Las aventuras del dragón.

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Lizzeth es mi vecina del piso inferior, una deliciosa chica de unos 28 años, aeromoza de cuerpo exuberante, yo, especialista en cómputo. Cierto día, sin haber mayor amistad entre nosotros vino a mí para solicitarme la ayudara a sacar de la red fotografías íntimas comprometedoras, que su ex-pareja había publicado en venganza.

Sin siquiera ver las fotos traté de explicarle que eso iba a ser imposible, que una vez publicadas cualquiera podría no solo verlas sino también copiarlas. Eso la hizo llorar desconsoladamente, de furia. Le pregunté quienes sabían de la publicación de las fotos y dijo: "mi madre, mi hermana, tú y probablemente los amigos de mi ex".

Le sugerí no enterar a nadie más de su familia o amigos, a fin de que no se divulgara más y no se hicieran viral entre sus conocidos. En cuanto a su ex, dijo ella no conoció a sus amigos y no los tenían en común, por lo que la convencí de que, para ellos, no sería más que una cara y un cuerpo de una desconocida, y que incluso hasta podría no ser creíble el argumento de su ex, de que hubiesen sido pareja, y las fotos perderían interés y morbo.

Lizzeth pareció aceptar mis ideas y dejó de sollozar, para acto seguido mostrarme las fotografías, ingresando en un sitio web desde mi laptop, que inconscientemente tenía conectada a mi gigantesca pantalla de TV, lo que magnificó las imágenes. Eran efectivamente atrevidas y muy explícitas, 9 imágenes fotográficas en las que se veía a una mujer siendo penetrada vaginalmente, analmente, en posición de perrito, de misionero, armas al hombro y otras más.

Fotos explícitas de unos labios vaginales abiertos, y del "asterisco anal" donde se observaba brotar semen. Aunque las fotos no eran artísticamente nada atractivas, sí eran llamativas y dignas de una publicación pornográficas. Lizzeth repasaba y me enseñaba las fotos en la laptop, y no fue sino hasta que se percató que también se reproducían en la pantalla gigante, que volvió a llorar, caer en depresión y sentir una gran vergüenza.

Me disculpé indicando no fue adrede, pero aproveché para apuntar y mostrar en las voluminosas imágenes, que para efectos de ella lo importante era que solamente en una de las 9 fotos publicadas se veía la cara y no claramente, ya que era tomada al reflejo de un espejo y el cabello cubría parte de las facciones. Sin embargo, llamó mi atención, que lo que sí se veía muy claro en varias fotos era un colorido tatuaje, en la entrepierna, de un "dragón" simulando buscar entrar en la vagina.

Entonces le expliqué que, aunque no era fácil identificar a la mujer en las fotos por la cara, para quien hubiese visto ese tatuaje completo, perfectamente podría asociarlo a ella, a Lizzeth. Yo no tenía conocimiento de la existencia de dicho tatuaje, por lo que adicionalmente a la explicación de la difícil identificación por la cara, pregunté: "Ese dragón existe?". Porque si existe, ese tatuaje sí es más fácil de saber a quién pertenece, para los que lo conocen.

Ella sollozando nuevamente, pero sin mayor pena probablemente por haber yo ya observado detenida y detalladamente cada fotografía, metió sus manos bajo su falda, se quitó sus braguitas, alzó su enagua, y se sentó en el sofá frente a mí, abriendo totalmente sus piernas, y dejándome ver al "dragón tratando de esconderse" sin éxito, en su ahora abierta y dilatada vagina.

El espectáculo que me brindaba esa deliciosa mujer en esa posición era tan impresionante al tamaño natural como lo había admirado en modo "gigante", ello aunado a la conversación, las fotos y mi imaginación, hicieron que el ambiente rápidamente se llenara de deseo sexual, y una erección empezó a manifestarse en mí. Lo que no sabía yo era que ella, había notado el crecimiento bajo mi pantalón, y que por la situación y demás, también se había excitado.

Ella recostada en el sofá, me miraba sin inmutarse, cuando acerqué atrevidamente mi mano para tocar su "dragón" sentí la humedad que la inundaba. Acariciaba suavemente su "dragón como empujándolo hacia la cueva", cuando sentí su mano tocando mi erección, mientras me platicaba sensualmente al oído, que la publicación de las fotos por parte de su ex-pareja, fue por venganza porque hacía 6 meses lo había cortado, susurrando además que eso implicaba que tenía un poco mas de ese tiempo sin gozar del sexo.

Instintitiva y rápidamente me desnudé, me acerqué mas a ella. Lizzeth tomo y puso mi pene a la entrada de su vagina, rozaba con él la cabeza del "dragón" y friccionaba de cuando en vez su clítoris Yo sin mas preámbulo, la penetré sin que hubiese nada de oposición. Nos movíamos a un ritmo acompasado conjunto, no tardando ella en alcanzar un primer orgasmo y minutos después un segundo clímax. Era tal el frenesí sexual de nuestros movimientos, que ella anticipando que mi eyaculación era inminente, se detuvo y procedió a colocarse boca abajo sobre el brazo del sofá, e invitándome a hacérselo ahora desde atrás.

De más está decir que gozamos del sexo total ambos, lo hicimos oral, vaginal y anal, y ella me hizo disfrutar de grandes, extensos y fabulosos placeres. Luego de todo ese desenfreno sexual, por el cansancio dormitamos una breve siesta, luego de la cual mientras ella se vestía y se alistaba para irse, me relataba la historia de cómo y por qué aceptó se tomaran esas fotos, sin pensar nunca que su ex alguna vez las usaría para vengarse o dañarla.

Incluso mencionó que, aunque al momento de que le tomaban las fotos descubrió que disfrutaba ser fotografiada así, pero que no era grato saber que cualquiera pudiese verlas sin su consentimiento. Luego de darme un beso de despedida, amigablemente dijo: "disfruté todo, todo, mucho, pero quiero ese video que acabamos de protagonizar, que lo borres de tu laptop, y te prometo que cuando quieras verlo, me avisas, lo traeré y lo disfrutamos juntos. Confío en ti. Adiós".

Lizzeth salió, y fue cuando caí en cuenta que no la había apagado y por el contrario la laptop grababa, y que había guardado en video "todas las aventuras del dragón", todo lo que había sucedido. En qué momento ella se percató de la grabación y por qué no dijo nada, tendré que preguntárselo más tarde cuando le entregué su copia.


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