Sara, la mujer valiente que se comió al chico mono

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Sara era una mujer bastante decidida. Nunca dejaba que el miedo la frenara. Estudiaba Ingeniería de Telecomunicaciones, y estaba acabando el último curso de la carrera. Caminaba siempre tranquila, salvo cuando tenía prisa. Tenía mucha capacidad para afrontar e ignorar las críticas. Y cuando alguien la desafiaba o le atacaba, ella normalmente les ignoraba porque la daba sueño responder. Pero cuando respondía, sus atacantes siempre se arrepentían. Su tono de voz era agradable, pero a la vez intimidaba, sobre todo cuando tomaba las riendas de la situación. El último chico que intento robarle los deberes acabo en el suelo, muerto de dolor, por un terrible puñetazo en el estómago que recibió por agotar su paciencia. 

Un día, Sara mientras paseaba por su facultad conoció a un chico que le pareció realmente guapo. El chico se llamaba Juan. Lo que más le gusto de este chico fue su mirada. Era una mirada brillante y dulce. El chico era algo tímido, tendía a reír con facilidad, y cuando reía se le ponían los mofletitos rojos. A Sara este chico le llenaba de ternura, y no podía dejar de mirarle con el rabillo del ojo. 

Cuando comenzaron las clases, Sara se sentó en las primeras filas, y quedaba un hueco libre a su lado. Fue entonces cuando Juan, que llegaba tarde, se sentó a su lado. Sara no podía creer que le hubiera tocado sentarse al lado de ese chico. Estaba muy alegre. Fue entonces cuando Juan fue a sacar un bolígrafo del estuche y rozo accidentalmente el brazo de Sara, y pidió perdón sonrojándose. Sara, al notar aquel roce, sintió escalofríos por todo el cuerpo y comenzó a sentir calor por todo el cuerpo, su mirada se volvió profunda y sintió una contracción en la zona del placer. Sensación que se incrementó al ver aquella carita roja y sonriente de aquel chico disculpándose. Sara respondió, no te preocupes. Sara tenía unas ganas tremendas de lanzarse sobre él, de morderle el cuello, de saborear su boca y sus labios.

Cuando acabó la clase, Sara comenzó a hablar con Juan. Le pidió los apuntes, ya que había una cosa de clase que no la había dado tiempo a copiar. Juan tenía ciertas dificultades para entender ciertos contenidos de la clase. Por eso, Sara le ofreció ayuda. Ambos quedaron en casa de Sara para que ella le ayudase con los contenidos de la clase. 

Juan había tenido un día agotador, cuando llegó a casa se tiró en la cama. Como hacía mucho calor se queda en ropa interior mientras leía los whatsapps. Y después miraba al techo mientras pensaba en lo difícil que lo tenía para aprobar el siguiente examen. Menos mal que aquella mujer tan amable le había ofrecido ayuda. 

Sara estaba en su casa sentada en el sofá, cuando de golpe el timbre sonó. Era Juan, ya estaba allí. Juan sacó los libros y Sara comenzó a explicarle la lección. Sara ponía la mano en el hombro de Juan para tranquilizarle ya que Juan estaba un poco agobiado. Pero poco a poco esa mano fue bajando. Sara tocaba la espalda de Juan, cada vez de una manera más evidente, haciendo círculos de manera lenta y supercachonda mientras le seguía explicando la lección. La distancia entre ambos se iba haciendo más y más pequeña, hasta que estaban prácticamente pegados el uno al otro. La tensión sexual cada vez era más evidente. Sara siguió bajando hasta que sus manos tocaron la zona más baja de la espalda, justo un pelín por debajo de la rabadilla. Justo un centímetro más abajo de donde comenzaba el pantalón. Juan sintió energía en esa zona, le invadió un escalofrío por todo el cuerpo. Le gustó, pero se hizo el tonto mientras Sara le seguía explicando. 

Sara cada vez tenía su boca más cerca del oído de Juan, su voz se volvía más y más sensual, expresando una fuerza en su voz que expresaba las ganas que tenía de morderse bien fuerte el labio por la excitación. A Juan se le puso la piel de gallina al notar la voz y el aliento de Sara en su oído. Sara Juntó cada vez más su moflete al moflete del Juan, el cual, estaba completamente paralizado. Le estaba gustando mucho, pero estaba paralizado porque no sabía cómo reaccionar. La tensión estaba sobre máximos, estaban a punto de besarse, el beso iba a llegar ya, cada vez más cerca, se van a besar!!!!.  

Suena el teléfono, Sara se levanta a cogerlo, mientras que Juan se sonríe. El teléfono evitó el beso. Mientras Sara hablaba por teléfono, Juan fue el baño. Pero cuando salió del baño, Sara no estaba. “Sara!!!!! ¿Dónde estás?!!!!!” Preguntó Juan. Y entonces, unas manos le agarraron de la cadera. Era Sara, Sara le agarraba de la cadera. Juan instantáneamente sintió como se le aceleraba el corazón, con una mezcla de excitación y susto. Y cada vez se sentía más tranquilo y relajado, con esas manos calientes en su cadera, como si estuviera cayendo en un pozo de relajación extrema mezclada con excitación y adrenalina. Sentía el pecho y el cuerpo de Sara apoyado sobre su espalda bien firme y fuerte, como si ni un huracán fuera capaz de moverla. Como si Sara fuese muy grande y el muy pequeñito, sumido en aquel pozo de relajación. Sara le susurró al oído: “No tienes ni idea de lo bien que lo vamos a pasar”. 

Sara le quitó la camiseta a Juan, y se quitó también su propia camiseta y su sujetador. Lo lanzó al sofá, sus cuerpos hicieron contacto piel con piel, y finalmente se besaron. Mientras se besaban, Sara empujaba a Juan hacia atrás hasta caer los 2 al suelo. Quedando Sara encima de Juan. Seguían besándose, Sara estaba tan caliente que prácticamente extraía la saliva de Juan. Sus lenguas se rozaban, pero la lengua de Sara claramente era la dominante y la que llegaba más al fondo de la boca de Juan y con más fuerza. Debido a la pasión del beso, Sara restregaba su cuerpo contra el de Juan, que estaba siendo aplastado entre el suelo y ella, pero era agradable.

Sara pidió a Juan que se pusiera boca abajo, le bajo los pantalones y los calzoncillos, quedando sus nalgas al descubierto. Sara azotó las nalgas de Juan. Lo que provocó que Juan emitiera un sutil grito de placer. Sara notaba como si tuviera un segundo corazón en su zona íntima debido al calentón del momento. Por ello se bajo los pantalones y las bragas. Goteaba liquido vagina. Apoyó esa zona sobre una de las nalgas de Juan. La excitación fue tal que sin poder evitarlo comenzó a restregarse sobre sus nalgas para darse placer. Mientras se restregaba, agarraba a Juan de los brazos y le dejaba pequeños arañazos en los hombros por la pasión. Sara cada vez sentía más placer, pero se detuvo. Ella no quería llegar al orgasmo así, sino que tenía otros planes mejores.

Sara agarró suavemente a Juan del pelo, le puso su cara en el estómago de ella. Y poco a poco fue bajando. Hasta llegar a su peluda vulva. Que no paraba de gotear líquido vaginal. Juan besó la vulva de Sara y Sara se sonrió, en ese momento Juan comenzó a lamer, olía genial. Juan lamia entre los labios vaginales y húmedos de Sara, que gemía y gemía por el intenso placer. Sara apretaba cada vez más y más fuerte la cabeza de Juan con sus manos. Mientras Sara recibía aquel ardiente y delicioso culinigus, notaba como le ardía la vulva de placer, notaba temblores que recorrían su cuerpo desde los pies a la cabeza. Se la contraía el abdomen por las intensas sensaciones. Cada vez ardía más y ella estaba a punto de estallar. A la vez, Sara espachurraba con su pie el pene de Juan, lo cual a Juan también le daba placer y le hacía lamer más rápido. Finalmente, Sara llegó al orgasmo, y gritó de placer mientras espachurraba con sus manos la cabeza de Juan contra esa zona que acababa de explotar de placer. Juan en ese momento también eyaculó por el roce del pie de Sara. 

Finalmente, ambos se quedaron relajados en el suelo. Juan cogió a Sara y la puso boca arriba en el sofá del salón. Sara se quedó dormida al instante por el intenso orgasmo que había tenido. Juan se apoyó encima de Sara, le dio un beso en la mejilla, se apoyó sobre se pecho, y se quedó dormido también. A media noche, Sara despertó, aparto a Juan a un lado, que por cierto, estaba profundamente dormido, se sentó en el sofá, y cogió a Juan en brazos. Sara se quedó mirando la cara de Juan mientras le tenía cogido en brazos, estaba super guapo dormido. Cuando Juan despertó, Juan besó a Sara en la boca y le dijo que la quería, no como pareja, sino como amigos... y algo más. Y Sara dijo que ella también y que había sido una noche fantástica.

Ambos se ducharon juntos, se vistieron en la misma habitación y fueron juntos a clase.  


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