UNA PRIMERO, LUEGO ELLA (2)

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No encontraba resistencia, por el contrario, los jadeos y gemidos de Heidi me excitaban y me alentaban a seguir. Su murmullo en mi oído, de "tócame los pechos" fue una orden para mí. Bajé su corpiño, liberé un pecho, lo acaricié e inmediatamente lo besé, lo chupé y ávidamente jugaba con su duro y erecto pezón, lo apretaba con mi boca. Ella lo gozaba. Repetí la misma operación con el otro seno, mi boca saltaba de un pecho al otro. Besaba los hombros, cuello, orejas, boca, pechos, todo de Heidi.

Era tal la euforia de nuestros besos, que no nos dábamos cuenta de la presencia de ROCÍO, sino hasta rato después. Mi mano buscaba la entrepierna de HEIDI, acariciaba sus muslos. Ella gemía, al rozar sus labios vaginales por sobre las bragas, el placer crecía. De pronto, ella se alejó de mí. Creí se había disgustado y arrepentido, pero no, todo lo contrario. Se apartó para sacarse las pantaletas. Fue en ese momento que descubrí que ROCÍO nos espiaba en silencio, y además disfrutaba lo que veía.

No sé si Rocío se dio cuenta que la vi, pero no dije nada. Heidi sin bragas y sus pechos desnudos, se abrazaba a mi cuello. Nos besarnos. Subí su vestido, lo arrollé a su cintura. Ella gozaba de mi mano en sus partes íntimas. La masturbaba. Mis dedos recorrían su vagina, los pasaba de abajo a arriba, acariciaba su clítoris, una y otra vez. Totalmente húmeda por la excitación, Heidi me suplicaba "por favor, mámame, hazme gozar, deseo tu lengua". La alcé, la senté en la mesa, y suavemente la fui recostando.

Sus piernas colgaban del borde de la mesa. Me hinqué, abrí sus piernas. Sobre cada uno de mis hombros coloqué una pierna, y me sumergí en su vagina. Procedí a brindarle la sesión de sexo oral que, sin duda recordará durante toda su vida. Con la maestría de mi lengua, Heidi no tardó en alcanzar un primer orgasmo. Mi mano masajeaba sus pechos, al tiempo que mi boca y mi lengua, hacían lo propio en su clítoris. Heidi gemía, "maldecía" de placer, gozando otro clímax orgásmico. En pleno goce sexual pedía "mas, mas, mas, hazme gozar, quiero sentirte dentro de mí". Me incorporé, bajé mi pantalón, la halé más hacia el borde de la mesa, y la penetré duro de un solo, fuerte, profundo, y seguí una y otra vez, y otra vez y otra vez. Al cabo de unos minutos de sexo fuerte y duro, Heidi alcanzaba otro orgasmo más.

Fue en ese instante que descubrí que Rocío no solo nos observaba, sino que acariciaba sus pechos, jugando con sus pezones. Mi mirada y la suya se cruzaron, lo que la tomó por sorpresa, y la hizo rehuir. Aprovechando, que Heidi explotaba en un largo e intenso orgasmo que la dejaba exhausta y rendida, fui a buscar a Rocío. La encontré en el sofá trago en mano, apenada por ser descubierta espiándonos, pero temblaba de excitación y deseo. Me acerqué, en su oído susurré: "Te gustó lo que viste?, ven, ¿quieres probarlo tú también?". Sin esperar la respuesta la besé, impúdicamente. Rocío lo aceptaba. Pronto, nos comíamos a besos, mis manos sobre sus pechos, los acariciaba, los desnudé, y mi boca y lengua pasaron a jugar con sus pezones.

Mi mano abajo de su falda halaba su tanga, Rocío arrecostada en el sofá, doblaba sus rodillas, alzó sus piernas y se entregaba, me ofrecía sus partes íntimas. Me acerqué, lamí y chupé su vagina. Mi lengua rozaba su clítoris y ella tocaba sus pechos. Rápido alcanzó un orgasmo algo ruidoso, y luego otro más escandaloso. Rocío gruñía y gimoteaba de placer, con el alto volumen usual y acostumbrado en sus sesiones conyugales, pero que ahora, en este caso era totalmente inconveniente. Yo tratando de acallarla un poco, me puse de pie, y de repente Rocío estaba zafando mi cinturón. Bajando mi pantalón y boxer, tomó mi pene en su mano, lo acercó a la entrada de su canal vaginal, quedándome a mi nada más que introducírselo, lo que hice de una. 

El descontrol de ambos era total, quejidos y gemidos de placer de Rocío continuaban, yo tratando de acallarla con poco éxito. Mi mano en su boca, y mi pene haciendo lo suyo dentro de ella. Rocío se retorcía de placer, gemía aferrada a mi espalda, la furia y la adrenalina con que se movía, rápido nos llevaron a ambos al clímax orgásmico. Y en pleno goce sexual, me percaté que alguien nos observaba, esta vez era Heidi quien nos espiaba. Heidi era quien, con una sonrisa de satisfacción, nos miraba, como esperando para no interrumpir el placer que Rocío y yo nos brindábamos el uno al otro. 

Los papeles se invertían, primero fue Rocío quien disfrutó mirarnos a Heidi y a mí, y ahora Heidi disfrutaba viéndonos a Rocío y a mí. Al descubrirla me incorporé, tratando de disimular, como si nada pasara, pero Rocío que no sabía de la presencia de Heidi, se abalanzó sobre mí, e hincándose, tomo mi pene, lo introdujo en su boca, jugando con él, hasta hacerlo eyacular, tragándose todo el líquido seminal, lo que pareció satisfacerla inmensamente. Luego de un ligero descanso, mientras se relamía los labios, acomodaba su vestido y sus bragas, yo hacía lo propio, al tiempo que como si no hubiese pasado nada, disimuladamente, Heidi ingresaba a la sala, con más tragos en mano.

La reunión social continuó "normal", y tanto Heidi como Rocío, actuaban como si nada hubiese sucedido con ellas, y sin una dar a entender a la otra, que estaba enterada de su aventura conmigo. La situación era casi cómica desde mi perspectiva, verlas actuar así. La charla de diversos temas transcurría casi normal, con las ligeras excepciones en que una de ellas se ausentaba de la sala, y yo y la otra aprovechábamos para tocarnos, besarnos y acariciarnos, al tiempo que en voz baja comentábamos lo bueno que estuvo nuestro furtivo encuentro sexual, y que se debería repetir en alguna otra ocasión.

De repente, Ginette, la hermana de Heidi, quien producto del tequila había estado durmiendo, apareció en la sala, saludó y se disculpó por no habernos acompañado, nos observaba a los tres, y cuestionaba: "qué me perdí?, siento algo de misterio en el ambiente". A coro, Rocío, Heidi y yo dijimos: "nada, nada fuera de lo normal". Y yo solo atiné a pícaramente agregar: "ves, si no te hubieras dormido, hubieras participado más de la diversión. Tal vez la próxima." Y ella inocentemente acotó: "pues sí, espero con ansias, la próxima será".

La fiesta continuó entre charla amena, bromas de doble sentido, tragos, risas, miradas furtivas y adrenalina. Los orgasmos, eyaculaciones, relaciones prohibidas, gemidos y ruidos excesivos, toda esa experiencia distinta de placer, quedaron para ser repetidos en una próxima reunión. Y tal vez hasta con una nueva participante. Aunque, es mejor no planear, y solo dejar que las cosas sucedan.


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