"Desnúdate, acércate y haré realidad mi fantasía"

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Mi Cris, hace un rato tras escribirte, tuve que ir a nuestro dormitorio y al entrar me ilusioné imaginándote descansando en ella, aún sin levantarte y allí estabas vida mía, desnuda boca arriba, con las piernas encogidas y abiertas en V, masturbándote con una mano acariciando tus senos y pezones y la otra mimándote el clítoris. Tu cara era poesía pura de loba ardiente. No cejaste en darte placer, ahora mirándome con una sonrisa de perversa lujuria y me ordenaste “desnúdate, acércate y haré realidad mi fantasía”. 

Me desnudé, hiciste que me pusiera boca arriba y como siempre con vos, todo me agrada y excita.

Me agarraste la pija, te acercaste, la oliste y acariciaste con la punta de la nariz. Pasabas los labios muuuy cerca, sin rozarla, sabiendo que me desesperabas al no hacerlo. Deseabas controlar, te sentías poderosa y te encanta esa sensación de dominio.

Hoy mandabas vos y yo me entregaba gustoso a tus deseos, a tus juegos lujuriosos, viciosa, deliciosa y deseada sexualidad.

Continuaste dándome pequeños besos por las ingles y por la cintura, haciendo un marco de besos alrededor de la verga. En vano yo intentaba acercártela a la boca, y seguías ralentizándolo.

Por fin le diste un beso justo en la punta, pequeño, pero lento y largo y más besos, todos en el glande.

Para desesperarme más, sacaste tu lengua y la paseaste de arriba abajo y de abajo para arriba, por todo el tronco, exceptuando la cabeza. Me lamías los testículos, acariciabas mi culito con la puntita y volvías a subir.

Ya me tenías totalmente loco de deseos y al fin empezaste a pasar la lengua por todo el glande, haciendo círculos con ella, la lamías y relamías. Le dabas besos y empezaste a succionar solo el glande.

Ya desesperado intentaba meterla más en tu boca no me dejabas porque tenías tu mano en la base, dejando fuera toda la cabeza que ya brillaba. La mamabas sin parar, hasta que finalmente, con una mirada de perversa pasión, empezaste a meterla en tu boca muy despacio.

Sin dejar de mirarnos, yo aguantaba la respiración y vos, centímetro a centímetro te ibas engullendo la pija hasta meterla toda en la boca y ahí te quedaste quieta unos segundos.

Luego empezaste a sacarla y a meterla de la boca, aún muy despacio, saboreándola como el helado más rico del mundo, que tanto te gustan.

Por fin, poco a poco fuiste aumentando el ritmo presionando con los labios para aumentar las sensaciones. Tu Luichi respiraba agitadamente, disfrutando como nunca.

Mientras me la chupabas, tu mano aferrada a ella y apretándola fuerte, me masturbabas

En ese momento, sabiéndote dominadora, me ordenaste que te masturbara y abriste tus piernas ofreciéndome tu fuente de placer, húmedo y cálido.

Metí mis dedos en tu boca que chupaste lascivamente, con ansia, gimiendo mientras te contorsionabas. Cuando estuvieron muy mojados los saqué y fui directo a tu concha ya bien abierta y empecé a acariciarte el clítoris ya excitado, haciendo círculos en él, presionándolo por momentos, liberándolo en otros para volver a acariciártelo, jadeabas y gemías mientras tu boca llena de mí se movía apretando cada vez más.

Tu fatiga de placer culminó con un aullido de loba caliente, cuando el orgasmo invadió tu cuerpo. Quitaste la verga de tu boca para aullar como nunca lo habías hecho y tu mano apretaba más que nunca la pija y la pajeabas con ansias de recibir ya tu blanquecino y tibio semen, que expandiste acariciando tus erguidas tetas, para luego chuparte y saborear los dedos hasta dejarlos limpios y decirme que hiciese lo mismo con tus senos, los lamí y chupé hasta dejarlos empapados, esta vez de saliva…


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