Karlota y tres jóvenes estudiantes

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Karlota, tras su separación decidió alquilar dos habitaciones de su casa a estudiantes, para poder estar un poco mejor económicamente. Vive en una amplia casa terrera con jardín y pequeña piscina y tras la subida del alquiler se le hace muy cuesta arriba llegar a fin de mes, pues su trabajo en una oficina no le llega. Desde que comenzó con esta nueva experiencia pensó que era mejor vivir acompañada que no sola en la casa, aparte de por la ayuda que suponían los ingresos extras para abonar el alquiler.

Las primeras inquilinas fueron Mirta y Raquel, dos jóvenes estudiantes de 22 y 23 años que venían a la universidad. Utilizaban la misma habitación. Más tardes vino Jorge, de 18 años, que utilizó la otra habitación más pequeña.

Karlota tenía cuarenta y cinco años, pero físicamente aparentaba menos, a pesar de que no se cuidaba mucho. Cuando llegaron las chicas a su casa comenzaron a asesorarla y animarla a atender su imagen un poco más.

Mirta comenzó a maquillarla y también la ayudaba con la depilación. Primero eran solo las piernas, pero pronto ya se atrevía con la depilación de su pubis, que marcó un antes y después en sus relaciones, con una mayor confianza que hacía que se contaran sus confidencias de tipo sexual. Karlota llegó a regalarle un succionador de clítoris y algún otro juguetito sexual, pues le confesó que en los periodos de abstinencia recurría a masturbarse para satisfacerse. Mirta se lo agradeció dándole un beso en la boca e invitándola a pasar una tarde juntas con los nuevos regalos, pero un día que estuvieran solas en la casa, pues con Raquel no tenía ese grado de complicidad.

Raquel se había partido una pierna y actualmente estaba en periodo de recuperación. No asistía a las clases en la universidad pues aún tenía muchas dificultades de movilidad. Un día a la semana acudía la ambulancia para llevarla a sesión de rehabilitación y cada día tenía que masajear su pierna con una crema especial, tarea que hacía su compañera Mirta.

Ahora venía un fin de semana largo pues el lunes era festivo y Mirta y Jorge se iban a sus casas.

Raquel habló con Karlota para que la ayudara con su pierna, a lo que no tuvo inconveniente, al contrario era una satisfacción ayudarla, según le dijo.

El viernes por la noche ya tuvo que masajear su pierna. Raquel se colocó en su propia cama, con una camiseta y un pantalón corto. Karlota le masajeó su pierna arriba y abajo, llegando hasta las mismas ingles, algo que la ponía un poco tensa ruborizándose cuando Karlota pasaba sus manos por allí.

-Yo creo que es bueno masajear también tu otra pierna, pues como apenas caminas le viene bien -le dijo Karlota.

-Si gracias, la verdad que te lo agradezco, pero no quiero darte más trabajo, en este fin de semana que tienes libre de oficina - contestó Raquel.

Karlota ponía abundante crema en sus manos y la extendía por sus piernas, y se entretenía en sus ingles, que ya la estaban poniendo cachonda.

Karlota le dijo que su pantalón se estaba manchando de crema, y que mejor se lo quitaba. Sin esperar su respuesta lo agarró con las dos manos y tiró de él, sonrojándose nuevamente Raquel y llevando sus manos hacia su pubis para intentar ocultarlo, pues no tenía nada debajo.

- No te preocupes, somos ambas mujeres y además yo puedo ser tu madre - le dijo Karlota.

Tras estas palabras se relajó un poco y poco a poco fue separando sus manos y dejando su pubis a la vista, algo que le produjo una mayor satisfacción a Karlota.

Al continuar con el masaje se fue relajando y separando sus piernas un poco más, dejando su sexo más a la vista, el cual ya daba señales de un poco de excitación, por algunas gotas que asomaba entre sus pelos vaginales.

Al darle las buenas noches Karlota se acercó para darle un beso en cada mejilla y decirle que no dudara en llamarla si la necesitaba.

Raquel le contestó que tocaría la campana de su mesa de noche para avisarla si necesitaba levantarse por la noche para ir al baño, pues no podía moverse sola.

Karlota asintió a su propuesta.

Estando ya en la cama Karlota pensó que era mejor que durmieran juntas, pues ella tenía un sueño profundo y podría no oírla cuando la llamara.

Fue a la habitación de Raquel y se lo planteó. Para llevarla a su cama la cogió en brazos, observando que seguía solo con la camiseta por lo que una de sus manos se posó en sus nalgas desnudas.

La recostó en su cama y luego fue a traer sus muletas.

Raquel le dio las gracias por lo bien que la atendía y se acercó a darle un beso en la mejilla abrazándose. Karlota aprovechó y pegó sus labios a los de Raquel dándose un intenso beso. Sus piernas desnudas se tocaban y también sus pubis, pues Karlota se había quitado su camisón al acostarse en la cama, ayudando luego a Raquel a quitarse su camiseta. Así continuaron las dos desnudas una junto a la otra.

Raquel estaba un poco tensa y le dijo que ella no era lesbiana, que le gustaban mucho los hombres.

Karlota se sonrió y le contestó que a ella también le gustaban los hombres y no por eso dejaban de gustarle las mujeres también.

Karlota comenzó a masajear los pechos de Raquel, a la vez que se iba relajando y empezando a estar más a gusto.

-Son muy bonitos y me gusta tocártelos - le dijo Karlota.

-A mí me gustan más los tuyos que son más grandes y me gustaría comértelos, -le contestó Raquel, ya totalmente desinhibida.

Karlota acercó sus pechos a la cara de Raquel para que pudiera chuparlos, a la vez que acercaba su mano a aquel joven chochito para masajearlo.

Al momento Raquel empezó a dar pequeños gemidos de satisfacción y más aún cuando fue la lengua de Karlota quien continuó acariciando su chochito, recorriendo su raja y su clítoris, produciéndole una explosión de placer que la hizo llegar al orgasmo.

Raquel acercó su boca para chuparle el chocho de Karlota para devolverle el favor y hacerla llegar también al orgasmo. 

Sus manos estaban aferradas a sus glúteos mientras su lengua recorría todos los rincones de sus labios vaginales y el botón mágico de su clítoris.

Karlota pudo apreciar que bajo la apariencia de timidez Raquel era una experta comiendo coños, algo que aprendió en el internado femenino de la Residencia religiosa donde estudió, según le contó más tarde.

Mirta llamó que regresaría una semana más tarde por enfermedad de su madre, algo que tanto Karlota como Raquel celebraron, aunque Jorge si regresó el lunes.

Esa misma noche Raquel precisó ir al baño y la acompañó Karlota, desnudas como mismo estaban en la cama fueron hacía al baño, encendieron la luz y allí estaba, con la única luz de la luna que entraba por la ventana, Jorge masturbándose en el lavabo. Se quedó de piedra, rojo como un tomate y no podía ni articular palabra, ellas también se quedaron mudas.

-Jorge ayúdame con Raquel -le dijo Karlota como si nada.

Se subió el pantalón de pijama y se acercó a ayudar.

-Jorge ¿te parece bien que tu estés vestido y nosotras desnudas? - dijo Karlota.

Jorge se quitó la camiseta y Karlota lo ayudó a quitarse el pantalón, saltando como un resorte su joven instrumento.

-Esto necesita relajarlo un poco, que no es nada sano esta tensión - le dijo Karlota mientras agarraba su polla con la mano.

Raquel seguía sentada orinando y Karlota acercó la polla de Jorge junto a su cara.

-Chúpala Raquel, que este chico necesita ayuda para que pueda dormir relajado, -le dijo Karlota.

Raquel se la introdujo en su boca y empezó a chuparla como una poseída, mientras Karlota lo abrazaba por detrás restregando su chocho a su culo y masajeaba sus tetillas.

Raquel consiguió que soltara su leche, que se tragó sin rechistar, compartiéndola luego con Karlota en un intenso beso de ambas jugueteando con sus lenguas.

Después de llevar a Raquel hasta la cama, Karlota le pidió a Jorge que se quedara con ellas, para que la sesión fuera completa.

Karlota dirigió la polla de Jorge hasta el chocho de Raquel, que abrió los ojos como platos, no se acababa de creer lo que estaba sucediendo.

Jorge estuvo en un continuo mete y saca de aquella polla en aquel chochito mientras Karlota la besaba y le acariciaba sus tetas.

Raquel dio señales de llegar al éxtasis con un gran grito que inundó toda la habitación.

Karlota agarró la polla de Jorge y comenzó a chuparla hasta limpiarla de la última gota de esperma. Al momento ya estaba empalmada otra vez. No se lo podían creer.

-Ahora te toca a ti, que te meta hasta dentro ese cipote maravilloso - le dijo Raquel.

Karlota se puso a cuatro patas en el suelo, con el culo en pompa dirigido hacia donde estaba Jorge, quien se agachó, comenzó a pasar su lengua por el ano para ensalivarlo bien, acariciándolo con sus dedos e introduciendo uno dentro, hasta conseguir que estuviera suficientemente relajado para introducir su polla sin hacerle daño. Poco a poco fue jugando con la punta de su polla en la entrada de su orificio anal y despacito lo fue introduciendo no sin ciertos quejidos al principio y gritos de satisfacción más tarde por parte de Karlota, que también dio sus gritos de satisfacción al llegar al orgasmo con la polla de Jorge dentro de su culo y Raquel viéndolos mientras se acariciaba su chochito y también llegaba a un nuevo orgasmo.

Durante esa semana estuvieron muy activos los tres, y planeando como harían cuando llegara Mirta, pues no querían dejar de disfrutar de los nuevos juegos de la casa de Karlota.


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