UN AMOR MUY ESPECIAL 1

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Damián Estivill que era un hombre de treinta y cinco años salió de la cárcel tras cumplir una condena no demasiado larga  por haber hurtado una considerable cantidad de dinero en la empresa de material para la construcción en la que trabajaba de tesorero y su acto delicitvo había sido grabado en las cámara de seguridad de la misma.

Sabía muy bien que la mala reputación que se había  granjeado a causa de su error sería un gran obstáculo para que otra empresa lo volviera a contratar. Claro que si no se hubiese cruzado en su camino aquella ejecutiva de Hong-Kong que con sus exóticos encantos lo arrastró a los juegos de azar dando lugar a que él se enganchara como una lapa a aquella actividad, hasta que irremediablemente se adentró en el túnel de la mala racha y para cubrir sus pequeñas deudas no tuvo más remedio que sustraer pequeñas cantidades en su lugar de trabajo que terminaron por hacerse más cuantiosas hasta que se descubrió su infracción, ahora su vida sería otra.

Sin embargo Damián no sospechaba que a los pocos días de volver a la libertad, su vida iba a dar un cambio radical.

Rosa Monetero que había sido la abogda que lo defendió en el juicio al que se le sometió por aquel delito lo llamó inesperadamente a su móvil para tener una entrevista con él.

Aquella tarde Damián acudió nervoso a un bar de la Gran Vía de Barcelona que era donde le había citado aquella mujer.

Rosa era una eficiente abogada, pero carecía de atractivo físico. Era de una gruesa complexión, tal vez debio a sus recios huesos y también a su gafas de miope que protegían unos pequeños ojos de un color tan negros como el carbón; así como tenía un cabello corto y rizado que no la favorecía en absoluto. Y llevaba un vestido algo anticuado de falda ancha y plisada. Su apariencia en general revelaba que había sido una mujer más preocupada por sus estudios, por su profesión que por su persona.

-Tranquilo hombre. No pasa nada - le dijo ella a Damián al verlo tan inquieto-. Te he llamdo porque sé muy bien que es muy difícil empezar de nuevo después de lo que te ha pasado, pero yo te puedo ayudar.

- ¿Si? ¿Cómo? La verdad es que estoy con el agua hasta el cuello, y yo no veo ninguna salida por ningún lado - respondió el ex-tesorero.

-Lo sé, lo sé. Te propongo que salgamos durante un tiempo, y que no me veas como a tu abogada sino como a una mujer que es capaz de ofrecer lo mejor de sí misma. Pero tú también tendrás de poner algo de tu parte si quieres hacer borrón y cuenta nueva de tu vida - le dijo Clara.

-¿Ah si? ¿Y cómo lo piensas hacer? - inquirió él con una sonrisa escéptica.

- Te puedo ofrecer un trabajo y un apoyo humano para que recuperes tu dignidad. Ahora te conviene ser realista.

A Damián se le hacía muy cuesta arriba aceptar aquella relación sentimental. Era evidente que Clara no era su tipo, y dio largas al asunto. Le dijo que se lo tenía que pensar. Mas como al administrativo la sociedad lo había marginado; pues los amigos y conocidos que desde siempre lo habían admirado ahora le daban la espalda, él  empezó a salir con aquella letrada que sabía escucharle muy bien; se interesaba realmente por sus puntos de vista, por lo que él poco a poco empezó a sentirse bastante cómodo en su compañía;  aunque estaba muy lejos de estar enamorado de aquella dama.

En sus encuentros con Clara él pudo saber que su acompañante era la hija pequeña de tres hermanos de una familia oriunda de un pintoresco pueblo de Huesca y que había venido de muy joven a estudiar Derecho a Barcelona.

Pero llegó un día como era de esperar, que Clara le propuso a Damián de ir a vivir con ella en su piso que estaba ubicado en un barrio de la ciudad llamado EL Clot, el cual lindaba con la autopista en dirección hacia la Costa.

Damián que temía verse abocado a la más abyecta soledad aceptó lo que se le proponía y se instaló en la vivienda de Clara. Por otro lado ella gracias a un pariente suyo le facilitó un trabajo de recepcionista en una fábrica de sanitarios. Pero con aquel cambio de vida Damián pensaba que siempre tendría que estar agradecido a aquella mujer, y esto le humillaba bastante.

Aquella primera noche, cuando la pareja se acostó, Clara que llevaba un camisón blanco transparente a través del cual se le insinuaban sus rechonchas formas y se situó insinuante al lado de su galán le pidió en un susurro:

-Bésame. Lo necesito.

Hasta entonces Damián la había besado llevado más por un arrebato pasional, que por un sincero deseo de estar con ella. Pero ahora había llegado la hora de la verdad y tenía que entregarse a fondo con aquella mujer sin pensarlo dos veces.

Damián empezó a sudar a raudales e instintivamente se puso tenso. Clara notó sus reparos y preguntó con  cierta ansiedad:

- ¿Qué te ocurre?

-¡Huy nada, nada...! Que de repente me ha entrado una rampa en el pie - mintió él saltando de la cama.

Al fin, como no podía estar toda la noche en aquella postura optó por volver a la cama y hacer de tripas corazón. Clara tomó la iniciativa de abrazarlo, y Damián a su vez no tuvo más remedio que besarla en los labios, mientras que se imaginaba que acariciaba a la cantante Madona. Luego hicieron el amor.

Clara obligó a su pareja a que fuese a un psicólogo especializado en casos de lugopeda, y aunque éste avanzaba a trancas y a barrancas, su equilibtio interior cada vez se robustecía más.

 

 

 


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