La niña que mira las estrellas

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Tan solo seis inocentes años, despeinada cada mañana, de cachetes sucios y de ojos inquietos. Su mirada se centraba en el cielo, su imaginacion trascendia mas alla de lo cotidiano, su mente no estaba aqui, estaba en la inmensidad del universo, en las estrellas. Hubo un dia que la marco en su corta existencia, puntualmente una noche donde el cielo estaba despejado y la luminosidad de los astros resplandecian. ¿Papa? Bajame una estrella. Su padre que la complacia en todo, penso unos breves segundos y fue hasta la cocina, busco en la alacena, revolvio entre las cosas y encontro papel aluminio y, sin que ella lo notara tomo una tijera improviso y corto sutilmente unas estrellitas. Mi niña tomare impulso y pegare un gran brinco y te alcanzare unas estrellas. Ella lo miro y quedo expectante e ilusionada, ¡ Salta alto papa'! su padre se elevo a uno centimetros del suelo y simulo tomarlas, abrio su mano, ¡Aqui tienes mi amor muchas estrellas! su carita de asombro fue tal que no dudo en abrazar a su padre inmediatamente, ¡Gracias papa', gracias, te amo! su felicidad fue instantania y plena que fue corriendo hasta su habitacion y busco una cajita vieja de fosforo donde guardaba piedritas de colores y ahi preservo sus estrellitas. Su estado de jubilio se desvanecia, se esfumaba y constrastaba con su verdadera realidad, cada noche cuando se iba a la cama una profunda tristeza la invadia su madre la habia abandonado hacia unos pocos meses y, ese recuerdo aparecia cuando los ruidos y las luces comenzaban a estinguirse y sus pensamientos se focalizaban en su mama', ella fantasiaba en que pronto volveria, que la despertaria con un beso, que le haria cosquilla hasta despansarce de la risa, que la peinaria con sus dos colitas y la llevaria a la escuela pero eso jamas ocurriria. Ante de irse a dormir corria la cortina del ventanal y miraba hacia el cielo como buscando lo perdido en el cosmo y tratando de llenar ese lugar vacio que tanto dolor le causaba. Su vida transcurria en sus dos mundo, el de la fantasia que todo le hacia olvidar y el terrenal que le mostraba su verdadera cara. Las estrellas eran su obsecion pero la materialidad del abandono era el escenario propicio para tales manifestaciones, ella suplia a su madre con el encanto y la intensidad de la luz del lucero lo inalcanzable se manifestaba en estas formas. Dicen que el tiempo cura las heridas pero esta niña que hoy ya es una gran mujer  sigue mirando las estrellas. FIN. Relatos breves, Juan Sosa.


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