Mi primer motel... (A los 28 años, mi historia real) Parte 2.

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Nuestros cuerpos no aguantaban un segundo más, y ambos nos desprendimos de nuestros pantalones. Poco a poco comenzaba a percibir el aroma de su sexo, el cual me volvía loco, tan loco como un niño que recibe el regalo que siempre esperó. Suelto el pezón que estaba entre mis dientes, y comienzo a bajar; mi lengua saboreaba todo su cuerpo, mientras mi mano izquierda me pedía que jamás me separara de su seno derecho. Ella respiraba agitada de placer, a la vez que emitía unos gemidos que parecían que se iban directo a mi miembro, el cual se ponía cada vez más y más duro.

Y continuaba bajando, y mi lengua sedienta de amor le hacía un guiño a su ombligo. Poco a poco me acercaba a ese calzón negro y elegante, que ocultaba lo más sabroso de la noche… No aguanté más, mi nariz se fundió en esas bragas mientras mi boca desesperada estaba en llamas. Me alejé de ella, tome su calzón y se lo desprendo del cuerpo; una vez afuera lo tiré lejos, tan lejos que se perdió en la habitación… Fue en ese momento en que estaba desnuda frente a mí, y no había otro camino más que el dejarnos llevar por nuestros instintos más carnales. Me abalanzo sobre su sexo, siento y disfrutaba su sabor mientras mi lengua masajeaba con delicadeza su rico clítoris. Lo seguía masajeando mientras ella apretaba todos los músculos de su cuerpo, gimiendo cada vez más rico. Con cada segundo que pasaba, mi bóxer hacía más presión contra mi miembro viril, este ya no aguantaba las ganas de poner juntarse con ella, de poder sentirla en todo su esplendor. Rápidamente suelto su clítoris y voy en busca del condón… Con cierta cuota de nerviosismo rompo el envoltorio de este, lo saco y lo acomodo sobre mi pene en llamas (ufffff). Ya no había vuelta atrás. Ella tendida en la cama, y yo casi con la rapidez de una gacela, me pongo sobre ella. Con cuidado me empiezo a acomodar ya que no aguantaba el poder estar dentro de ella. De pronto siento su vagina delante de mi pene, y con un suave movimiento logro entrar en su ser. Mi corazón bombeaba a mil por hora, mi excitación estaba al máximo y con un suave movimiento de caderas, termino de entrar hasta el final.  Ella exclama de placer, la sentí completamente mía, mientras mi pecho se apretaba de placer. Seguimos asiéndolo mientras yo entraba y salía cada vez más rápido. Con cada movimiento nos poníamos más calientes y ella era una máquina de expulsar líquidos desde su ser, ¡Que rico se sentía ese olor, esa sensación, ese coñito! Mientras la penetraba, acariciaba sus pechos y sus pezones. Ella se retorcía de placer, y nuestros sonidos eran la orquesta perfecta para aquella noche de desenfreno. Seguíamos y seguíamos, nada a nuestro alrededor importaba. Comenzamos con nuestras cabezas hacia la cama, y cuando me di cuenta, nuestras cabezas ya estaban a los pies. No nos habíamos dado cuenta de lo que estábamos haciendo. Nuestros cuerpos se comenzaban a mojar de la transpiración y nuestra respiración era un signo que estábamos en pleno éctasis. No se cuánto tiempo pasó, pero fue el suficiente para que mi morena me dijera, “para”. Yo estaba dispuesto a hacerlo, pero mis ganas de continuar no… ¿Estás segura de que quieres que par? Al no escuchar una respuesta concreta, volví a entrar y seguí con esos movimientos que me hacían gozar cada sensación que había vivido esa noche. Quería sentirla más, quería estar dentro de ella en cuerpo y alma, pero algo me faltaba… Seguía dando más de mí, ella seguía recibiendo todos mis movimientos, expresando un nivel de placer que más me excitaba. De pronto saco mi pene de su sexo y noto que el condón está puesto solo hasta la mitad de mi miembro. En ese instante pierdo todos los cabales y termino de retirarlo; no porque fuera irresponsable, si no que mi calentura no daba para más… Vuelvo a entrar y comenzamos de nuevo… Mas aceleraba el rito y mi morena más gemía y gemía… Yo me volvía loco con los sonidos, los olores, los sabores, nuestra transpiración… Que rico, Camyl, mira lo que nos perdíamos desde hace tanto tiempo, no sabes cuánto te anhelaba, cuanto te deseaba, cuanto me excitaban tus besos y ahora eres mía -Eso le decía al oído mientras mis movimientos eran más fuertes hacia ella-. Ya no podía más del placer… Oh, Camyl, que rica estás, tu cuerpo, tu piel… Ohhhh… Ohhh… Me quiero ir, Camyl… ¿Puedo hacerlo?... Si… Al escuchar su respuesta, fui con todo, apreté su trasero contra mi ser y empujé lo mas fuerte y rápido que pude… Oh… Hasta que llegó el momento de placer máximo… Y derramé toda mi energía dentro de ella… Ya no había vuelta atrás... Yo era de ella y ella de mí. Nuestros líquidos se fusionaron dentro de ella, en señal de confianza, amor, pasión y locura…

Fueron don veces, y la segunda, fue mucho mejor que la primera… No me imagino que hubiese pasado una tercera… Las ganas no me faltaron…


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