Un extraño

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Estaba molesta, tal vez por la ruptura amorosa que tuve hace una semana. Me sentía sola y confundida.

Por ello cuando llego este joven, no tanto para mí, de edad innecesaria de revelar, pero sensual con mirada seria y fuerte para mi gusto me sentí intimidada; la forma en que me miraba, no veía mis glúteos o senos como los demás, veía mi boca, cabello y ojos.

Mi mirada evitaba el contacto visual, mis sentidos se aceleraban con tan solo escuchar su voz.

Él hablaba por teléfono, aparentemente con alguien de su trabajo, le ordenaba que gestionara una mercancía.

Me intrigo lo que decía, pero no tanto como para olvidar lo que sucedió la semana pasada; así que no preste atención y seguí mi camino.

Un día coincidimos en una reunión, era el mayor evento del año en conmemoración al fundador del pueblo.

El hecho de que me viera sin decir nada me puso tan nerviosa que comencé a beber como loca.

Me distraje y sentí una mano tocando mi cintura, diciendo: no me gusta que tomes así.

El pulso me tembló, las manos me sudaban, y mi mirada solo bajo. Lo que sucedió me gustaría citarlo,

El: - Mírame -.

Yo: - ¿Para qué? - Dudando sobre qué hacer.

El: - Quiero verte -.

Yo: Subí la mirada detallando su porte, era dominante en todo aspecto y su tono de voz denotaba determinación.

Me tomó por la mano y sin preguntar lo seguí...

De allí en adelante las palabras sobraron; me llevo a un salón con aires de oficina y me retiró un mechón de cabello que rosaba mis mejillas.

Las tiras de mi vestido solo resbalaron entre sus manos; temía preguntar ¿Por qué yo? ¿Por qué me había escogido a mí? A quien hace unas semanas atrás le habían dicho que no valía la pena.

Pero al ver su pecho descubierto me inmute, no era bello, pero si muy bien parecido. Quise parar antes que llegara a mis bragas así que le di una bofetada.

Me sujetó por mis manos y con violencia me coloco contra una pared, sus labios rosaron mis cabellos, mejillas; hasta lograr un beso, lento pero deseado.

Mi cuello fue el camino hacia la gloria, sabía que mis pechos eran mi debilidad; al notarlo comenzó a bajar (En ese punto sujetarme las manos ya no tenía sentido) y rozó su lengua con mis pezones.

Mi sorpresa fue la forma en la que roso sus manos con mi cintura y pelvis.

Avergonzada, y sonrojada no lo soporté y me masturbé. Pero no le gusto que no fuesen sus manos lo que me llevara al placer.

Abruptamente me volteó y me nalgueó... para mi sorpresa solté un gemido.

Se sacó su pene y solo rozaba con mi entrepierna, diciéndome que le dijera cuanto lo deseaba.

Fue en el escritorio donde cogimos duro; me lamía los pezones mientras me penetraba. El éxtasis fue al colocarme boca abajo contra el escritorio, abrió mis piernas y sentí como al correrse yo lo gozaba. 

Al terminar toco mi vagina y se metió los dedos a la boca; sonrió diciendo "Dile a tu ex que muchas gracias por darme esta oportunidad".

 


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