La mañana siguiente

Durante el corto trayecto desde la casa al trabajo, Eva lo observa caminar mientras recuerda algunas escenas de la noche anterior.
A la altura de la calle donde suelen desayunar, Gonzalo se detiene y le pregunta:
- Vas a desayunar allí (frente a la oficina).
Ella entiende que debe hacerlo para así encender ordenador, quitar el contestador, etc y luego ir a desayunar. Responde que sí. Se alejan sin mirarse., cada uno planeando el futuro como si fuese éste fácilmente modificable.
Gonzalo espera su tostada de siempre con el café casi frío, pues ya lleva unos diez minutos, lo cuál empieza impacientarlo aunque siempre queda satisfecho con esas tostadas.
Mientras tanto, Eva enciende las luces de la oficina y el ordenador, abre la ventana y se dispone a tomar sólo un café en el bar de la misma calle donde trabaja, pero con prisa., pues prefiere salir pronto de allí, hay demasiado ruido.
Al volver, Gonzalo esta sentado en el puesto de ella repasando minuciosamente cada email nuevo y del día anterior. Empieza a hacer preguntas sobre algunos asuntos a los que Eva responde sin muchas ganas de hablar, ya que el tono de él no era aquella mañana lo que se dice simpático.
- Estoy muerto, esto no puede ser.
- Te duele la cabeza?
- Sí.
- Quieres una aspirina, un café sólo,..?
- No., quizás luego.
Eva  busca su mirada para asegurarse de que no esta enfadado con el mundo (ella incluida) como suele pasar cada vez que han estado tomado copas la noche anterior. Pero no ha conseguido aún que la mire fíjamente y termina preguntándoselo:
- Por qué no me quieres mirar?
- No me pasa nada.
- De acuerdo.

Gonzalo se levanta buscando el móvil en su bolsillo, intentando recordar el nombre de alguien a quien tenía que llamar para concretar la hora de su visita. Se marcha casi sin decir nada. Ella comienza a trabajar sin poder evitar que su imaginación vuele huyendo de ese día tan largo que le espera, y como siempre, pensando en la vuelta de su jefe.