Futuro Distópico. Estimulación sexual grado 2.

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La chica de 21 años vestía un traje plateado y ajustado de una pieza que marcaba cada curva de su cuerpo. Estaba de pie frente a la juez. A su lado un jurado popular de tres ciudadanos mayores de edad. En la sala, de líneas rectas, olía a madera y todo estaba muy limpio.

- ¿Cuándo fue la última vez que mantuviste relaciones sexuales? - preguntó la juez.

- Hace tres semanas.

- ¿Tanto tiempo, por qué motivo? - 

- Me olvidé. - confesó la aludida bajando la mirada.

Las leyes en materia sexual-afectiva eran claras. Todo ciudadano mayor de edad tenía que mantener relaciones sexuales para ser feliz. Ningún ciudadano podía quedarse atrás. No ser guapo, ser tímido, ser rechazado eran prejuicios del pasado. Si un sujeto tenía dificultades para mantener estas relaciones, tenía el deber y la obligación de acudir a clases donde la práctica regular de sexo estaba garantizada por el estado.

- El día 21 a las 13:54 entraste en una tienda y no saludaste ni sonreíste. ¿Verdad?

La joven reconoció los hechos.

La juez miró al jurado y estos deliberaron durante un par de minutos. El voto fue unánime y la chica fue declarada culpable de ambas faltas.

- En relación con la falta de actividad sexual, mañana a las 18:45 te presentarás en la habitación 14AG para recibir un tratamiento de estimulación grado 2.

- En relación con el incidente en la tienda y en virtud de la norma cívica de buenos modales de obligado cumplimiento, serás sometida en esta misma sala a un correctivo corporal grado 4.

La chica fue invitada a cambiarse de ropa en una habitación contigua y regreso con un traje azul de una pieza. En la espalda y en el trasero del traje había cuatro botones tipo corchete.

Poco después entró en la sala un tipo vestido de negro que depositó un maletín del mismo color sobre la mesa. Del maletín sacó un dado y pidió a cada miembro del jurado que eligiese un número del 1 al 6. Hicieron falta solo dos tiradas para que saliese el número elegido por el ciudadano de la izquierda.

La juez tomó la palabra.

- 10 azotes con la vara en el culo.

Siguiendo las indicaciones del hombre de negro el ciudadano elegido abrazó a la muchacha de tal manera que los pechos de ambos quedaron pegados y la cabeza de la que iba a ser azotada descansando sobre el hombro de su soporte. A continuación, ante la asustada mirada de la joven, el recién llegado sacó una vara de madera del maletín y soltó los cuatro botones del traje de la acusada dejando su culo al aire. El correctivo empezó de inmediato.

- Uno. zas - La vara mordió las expuestas nalgas.
- auf - dijo la muchacha notando la agresión.
- Dos, zas - 

El castigo concluyó con el décimo azote.

****************************************

A las 18:45 la joven de 21 años entró en la habitación designada. Una camilla, una silla especial con reposa brazos, mucha luz y una mesa donde se alineaban distintos instrumentos y cuyos cajones, a buen seguro, albergaban muchos más constituían el mobiliario.

Un par de minutos después entraron en la habitación un hombre y una mujer que vestían trajes blancos de un material parecido al cuero.

- Comencemos. Desnúdate de cintura hacia arriba y siéntate en la silla -  Anuncio la mujer.

La joven se quitó la ropa y con los senos al aire tomo asiento.

- Bebe agua, necesitamos que bebas al menos un litro.

La chica obedeció.

- Ciérrate 18A20 - dijo la mujer de blanco.

Unas anillas de metal surgieron de la silla atrapando los brazos que la muchacha tenía apoyados en el reposa brazos.

Media hora después a la chica le entraron ganas de orinar y solicitó permiso para ir al baño.

- Denegado. - dijo la mujer.

El hombre se puso unos guantes de látex y acercándose a la silla, pellizcó y estimulo de mil maneras los expuestos pezones por espacio de quince minutos. La chica se retorcía y gemía, sentía dolor y placer y al mismo tiempo tenía que controlar la urgencia de orinar. 

Cuando acabó el hombre tomo el control la mujer acariciando y frotando la entrepierna. 

- Por favor. Me meo. - 

Un rato más tarde, calculando que la muchacha estaba cerca del límite la liberaron.

- Tienes dos minutos.

La chica caminó hacia el baño, abrió como pudo la puerta, se bajó a toda prisa los pantalones y sentándose en la taza del inodoro, con un alivio difícil de explicar para quién no lo ha vivido, dejó escapar ruidosamente la orina acumulada.

De nuevo en la sala, siguiendo nuevas órdenes, tuvo que tumbarse en la camilla sobre el estómago.

- ¿Una inyección? - dijo alarmada viendo como el hombre sujetaba una jeringa con una aguja bastante larga.

- Es una vitamina - informó la mujer mientras desnudaba el culete de la muchacha.

El olor a alcohol precedió el frotado del húmedo algodón en la nalga, seguido de un breve y doloroso picotazo.

- Boca arriba, siéntate y separa las piernas. - dijo la mujer sujetándole los brazos por la espalda. Mientras tanto el hombre untó su dedo medio en vaselina y luego lo introdujo en la vagina de la chica. Luego comenzó a meterlo y sacarlo muy rápidamente. En cuanto notó que la zona estaba muy húmeda, cogió uno de los "juguetes" de la mesa, lo activo, y lo introdujo en el coño de la joven. La reacción no tardó en producirse, provocando un violento orgasmo. La muchacha maldecía y jadeaba a un tiempo.

Luego, casi sin tiempo para recuperarse, se tuvo que poner boca abajo. Anillos parecidos a los de la silla agarraron sus tobillos y muñecas. 

- Probaremos ahora con este juguete. - dijo el hombre.

La mujer separó las nalgas de la joven y el hombre introduzco las varillas en el ano. Luego lo activo. Una sensación, como si de una corriente eléctrica de puro placer se tratase, recorrió cada rincón del cuerpo de la joven. Diez minutos después, cuando el hombre retiró el aparato. El cuerpo desnudo continuó contorneándose. La joven no controlaba sus movimientos, el esfínter se abría y cerraba involuntariamente dejando escapar algunas ventosidades. 

Unos minutos después, apenas recuperada la respiración y con no muchas fuerzas. La muchacha notó como un tercer dispositivo invadía sus partes íntimas. Una nueva sensación, distinta a las anteriores la invadió y pronto un nuevo orgasmo tomo control de su cuerpo.

************

Epílogo

Había pasado una semana desde la sesión y todavía no había tenido sexo con nadie. Pensó en tenerlo con una amiga, o quizás con un vecino... o quizás sería mejor no pensar e ir a una de esas clases estatales donde te lo daban todo hecho. Se preguntó, como otras muchas veces, ¿por qué? ¿por qué cuando ellos quisieran? ¿por qué un horario? ... Se preguntó en qué momento el mundo había puesto en venta la Libertad.


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