Egoísta

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Hola. Dejad que me presente. Mi nombre es: Venancio. Venancio Marín Orriaga. Tengo treinta años, he vivido en una granja toda mi vida y mi padre dice que tengo la mirada muerta de una vaca. Y os preguntaréis a que viene eso. Es normal. Siempre he estado un poco en babia. Pero os aseguro que he visto de todo. A los diez años mi madre nos abandonó porque yo le daba grima. Pero la culpa es suya. Lo primero que recuerdo de mi infancia, es haberla visto engañando a mi padre con otros hombres. Por aquel entonces no lo comprendía, ya que no estaba seguro de lo que estaba pasando. A día de hoy lo que no comprendo es como ningún ser vivo podía estar dispuesto a destrozar un matrimonio por una mujer desagradable a los cinco sentidos, y que coño… que se salía por los dos lados de la cama. Todo sea dicho. Y no de una cama normal, si no de una de matrimonio. Supongo que tampoco es tan raro. Creo. La gente es horrible. En general todos somos así de alguna manera. Creedme, soy muy observador. Jamás en mi vida he actuado, y a la mayoría de la gente le doy miedo, pena, o eso, grima. Se piensan que soy retrasado o algo. Y no les culpo. Yo no pongo mucho de mi parte. Pero he visto cosas horribles. El egoísmo del ser humano no parece conocer límites. La mayoría estamos dispuestos a lo que sea con tal de satisfacer nuestros instintos. Nos dan igual los demás. Al menos generalmente. He visto a personas sin piedad engañar a sus parejas, como si no significaran nada. He visto a siervos de dios masturbando a sus monaguillos. El alcalde me invitó a cenar con el dinero del pueblo. Y créeme qué fui. Contrató a un familiar para que arreglase el asfalto de la calle Juárez, y se embolsó la diferencia para sí. Después me quiso invitar a coca y putas, pero no se lo acepté. Menos aun cuando sabía que lo único que le interesaba es comprarle a mi padre la granja. Que por cierto consiguió extorsionando a una familia a la que la mafia para la que trabajaba “ofreció” protección. Nadie es trigo limpio. Mi antiguo mejor amigo violó a una chica inocente, que se habría acostado con él por las buenas, ya que lo pretendía, si tan solo hubiera tenido más paciencia y menos alcohol en vena. Esa misma chica robó la caja del bar de Manolo y se dedicó por años a las pequeñas y no tan pequeñas estafas dentro del pueblo. El policía que detuvo a mi antiguo mejor amigo trapichea con los camellos del pueblo, a cambio de dinero y droga, y Manolo, el del bar, los deja vender drogas en su local, por una comisión. Probablemente todo lo que os cuento no es nada, comparado con lo que podría contaros si hago memoria, pero es que si lo hago me deprimo. Así que entenderéis que, esta mañana, cuando fui a comprar pienso para los cerdos, y vi que el vendedor me había cobrado de menos, mucho de menos, no le dije ni pio. Pero es que ese hijo de puta maltrata a mi hermana, con la que está casado. Pero bueno. Ella a la vez me atizaba con una tubería de hierro en los huevos para que no la mirase. Me culpaba por lo de mi madre. Ya no sé qué pensar, la verdad. Tal vez un buen gesto pudiera cambiar las cosas. Pero no será obra mía. Yo tan solo seguiré observando el mundo con esta mirada muerta de vaca.


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