mis suaves caricias sobre su clítoris. Y note como su mano se posaba sobre la mía apretándola contra ella. Y exploto en un orgasmo tremendo. Ahogó su jadeo contra mis labios a la vez que se tensaba su cuerpo y estrangulada mi pene con su mano. Fue tremendo verla así. Sentirla correrse bajo mis caricias y regalarme su silencioso orgasmo de aquella manera.

Una vez que su pecho pareció relajarse después de su explosión de placer saco la manta de encima de mis muslos y acerco su cabeza a mi entrepierna. Me tenía a tope. A puntito de correrme. Su mano me había masturbado a conciencia. Pero cuando sentí que desaparecía el contacto de su mano y era sustituida por la punta de su lengua sobre mi glande fue una sensación maravillosa. Volvía a repetir las suaves caricias que había hecho antes con la punta de sus dedos. Pero ahora sentía la humedad de su lengua recorrer todo mi pene. Dios santo que gusto me daba esta chica. Mmm... tenía que tener cuidado de no expresar en voz alta mis gemidos. Acaricie su melena castaña mientras se la metía en su boca. Esa calidez. La humedad de su saliva. Me estaba llevando al séptimo cielo. Mmm... y así siguió durante unos minutos que me parecieron eternos. Jugaba a la vez con mis testículos. Los acariciaba. Me los chupaba para luego volver a mi pene.

¡Dios mío! ¡Que gusto!

Me volvía loco.

Siii. Hasta que ya no pude más. Estaba a puntito de correrme. La avisé.

-Me falta poco- le susurre.

Asintió con su cabeza sin parar de chuparme. Hasta que empecé a sentir esa maravillosa sensación que es sentir como empieza a salir el semen de mis huevos, discurre a lo largo de mi pene y explota saliendo en varios chorros que se estrellaron en su paladar. No paro de chuparme hasta que no salió más y quede rendido.

Luego pude ver su sonrisa con una gota en la comisura de sus labios. Le pasé la mano por su mejilla y la atraje hacia mí para besarla. Ahí vi de nuevo el brillo de esos ojos cautivadores.

La besé intensamente. Intensamente agradecido por el placer recibido.

Aprovechamos la semioscuridad para cerrar un rato los ojos y relajarnos después del caliente encuentro.

Lo que sucedió en el hotel de Lanzarote esa noche formará parte de otra historia.


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