Viaje a la isla. Recuerdos.

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     El tren regional se adentró en el bosque, asientos de madera, cuerpo de metal y la brisa colándose por la ventanilla semi abierta, trayendo olor a tierra mojada.

      A mi lado, sonriendo, se encontraba la mujer más hermosa del mundo. Bella por fuera y por dentro. Sus palabras acariciaban mis oídos, el sonido de su voz tranquilizaba mi alma. Aquella escapada prometía tanto que, en ese instante, desee poder parar el tiempo y hacer que aquel momento y aquellos anhelos durasen para siempre.

      El paisaje cambió por completo cuando el vagón salió de una curva. Los árboles se hicieron escasos y el mar en calma apareció ante mis ojos. Una voz grabada anunció, en dos idiomas, el nombre de la estación.

     Camino de la estación al puerto empezó a chispear y nos dimos prisa para llegar a una sala acristalada. Allí tomamos asiento al lado de otras parejas.

     Recuerdo el barco que nos llevó a la isla y al hotel, la habitación con el balcón, el yacuzzi y las vistas a ese espejo azul donde volaban las gaviotas y un barco de pesca dibujaba siluetas en el agua.

    De nuevo la lluvia, dispuesta a privarnos de una noche romántica paseando bajo el hechizo de la luna.

   La cena, a la luz de los farolillos y bajo el sonido de un piano fue abundante y variada. Comentamos cada plato, reímos, disfrutamos.

   De vuelta en la habitación nos sentamos en el borde de la cama. Contemplé el mar, le miré a los ojos y nos besamos. Percibo, como si estuviera ocurriendo ahora mismo, el sabor de su boca y el tacto de sus labios. 

Luego, vestidos de piel, fuimos a la cama.

   Ahora todo aquello no es más que una memoria, un sueño de ota vida que el tiempo moldea a su gusto. A veces dudo del recuerdo, o quizás lo que tengo es miedo a perderlo, o quizás a olvidarlo o peor aun, a pensar que nunca ocurrió y no es más que el fruto de mi imaginación. 


****************

Epílogo

Dedico este y otros muchos pensamientos a alguien muy especial, capaz de tranformar el gris en arco iris.  No es el lugar, ni su belleza, ni sus monumentos lo que hacen irrepetible viajar... Es la persona con la que compartes experiencias.


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