Rojo y Verde

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Todo empezó como una película de súper-héroes.

En el instante en que los operarios del ayuntamiento lo levantaban, un misterioso estampido, fruto de una sobrecarga eléctrica, resonó en la avenida. Todos se miraron con extrañeza, nadie estaba herido. Prosiguieron con su trabajo.

Desde el primer momento fue consciente de su propia existencia. Estaba obligado a ponerse de pie con un traje de luces  rojas  hasta que una señal le indicaba que debía descender y situarse con traje verde en pose de caminar. Al poco, otra vez tenía que subir e iniciar la ronda. Así, jornada tras jornada, el tedio le podía.

Una mañana, un gitanillo se apostó a su lado. Pedía unas monedas a cambio de una rápida limpieza del parabrisas. Le acompañaba un transistor que el chaval ponía a todo volumen. A partir de aquel bendito día su jornada cambió de forma radical. Desempeñaba su trabajo con alegría mientras escuchaba una canción de los Beatles, de Perales, una rumba...

Cuando estaba convencido de que un niño determinado le miraba, se ponía a hacer bailes y monerías hasta que se dibujaba una sonrisa en el rostro del pequeño, entonces, con una reverencia, volvía a su monótonas poses.

Aquella mañana, los mismos operarios que le colocaron a él, cambiaban el poste que tenía enfrente.  Se llevaban al que había sido su compañero colocando uno nuevo. Esta vez con una figura femenina.

Era elegante y delicada. Tan sosa como el que se habían llevado, pero tenía una forma de posar que le conmovía. ¡Estaba enamorado!

Intentó llamar su atención con bailes y saltos. Incluso se subió a la bicicleta que tenía cerca. No parecía muy afectada.

Como no tenía un led de tonto y conocía el sistema de cableado, se había atrevido a estar unas horas, las nocturnas, junto a esa figura de mujer.

Era ella o la música. No podían estar a la vez. Entonces…

¡La secuestró!

Fue así como surgió el primer semáforo con dos figuras, hombre y mujer, de la mano.

Irónicamente, ella no daría a luz jamás.

Si se fija el lector, puede que descubra en una de estas parejas, como el hombrecillo da algún salto, baila y saluda a los niños cuando cree que nadie le mira…


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