Lo que me pasa a mí... me pasa.

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me encontré  con grandes personalidades que, asistirán al mismo congreso que yo, a lo lejos, entre la multitud reconozco a una gran compañera de universidad, una chica muy ecléctica y divertida, conciliadora, discreta, así la recordaba yo. Cuando se percata de mi presencia pega un grito a viva voz:  ¡DANA! corriendo sale en mi búsqueda por el hotel como una cabra,una actitud nada propia en ella, yo no sabia si reir o llorar, alegrarme o huirle, bueno, lo cierto es que, en la charla que tuvimos antes de quedar para cenar por los alrededores del hotel, me contó que se había divorciado de chucho, el gran amor de su vida, después de veinticinco años idílicos de matrimonio, se fue al tibet unos años,  él se fue a la mierda. Luego  regreso, se hizo boxeadora, decidió probar suerte, tuvo una noche loca con una chica le gustó y ahí está, en un mar de dudas.  Aunque este no es el cuento, debía documentarlo. Vamos a lo que íbamos, terminamos el congreso y nos vamos a comer exactamente en la calle lungo mare alfeo, en una terraza con unas vistas al mar verdaderamente impresionante,  mágnifica comida, entremeses que quitaban el sentido y un vino exquisito, hasta aquí todo bien. En una mesa a nuestro lado, se encuentra una pareja de ingleses con una muy buena química, envidiable me atrevería a decir, desprendían muy buen rollo, el chico, llama al camarero y le ordena traerle una langosta pero, viva en un cubo con agua, el camarero entiende perfectamente lo que le han ordenado, se dirige a la cocina a llevar la comanda, al momento tenía su langosta tal como la había pedido, fue un momento en donde todos los comensales estábamos expectante ante el genuino requerimiento, el chico pone el cubo encima de la mesa, saca un llavero nautico con el anillo de matrimonio se lo enseña y le dedica unas palabras tirando la langosta al mar, fue un silencio mágico parecía que todos fuésemos parte de la !historia!  Hasta que se rompió el silencio, cuando el dueño de amplia contextura, (muy amplia) del restaurante salió vestido de cocinero, amargado y con una borrachera que se iba de los lados! sale del restaurante diciéndole al cliente de la langosta literal: ¿Qué haces subnormal? El cliente no se aguantó, y rompió todas las botellas de vino, que tenía celosamente seleccionada el cocinero de amplia complexión, para su uso y disfrute, y mi amiga, ni corta ni perezosa, defensora de todas las causas y boxeadora (que no se olvide) le arreó al cocinero un bofetón, pero un señor ¡bofetón! la verdad, que sonó y ¡fuerte, pero fuerte de verdad! se metieron otros clientes a defender o a dar, y en fin todos a la policía.... y todo por poner el cubo en el mantel, que estaba viejo y roto. moraleja: Cuando veas a una amiga después de unos cuantos años huye, no vayas a terminar detenida.  Aunque debo admitir, que me encantó verla!  Pero con todo y todo, lo volvería a repetir, aunque se haya liado lo que se haya liado por una langosta o por un mantel...  ¡Hasta la próxima!

 


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