MALDITO SUCCIONADOR

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MALDITO SUCCIONADOR

Estaba aburrida mirando webs de ropa cuando se me abrió una página a la derecha de la pantalla anunciando un succionador de clítoris de “última generación” decía el texto a pie de foto. Nunca había oído hablar de ese artilugio y de pronto me entero de que existe desde hace tiempo y se ha ido perfeccionando.

Pinché el enlace para descubrir las maravillas que diría el anunciante que hacía y la verdad es que no me llamó mucho la atención, decía que era una maravilla con no sé cuántas velocidades y modos de succión, costaba la friolera de casi cien euros. Cerré la web y me fui a hacerme algo de comer.

Esa noche, como todas desde que Raúl se tuvo que ir a trabajar a Londres, hablamos por Skype y sin nada nuevo que contarnos después de dos meses, le comenté lo del anunció del succionador. Al principio me dijo que qué hacía metiéndome en ese tipo de web y cuando le dije como había ocurrido se echó a reír. Preguntó si estaba pensando en comprarlo y le dije que ni de coña, entre otras cosas por lo que costaba y estaba canina de pasta.

Como siempre que le menciono mi precaria economía, me dijo que si quería me hacia un ingreso para que me lo pudiera comprar. Le dije que no, entre otras cosas porque me iba bien tocándome con los dedos mientras imaginaba que eran los suyos. Ahí quedó la cosa y me comentó algo de su trabajo.

Al día siguiente miré el móvil al levantarme y tenía un mensaje de Raúl diciéndome que mirara mi cuenta bancaria. Cuando la abrí tenía un ingreso de cien euros y en el concepto de la transferencia ponía COMPRATELO. Me quedé perpleja y le mandé un washup diciéndole que si estaba loco. Respondió casi al momento diciendo que si no me lo compraba le devolviera el dinero.

Ya empezaba con mis dudas de siempre, él tiene pasta y más desde que le paga la empresa como desplazado en el extranjero. Lo medité y contesté a su mensaje diciendo que lo iba a comprar. No pensaba devolverle la pasta y le dije que solo para que no pensara que despreciaba su ofrecimiento. Si, soy una hipócrita ¿y qué?

Encendí el ordenador y busqué en el historial la página del aparatito. Rellené los datos para envío a domicilio y le di al enter donde decía “comprar”. Se suponía que en el plazo de dos días lo recibiría en casa y así fue. Muy serio el vendedor, no como otros.

Nada más recibirlo lo abrí y empezó mi desanimo, las instrucciones en un montón de idiomas menos en español. Mire en el dibujo de las instrucciones las flechitas donde decían para que servía cada botón y no fue complicado averiguarlo. Uno decía modo, otro power y otro on/off, así que empecé a jugar dándole a los botones para ver la sensación y puse el dedo donde se tenía que poner el clítoris.

Empecé a imaginarme las sensaciones del dedo en el clítoris y me quedé helada. Vaya imaginación la de los fabricantes, seguro que eran mujeres porque a un hombre es imposible que se le ocurran tantas formas de acariciarnos, pensé yo. Me bajé las bragas y acoplé la boca del succionador en el sitio correcto.

Empecé por la potencia más baja y el primer modo de vibración. Era como si el aparato quisiera meter mi coño por un pequeño orificio. Poco a poco me fui haciendo con el aparato cunado me mojé, la cosa iba mucho mejor porque podía desplazarlo hacia los lados y era yo quien controlaba donde quería la succión.

Fui cambiando los modos y seleccionado los que más me motivaban y las distintas potencias. La mitad de las que ofrecía el cacharro no las soportaba y tenía la sensación de que me lo iba a arrancar. Hay que ir probar las cosas para saber lo que nos gusta y lo que no.

Me decidí por potencia dos y modo cuatro para mi primera experiencia después de probarlos todos. Arrastraba el clítoris hacia fuera al tiempo que me hacía cosquillas con la vibración. Me tumbé en la cama con el aparato pegado al clítoris gracias a la succión. Me acaricié los pechos con ambas manos pensando que era Raúl quien trabajaba entre mis piernas y tuve un orgasmo bastante placentero sin hacer ningún esfuerzo por mi parte, no como cuando me masturbaba con la mano.

Esa noche le conté a Raúl mi experiencia y me dijo que le mostrase como trabajaba el aparato. Le complací, claro, después de todo era un regalo suyo. Me quité las bragas y me senté con las piernas encima de los brazos de la silla y coloqué la cámara del ordenador en el borde de la mesa para lo viera lo más cerca posible. Cuando el aparato empezó a hacer su trabajo, vi a Raúl bajarse la bragueta y sacarse la polla ya tiesa. Cuando empecé a destilar fluidos sin siquiera tocarme con los dedos, empezó a masturbarse.

Cuando escuchó mis suspiros me dijo que pusiera una velocidad más, una vez excitada aguantaba bastante mejor la potencia y disfrutaba más. Viéndole masturbarse a través de la pantalla tuve un orgasmo. Intenté retirarlo porque no aguantaba tanta sensibilidad y no era capaz de soltarme, tuve que buscar desesperadamente el off para apagarlo cuando ya empezaba a notar escozor.

Fue idea de Raúl que me lo pusiera en un pezón y lo encendiera. Entre la succión y el hormigueo me excité de nuevo. Raúl al ver como aspirado por la boca del aparato y mis suspiros empezó a masturbarse como un loco. Al verle me puse un dedo en el clítoris y con solo tocarlo me corrí al tiempo que expulsó su corrida, la pantalla quedó borrosa.

El puto aparato nos dio muchos ratos satisfactorios en nuestras comunicaciones por Skype, lo malo es que me envicie y ahora no puedo dejar de usarlo menos de cinco o seis veces diarias, incluso lo llevo al trabajo en el bolso y me encierro en el baño una o dos veces diarias para jugar con él. Voy poniendo cada vez más potencia hasta que llega al máximo y entonces juego con las distintas vibraciones que me ofrece mi nuevo amigo.


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