Las miguitas de la gratitud

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Estoy en la cocina, para mi la cocina es siempre mi lugar especial, es donde soy realmente feliz es donde conecto conmigo, donde cocino para mi y para el resto, es donde realmente soy, por que creo, en mi, en los otros y en el universo.

Y estoy triste, tengo pareja, convivimos juntos y las cosas no son como a mi me gustarían. Ayer hicimos la compra y no terminamos de guardar las cosas. Esta mañana ha desayunado y no ha limpiado las miguitas.

He hablado con el de compartir visiones, he hablado con el de compartir las responsabilidades, pero no creo que me termine de entender, no creo que terminemos de conectar. En parte no quiero yo molestar, en parte él no quiere estar a esos detalles. Creo.

Y la realidad es que la cocina está desordenada, y a mi me molesta, y él no parece darle importancia. Así que yo me dedico a limpiar la cocina, en vez de hacer lo que quisiera. Y la realidad es que me cargo de malestar, en lugar de estar disfrutando de esta vida.

Y eso quiero que cambie.

Esta semana es luna nueva, así que además de hacer el planning de la semana, lo estoy haciendo del mes lunar. Quiero quiero ser, y como.

Mi plan es estar en gratitud.

-¿Y como voy a estar en gratitud con la cocina como esta? -Me pregunto.

Si la cocina es el reflejo de mi corazón, en mi casa, que es el reflejo de mi cuerpo. Y no estoy contenta con como está mi corazón, con como otros lo tratan, mi pareja entre otros.

Ahí empiezo a sonreír. Pero Maria, los otros hacen en tu vida, o los otros hacen, y es tu reacción sobre lo que pasa sobre lo que tienes algún tipo de control.

Ahí me empiezo a reír, una tímida sonrisa aparece en mi cara y se va ensanchando. Vale, ya lo veo.

Así pues, la culpa no es de las miguitas, ni de nadie. Nadie es culpable. Lo que falta es conexión, una visión común y unas disciplinas que nos mantengan ahí.

-¿Y cual es la mejor forma de conectar? - Me pregunto en retorico

-La mejor forma de conectar es estando en el corazón y abierta y compartiéndome, y para ello, estar en gratitud, y para ello, reírme de todo, hasta de mis sombras.

Ahí me relajo y mis sombras se acercan.

-¿Hablamos ya? Me preguntan.

-No nos haces caso. Se quejan.

-Nos tienes abandonadas. Siguen

-Has encontrado a este chico que tanto te gusta, y nos haces menos caso, te has centrado en servirle a él en vez de a nosotras. Culminan.

Respiro, y sé que tienen razón.

Y estoy agradecida, me sigue dando rabia que haya miguitas en la cocina, y hasta ellas se quejan:

-Maria, todo lo que te molesta de fuera, es algo tuyo que no estas aceptando. Me recuerdan las miguitas.

Y ahí  sonrío.

Y me recuerdo:

-La sanación empieza por hacerme consciente. Y sonrío, estoy en mi camino.

Así pues, me siento, miro el caos que me rodea. Y me rio, soy feliz. 


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