Mama, dejame a mi III

Por
Enviado el , clasificado en Reflexiones
600 visitas

Marcar como relato favorito

La música habla de un amor imposible. Yo, a mi vez, soy a la vez hombre y mujer, la música habla de una atracción más allá de lo entendible, la canción habla de un amor épico entre dos opuestos y como uno es luz y calor y la otra es frío y oscuridad. La música describe como a él le gusta hablar y la ostentación y como a ella le gusta el silencio y la tranquilidad. Y aun así, aun que a plena luz del día parece que su amor es imposible, los amaneceres y los atardeceres son increíbles, son momentos de fusión, de mezcla sin necesitar analizar, ni entender, una unión más allá de las almas, de los cuerpos, una unión atemporal, porque realmente, aunque parecen diferentes, aun que parecen opuestos, en realidad son uno. Y, en esos momentos, de fusión perfecta es cuando se juran amor eterno. En esos momentos de unión perfecta, es cuando confían en que encontraran la manera de estar juntos, y amarse, manteniendo su diversidad, manteniendo quienes son, y a la vez, mezclándose con el otro. El uno le jura amor eterno a la otra, y ella sonríe asintiendo y sabiendo que están el uno por el otro, sin saber, cómo es eso posible, hay disputas, hay dudas, hay celos, y también momentos perfectos de conexión perfecta, donde la comunicación fluye, donde las palabras sobran, donde los movimientos están sincronizados, por que ambas mentes son una, y ambos cuerpos son uno también.

Ambos aceptaron quienes eran, y como a ratos, durante el día, él era el predominante, y como durante la noche, ella lo era, y, sobretodo aprendieron a disfrutar y honrar, esos momentos de conexión perfecta al amanecer y anochecer. Aprendieron a vivir, confiando en el futuro, en un momento perfecto, que los ayudará a hacerse uno, a fusionarse de forma permanente.

Y, como en todas las historias de amor, sobre todo en las más bellas, ese día llegó. Una día, estando el fuerte, de repente la luna entró, era un eclipse de luna durante el día. Y allí donde había luz, había luz y oscuridad a la vez. Él miro alrededor y vio luz y oscuridad, y en la oscuridad la encontró a ella. Y ahí lo entendió, realmente ya eran uno, siempre lo habían sido. Y lo que les había faltado era entenderlo, era darse cuenta. Lo que les había faltado era verse a sí mismos. Y durante ese momento perfecto, de eclipse de sol, ambos lo vieron, y se aceptaron como el ser único que son. Y al aceptarse él, aprendió a verla a ella en las sombras del día, y ella aprendió a verle a él en la luz de la luna y de las estrellas. Y cuando más se vieron, el uno, en donde la otra, más apreciaron, que realmente el día no es el territorio de la luz, ni la noche es el territorio de la oscuridad. Aprendieron, que todo es amor, todo es el territorio del amor, que esa es la única realidad inmutable y que allá donde hay luz, es por que también hay oscuridad, que para que haya luz, tiene que haber oscuridad. Y para que haya oscuridad, tiene que haber luz. Y la fusión entre ellos, cada vez es más fuerte, estable, palpable y duradera. Ya eran siempre uno y en ocasiones, durante el día él cuidaba de ella, y en ocasiones, durante la noche, era ella quien cuidaba de él. Y además, al uno cuidarse a sí mismo, cuidaba de la otra, y al revés, porque eran amor puro y como tal, todas las acciones derrochaban amor y el amor inundaba. De hecho, el amor inundaba tanto, que no sólo les afectaba a ellos, todos los seres de su alrededor se enamoraron de la vida, y empezaron a quererse tanto que el amor era palpable y rebosaba en todas las acciones y en todas las decisiones y hasta cuando decidían no hacer nada, el amor estaba presente.

Esa es mi canción, esa es quien yo soy. Ahí sigo yo bailando, realmente yo soy la música y la bailarina y los amantes de la canción. Me sé en la pista de baile, me sé ganadora de las olimpiadas, me veo haciendo la representación de honor, puesto que he ganado las olimpiadas y me han pedido que la repitiera. La segunda vez, en la pista todo el mundo, tanto el jurado, como los espectadores y hasta los otros bailarines bailaron conmigo; mientras en casa y en los bares, los que seguían el espectáculo, se sintieron contagiados también, y todo el mundo bailaba.

De hecho, como si de una película a cámara rápida se tratara, sigo viendo pasar mi vida y veo como la canción y el baile, se han convertido en un himno al amor, se baila en los colegios y en los patios, en las cárceles y en los eventos deportivos, para celebrar y también para hacer las paces. Se han hecho versiones rap y reggaeton. Yo me sigo viendo, veo como el tiempo pasa, veo el efecto de mi baile y veo también cómo me voy haciendo mayor, y madurando maduro, y mi legado ya no me pertenece, no lo controlo, yo lo había donado al mundo, y cada ser lo adopta a su vida, lo integra. En los cumpleaños, la gente lo canta y, también, en los entierros. Está tan embebido en la vida diaria de las personas, que la gente tararea la canción entre dientes, casi sin ser conscientes, de forma automática, y yo sonrío, pensando en el camino hasta haber producido y liberado mi canción y me sentía orgullosa de quien era, de quien soy, puesto que yo soy una con la realidad. Me siento orgullosa de ser y mi representación y la música terminan.

En ese momento, respiro y parpadeo curiosa. No sé donde estoy, estoy desorientada. Me ha pasado antes, cuando bailo, me dejo llevar por el momento, me dejo llevar por la pasión y se me olvida, quien soy, que tengo un cuerpo físico y parece como si mi alma, mi cuerpo y mi mente, no estuvieran presentes y a la vez, están complementándose y con una unión perfecta.

Es un camino que he andado muchas veces, ya me lo sé, me centro en la respiración y como por arte de magia, me re-conecto con mi cuerpo, que está lleno de energía, respiro y suelto las tensiones que el cuerpo ha acumulado mientras no estaba yo en el, respiro y mi mente y mi energía se asientan.

Respiro y empiezo el conocido ejercicio, soy Maria me recuerdo, miro a mis pies, y me veo con las zapatillas de baile, me miro las piernas y sigo subiendo y me veo con el vestido que tenía intención de llevar a las olimpiadas y que tantas discusiones ha generado con mi madre. Me sorprendo y pienso, pero, ¿en qué etapa de mi vida estoy? Respiro y elijo reconectarme, elijo conectarme con la realidad.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed