STREPTEASE

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A falta de un trabajo estable, actuó de gogo en dos discotecas subida en un cilindro elevado para que se me vea bien desde cualquier sitio mientras bailo medio desnuda. A veces hago pases privados de striptease en despedidas de solteros y lo más que consiento es sentarme en tanga encima del novio, sin dejarle quitarse el slip para evitar el contacto directo de los sexos, aunque si permito que me magreé los pechos. Desde muy joven he tenido que buscarme la vida yo sola para subsistir.

Mi amigo José había sido invitado a la despedida de solteros de un compañero de trabajo y habían pensado darle una sorpresa con el consabido striptease en el salón donde iban a cenar antes de hartarse de copas. Me llamó y me ofreció el trabajo para sacarme unas pelas. Le expuse mis condiciones y me dijo todos las conocían y estaban de acuerdo. Le dije que sí.

El sábado me duché y me cardé el pelo para dar aspecto de leona y que tan bien funciona en este tipo de espectáculos. Me pinté exageradamente y me puse unas lentillas de color verde claro que resaltaban con mi pelo moreno. Me puse las bragas reservadas para este tipo de trabajo y las cubrí con una fadita corta. Unas botas altas hasta la rodilla y una camisa bastante transparente que se cierra con corchetes de clip en vez de botones, era toda la ropa que iba a llevar. Al salir de casa me cubrí con un abrigo hasta las rodillas.

A las once y media estaba en el restaurante cenando algo y ya había mandado a José un washup diciendo que estaba en la barra. Contestó que él me avisaba cuando tuviera que bajar al salón donde estaban cenando. Recibí su mensaje, pagué lo consumido y me dispuse a entrar en escena. 

En el comedor había una mesa alargada donde habían comido más de veinte personas y justo en el centro estaba el novio. Dos camareros acababan de retirar los restos de la cena y servían copas. Habían retirado el mantel, como yo había pedido, para poder bailar sobre la mesa y que me pudieran observar todos, alguno se agacharía para intentar mirar por debajo de la falda.

Entré con gafas de sol y el abrigo abrochado hasta el cuello. Me subí a la mesa y sonó la canción que le había pedido a José para mi actuación.  Empecé a desabrocharme el abrigo de abajo hacia arriba, enseñé la pierna justo hasta donde me llegaba la falda y los gritos y silbidos empezaron. Me quité las gafas porque casi no veía con los cristales oscuros y desafié a todos con la mirada.

Dejé caer el abrigo haciéndolo resbalar por los hombros hasta cayó sobre la mesa y alguien lo retiró. Me contoneé sensualmente echando los hombros hacia atrás para que la camisa se tensara sobre los pechos y los pezones quedaran visibles a través de la tela. De vez en cuando me inclinaba hacia delante con las piernas abiertas para que los que estaban detrás pudieran observar la tela amarilla del tanga. Luego repetía el mismo movimiento hacia el otro lado para dar las mismas alegrías a todos.

Cuando empecé a desabrocharme la falda los gritos subieron de tono y empezaron a aplaudir. Lo hice muy despacio, creando la mayor expectación posible. La dejé caer a los pies como si hubiera sido un accidente y les mostré el tanga medio transparente por delante y la tira de atrás metida entre los cachetes del culo. La algarabía aumentó de nuevo y algunos se llevaron la mano a la bragueta.

 De un tirón desabroché los automáticos de la camisa dejando los pechos al aire y girándome un par de veces para que nadie se perdiera el espectáculo. Tiré de los pezones para ponérmelos de punta y busqué al novió con la mirada. Alguien le señalo y me acerqué a él con los pezones entre los dedos invitándole a que fuera él quien me los estimulase.

Le hicieron sentarse en la mesa. Me acerqué a él y le puse el pubis a menos de un palmo de su cara. Era evidente que había bebido porque se quedó embobado mirándome al coño con la boca medio abierta. Le empujé despacio con la mano sobre el pecho y poco a poco se quedó tumbado. Coloqué los pies a los lados de la cabeza y me fui agachando hasta que casi le rocé la cara con mi entrepierna. Después me eche hacia atrás y me senté sobre su pecho con el sexo pegado a su barbilla y me toqué un poco, como si me estuviera masturbando.

Algunas voces empezaron a decir que me lo follara allí mismo delante de todos, incluso alguien tiró un preservativo que me dio en un pecho. Para evitar males mayores lo recogí y lo lancé lejos, dejando claro que no íbamos a hacer uso de él. Me di la vuelta y plantándole el culo en la cara empecé a desabrocharle la bragueta. Apoyé las manos en su polla y a pesar de la bebida la tenía morcillona.

Alguien acerco a la cara del novio un móvil con varias rayas de cocaína y un billete enrollado. Giró la cara abandonando mi culo y esnifó dos. Como un resorte empecé a notar en la mano que el miembro empezaba a tomar vida. Me ofrecieron el billete y el móvil y la tentación me pudo.

Con dos rayas de coca en el cuerpo empecé a sentirme distinta y decidí disfrutar de lo que estaba haciendo como si no fuera trabajo. Me senté sobre su polla y empecé restregarme masturbarle. Alguien me instó a que me quitara las bragas y le fulminé con la mirada. La misma persona que lo había dicho puso cien euros sobre la mesa y repitió que me quitara las bragas, que él lo pagaba.

Tuve un momento de duda. Estaba cachonda y por la actuación me pagaban trescientos euros entre todos, a escote. Cien euros no eran despreciables por enseñarles el coño a todos aquellos salidos. Mientras decidía si aceptaba o no aparecieron otros cien euros sobre la mesa y la ambición me pudo. Despacito me quité el tanga dejando el coño totalmente depilado al aire. Volví a sentarme sobre la polla del novió y empecé a moverme. Otra voz dijo que con el calzoncillo puesto no valía y aparecieron otros cien euros en la mesa. Se los bajé, acoplé la polla entre los labios del sexo volví a moverme de nuevo, a medida que crecía su excitación me movía más rápido, hasta que eyaculó pringándonos los dos.  

Entre aplausos otro su subió a la mesa con los pantalones bajados y el miembro al aire, dejó cien euros más en la mesa y empezó a masturbarse delante de mi cara. Le miré y sin moverme le dije que no con un movimiento de cabeza, dejó otros cincuenta euros y dirigió la polla hacia mis pechos, esta vez acepté asintiendo con la cabeza.

Nada más correrse en los pechos ya estaba otro poniendo dinero y subiéndose a la mesa. Me apuntó a la cara y de nuevo negué con la cabeza, obediente modifico el ángulo y apuntó al coño y descargó. Ya estaba otro más poniendo dinero y con la polla fuera mientras se subía a la mesa. Pedí que me dieran una servilleta para taparme la boca al estilo bandolero y una vez la tuve cubierta ya nadie se interesó por correrse en la servilleta.

Perdí la cuenta de cuantos se corrieron encima, calculé que habían sido por lo menos diez incluyendo al novio. Cuando me incorporé estaba pringada de semen por todas partes entre el pubis y el pecho. Me facilitaron un mantel blanco y me limpié como pude. Reconocí a José acercándome la ropa y me puse al abrigo aún pegajosa. Recogí el montón de billetes sin contarlos y me los guardé en el bolsillo preguntándome cuanto abría.     

José se prestó a llevarme a casa dando por terminada la fiesta. Ya en el coche conté los billetes, incluyendo lo que me habían pagado al principio tenía dos mil ochocientos euros. Calculé el cálculo a una media de ciento cincuenta euros por persona y me salía que al menos unos quince se me habían corrido encima, eso sin contar a algún posible gorrón.

José estaba un poco abochornado y me dijo que no esperaba que la cosa se desmadrara tanto. Le dije que estaba encantada por la pasta que había ganado y que me podía avisar para más despedidas cuando quisiera.

Al llegar a mi casa paró en la puerta y le dije que aparcara. Me miró interrogativo y le dije que subiera porque no iba a poder dormir con la calentura que llevaba en el cuerpo. Entendió perfectamente que era el elegido para aliviarme y buscó un sitio para aparcar.


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