The FukBoy Vol. 7 El ranking de héroes

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El joven mulato estaba descansando sobre su cama, leyendo un comic, a la par que escucha música, con los cascos a todo volumen. Al final, había liado a su maestro, para meter al perro en su pequeño apartamento, por lo que estaba feliz. Hacia tan solo unos días, había podido bacilar de su nueva vida, delante de sus amigos, en la barriada del distrito pobre, ya que, aunque tan solo viva en un pequeñísimo apartamento compartido, la mayoría de ellos, viven entre cuatro chapas con un techo de uralita, que le habrán podido confiscar probablemente a algún cadáver. Además, había conseguido un certificada de trabajador, por pertenecer a la Liga, Muerte DirtyEar, para entrar y salir cuando se le antojase. DoggyNoBrand se había adaptado perfectamente al apartamento, y HoodMan, aparentemente debe de haberle tomado cariño, pues no permitía al animal, salir volando por la ventana, entre la tremenda vorágine de viento que se había arremolinado en el exterior. En cuanto FukBoy se quitó los cascos, se le desorbitaron los ojos ante el dantesco escenario y el ruido infernal. Inmediatamente ayudó a HoodMan a meter a dentro al perro, y encerrarlo en el baño, con su flamante puerta nueva, para inmediatamente, escuchar una leve vocecilla, acallada por el vendaval, que parecía provenir de la calle, mientras que intentaban cerrar la ventana.

—¡Gilipollas! —Creyeron escucharle a Manolo—. ¡¿Para que coño queréis el teléfono?!

—¡La línea se ha cortado con el vendaval! —Le gritó HoodMan—. ¡Subnormal!

De manera súbita, CroCrack y Demolición, pasaron volando cerca de la ventana. El hombre rana se pegó a la pared, y agarró a su compañero.

—¡La alcaldía nos ha llamado! —Les informó Demolición, a la par que lucha por no salir de nuevo volando—. ¡Estamos en estado de alarma!

—¡Debe de ser un kaiju gigantesco! —Gritó emocionado FukBoy—. ¿Vamos a enfrentarlo?

En aquel instante, Fusible pasó volando frente a la ventana, y se aferró a la perna de Demolición.

—¡¿Qué coño un kaiju?! —Gritó Fusible—. Ojalá. Son Nestor y Velaska, peleándose de nuevo.

—¿Y quienes son esos? —preguntó el mulato intrigado.

—Luego te lo cuento —le prometió Fusible—. Tenemos que ayudar con la evacuación.

Entonces, el viento arrancó a CroCrack de la pared, arrastrando a los otros dos héroes con él.

—¡Que bajéis de una puta vez! —Les pidió Manolo.

—¡Joder, que no todos pesamos una tonelada! —Se permitió HoodMan recordarle.

 En cuando se equiparon con sus uniformes, y una mochila llena de escombros que habían apañado en la propia habitación, HoodMan y FukBoy bajaron a ayudar. Los ciudadanos se aferran a las paredes y las farolas, mientras que cargan con tapas de alcantarillas, papeleras y todos los objetos pesados que se puedan encontrar. Algunos, ya están atrapados en el remolino infernal, sin salvación alguna. En aquel momento, no hubo distinción alguna. La batalla, estaba teniendo lugar sobre el distrito central, por lo que, ricos, nobles, obreros, y hasta el alcalde y los altos cargos, tuvieron que evacuar. En cuanto estuvieron a salvo, desde la lejanía, FukBoy observó a aquellos dos titanes, enfrentándose entre sí, mientras chocaban sus lanzas. Ambos muy parecidos, aunque de sexos opuestos. Mientras que él tiene los ojos marrones, y el cabello del color de las llamas, en punta, ella, tiene unos preciosos ojos azules, y el pelo largo y castaño. FukBoy enseguida se quedó prendado de la chicha. Él, volaba a lomos de una enorme rapaz, y sostiene una lanza negra. Ella, lo hacía por medios propios, con dos hermosas alas de plumas blancas, y porta una lanza igualmente de un blanco impecable. El cielo se estremeció una vez más, cuando ambos chocaron sus lanzas.

—Dios, es guapísima —aseguró el muchacho—. Debe de ser la villana más hermosa de todas.

—¿Villana? —Le preguntó Madan Vieika, que también había estado allí, junto a muchos otros héroes, ayudando con la evacuación—. ¿Y como demonios la puedes ver desde aquí? Debe de estar como a diez o veinte kilómetros.

—Haciendo un poco de zoom —aseguró el joven mulato, ante el asombre de sus compañeros, boquiabiertos—. ¿Qué pasa? ¿Es algo raro? Probadlo.

—Es la hostia de raro, niño —le aseguró la vieja—. La gente normal no hace esas cosas. Iré a llamar a Nodens.

—¿Quiénes son entonces esos dos? —Le preguntó FukBoy a sus compañeros.

Inmediatamente, Demolición sacó un catálogo de héroes. —La chica es Velaska, número uno en el ranking de héroes. El otro es su hermano mellizo, Nestor, número dos. Se van alternando el primer puesto.

—¿Héroes? —Preguntó FukBoy—. ¡Pero si están destrozando la ciudad! ¡¿Y a que te refieres con el ranking?! ¿Hay un ranking de héroes en la ciudad?

—En la ciudad, en el país y en el mundo —le conformó Manolo.

—¿Y ellos son los números uno y dos de la ciudad? —Preguntó FukBoy.

—Del Mundo —le respondió Fusible.

—¿Y HoodMan, en qué rango está? Es el líder de nuestra Liga, algo habrá hecho.

—Yo estoy en el puesto ciento nueve, chico.

—¿Del mundo?

—De la ciudad.

—…, ¿Vamos a morir aquí?

—Probablemente —le confirmó Fusible.

—Dicen que el padre de los mellizos, es la representación en la tierra, del dios Muerte, que rige el final del todo, en el orden cósmico, y que algún día, pondrá fin a nuestro mundo —les informó Demolición.

—Inquietante —dijo el muchacho, absorto en la lucha que estaba teniendo lugar en el cielo.

—Si, y también dicen que la madre de los mellizos, es la representación de la diosa de la Vida, que rige en el orden cósmico, y que algún día pondrá también fin a nuestro mundo —le informó Manolo.

—Eso no tiene puto sentido —aseguró FukBoy, totalmente convencido.

—Pues no —admitió el más obeso de la Liga—. Pero se dicen muchas gilipolleces.

—¡Toma hostia! —Gritó el joven mulato, con el puño en alza.

—¿Que está pasando? Contadnos algo —les pidió Fusible, tanto a FukBoy, como a HoodMan, quien también parecía tener el zoom enfocado en la pelea—. Vaya dos.

—La tía le acaba de dar un puñetazo al águila de su hermano, y se han despeñado contra el suelo —les describió el joven entusiasmado—. Y ahora hay otra chica preciosa…, ¿cómo? ¡También tiene alas! Creo que es el águila, ha cambiado a una forma humana. ¡No! Ha golpeado a Velaska. La mataré.  

—Debe de ser Haisvelg —dedujo Demolición—. No está en el ranking, pero siempre va junto a Nestor. Dicen que es una guardiana creada milenios atrás, por un científico loco, y que algún día…

—No me lo digas —le interrumpió FukBoy, arrojándole una mirada apagada—. Algún día traerá la ruina a la tierra.

—Eso mismo.

El joven mulato, volvió a enfocar la batalla. —Daría lo que fuera por acariciarle las alas a Velaska. Creo que debemos de tener la misma edad…, sea la que sea.

—Esas alas están echas de veneno, chico —le prometió Manolo.

—¿Dices que atraen a los hombres, para después llevarlos a su perdición? —Le preguntó FukBoy, sin perderle la pista a su nueva musa—. Estoy jodido.

—No idiota. Digo que, literalmente son de veneno —le aseguró Manolo—. Los mellizos dominan el veneno a voluntad, entre otras cosas.  Y de tener la misma edad nada. Según los registros la chica tiene más de mil años.

Entonces, un poderoso rayo partió el cielo en dos, deteniendo el combate. Quien emergió de entre las nubes, sí que era un hombre aparentemente más adulto. Serio. Desde la posición de FukBoy, parecía que les estaba echando la bronca a los mellizos. Tanto que, cuando miraron al suelo, ni siquiera parecían haberse dado cuenta del caos que habían provocado. El vendaval se detuvo de inmediato.

—Ese es Nodens —le informó HoodMan, quien había permanecido callado por un buen rato—. El archirrival de Chispitas.

 —Pero…, ¡¿qué dices mongolo?! —Le preguntó Fusible, sin ni siquiera corregirle el hecho de que había pronunciado mal su nombre—. Ese tío es el tercero en el ranking mundial. Destruye a gigantes sin el más mínimo esfuerzo. Yo no le hago ni sombra. Dicen que es hijo del dragón de la tormenta. El dios que algún día traerá la destrucción a este y otros mundos.

En cuanto Velaska se marchó, FukBoy hizo lo propio, sin decir nada más.

—¿A donde te crees que vas? —Le preguntó Manolo—. Tenemos que ayudar a recoger la ciudad. Ahora somos héroes oficiales.

—Está bien —le dijo el muchacho—. Pero a la que terminemos, me apunto a un gimnasio.


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