Yo los vi

Yo los vi enamorarse.

Yo veía cuando él llegaba a la calle y le hablaba por teléfono para que ella saliera, seguro que le daba pena tocar a su puerta. Un corto abrazo era su recibimiento, pero yo veía como cerraban los ojos.

Yo los vi aquellas tarde de diciembre, juntitos para darse calor, intercambiando caricias aparentemente desinteresadas mientras contemplaban las estrellas que poco a poco se iban dejando notar; así como comenzaba a notarse que entre ellos había un amor más allá de la amistad.

Yo los vi distanciarse cuando ella hablaba de alguien más, él miraba al cielo como buscando respuesta a su sentir. Luego, como todo lo que se va y regresa multiplicado, sus visitas eran casi diarias y terminaban a altas horas de la madrugada. Sólo eran ellos tumbados en la banqueta, viendo la noche, riendo y compartiéndose a sí mismos.

Yo los vi besarse por primera vez, cuando ella descansaba sobre su hombro y un aparente mal movimiento los obligó a unir sus labios. Aquella noche las estrellas se notaron tanto como ellos se demostraban lo que callaban.

Yo vi cómo él dejó las llamadas y se acercaba directo a su puerta para recibirla con un cálido beso.

Yo los vi jugueteando, tomados de las manos, sus largos besos y cada sonrisa que se dedicaban. Leía en sus labios sus planes a futuro. Ella hablaba de una casa en medio de la nada, con muchos árboles y yo en serio que podía visualizarla sentada frente a su escritorio mientras él, en otra habitación, componía notas para su amada.

Yo vi como su amor se fundió en la oscuridad, los vi cambiar y evolucionar, pero no juntos.

Una tarde, él no llegó ni ella salió. Las estrellas apenas brillaban, la noche se pasaba lento; era como si la vida esperara que ellos se encontraran una vez más.

Pero yo nunca los volví a ver.