MI MISMO PARTE 3

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He perdonado, he justificado, he comprendido e incluso he tolerado. Pero con el tiempo las decepciones pesan demasiado. Pero no pesan las decepciones en sí mismas, sino el tiempo que se necesita para superarlas. No pesan las personas equivocadas que conocimos en nuestras vidas, sino los pedazos de nosotros que hemos perdido a causa de ellas en el camino para reconstruirnos. Tampoco pesan las lágrimas derramadas, sino el doloroso recuerdo de no haber podido detenerlas, sabiendo que esas lágrimas no eran merecidas.

Y si por una pizca de alegría corresponde una pizca de amargura, si por cada cosa que se pierde algo se gana, significa que una inevitable dualidad dirige nuestros destinos hacía la naturaleza de nuestras vidas y empuja a la parte opuesta a completarla, y nuestra manera de actuar está definida y dominada por las leyes de la naturaleza.

Solo el hombre que sabe deshacerse de cualquier cosa y de cualquier tipo de apoyo en todos los momentos. Solo el hombre que conserva la capacidad de ganar o perder dependiendo de cómo gira la ruleta de su vida.

Solo el hombre que a pesar de los golpes recibidos y las cicatrices quizás aun abiertas conserva dentro de sí el brillo, el optimismo y el entusiasmo; solo aquel hombre no podrá nunca ser parte de la multitud porque encarcela dentro de sí el alma del individuo.

Pero si un hombre es idéntico al del día anterior, sin haber advertido ningún cambio dentro de sí, sin haber sentido deslizarse pensamientos extraños e inconfesables, golpes de locura, sueños irrealizables, ilusiones fantásticas o acciones incoherentes. Si ese hombre nunca ha puesto en duda sus pensamientos, sus acciones, las certezas afirmadas y defendida, entonces su vida es plana, común, banal, aburrida, y la evolución interior de su alma se ha rendido pasivamente.

Si los sueños y las ilusiones que animaban tus noches son solo recuerdos del pasado, la vida no se renueva y se convierte en rancia, estanca, se petrifica, y el pensamiento luminoso se trasforma en una mosca que da vueltas dentro de una botella vacía. Tienes que apoyarte a ti mismo y creer en tus fuerzas, porque son las únicas que pueden apoyarte cuando todos se irán.

A menudo dicen que lo que se deja atrás no importa, el pasado no importa, y muchos viven plácidos y tranquilos con esta convicción demencial. ¡Yo, en cambio! Creo que lo que hemos vivido cuenta y mucho. Y no es cierto que no debamos mirar hacia atrás, tenemos que hacerlo, para recordar el tiempo vivido, las emociones que sentimos, la gente que conocimos. Para entender el por qué, hemos pasado por lo que vivimos. Para recordar las razones que nos llevaron a donde estamos, y lo que hemos llegado a ser. Y recordar también y sobre todo lo que nos hubiera gustado olvidar, para no volver a cometer los mismos errores.

No hay días inútiles. Cada día tiene su valor y su razón de ser. Su razón de existir. Y cada minuto, cada momento, cada instante, nos deja algo. Incluso las lágrimas derramadas, son la prueba de que un día, un corazón estaba latiendo intensamente.

Como sucede a menudo en la vida, a través de lo que al principio podría haber parecido un error, se puede alcanzar la verdadera felicidad para convertirse en un hombre libre.

Y no hablo de esa libertad que te permite hacer lo que quieres. Hablo de esa libertad de estar en paz contigo mismo, de respirar profundamente, y de no sentir la amargura y el dolor que has vivido. La libertad de vivir sin tener que pisar a nadie. La libertad de ser feliz con lo que eres y tienes en tu sencillez. La libertad de amar pocas cosas y pocas personas, pero amarlas de verdad. La libertad de haber cometido grandes errores a tus espaldas, pero una conciencia serena de haberlas reconocido, nunca negado y superado.

Grandes hombres no se nacen, nos convierte el tiempo, cerrando fuertemente en nuestro corazón los valores y principios que nos han sido transmitidos y que nunca hemos olvidado. Un gran hombre no ignora, no se esconde, no miente, no pisotea y no quiere pasar por encima de nadie, porque sabe que es él mismo, un individuo libre, lejos de la multitud.

Y el alma pregunta.

                   

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                                GRACIAS

 


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