Reconocerme

Por
Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
757 visitas

Marcar como relato favorito

- Madre, me estoy dando cuenta de que no me celebro, que no me doy tregua, que no me acepto, me lleno de demandas, me gustaría que me ayudaras a darme cuenta de todas las cosas que ya hago bien. - Pido.

- Pero hija, cómo voy a hacer eso, ¿tu no has visto como el resto son mucho mejores que tu? ¿Tu no ves como todo el mundo hace las cosas mucho mejor que tu y que por eso te metes en esos líos? - Me responde mi madre.

- Vaya madre, yo venía buscando confort. - Respondo.

- Para comfort debieras procurartelo tu a ti misma, yo te comento las cosas como las veo, claro. - Me responde mi madre.

Ella sigue hablando, pero yo ya no estoy presente.

Voy donde mi pareja,

- Cariño, me vendría bien una ayuda para darme cuenta de que estoy bien, de que hago las cosas bien, de que aporto positivo. - Le comento a mi pareja.

- ¿Ya estas con la misma historia otra vez? María, te he dicho un millón de veces que debes ser tú quien te encargues de ti misma, yo ya tengo suficiente con lo que tengo. Deja de pedirme cosas que no tengo tiempo para hacer nada por nadie. - Me responde mi pareja rápidamente.

Y se va.

Así pues, me pongo a cortar la hierba. Antes no sabía cortar hierba, he aprendido hace un año, y me encanta estar entre árboles, son mis seres preferidos del mundo. Me gusta cortar la hierba, la sensación de hacer algo bueno por el mundo, para agradar y para mejorar el mundo y además, es algo físico, sencillo y repetitivo, y a la vez como un juego, que me relaja y me ayuda a estar conectada con el universo.

Yo lo intento, pero este modo no me funciona, no consigo conectar.

- Vaya mierda. - Me digo.

Una voz me dice:

- Cuando nada funciona alrededor, es que tu conexión contigo no funciona. ¿Por qué buscas aprobación fuera?

- Por que me llega mucho ruido, diciéndome como debiera estar haciendo las cosas, quiero que esas voces se callen y me escuchen. - Respondo.

- ¿Y porque no hablas con esas voces? - Me pregunta el universo.

- Uh. - Respondo.

Paro para respirar, porque noto un cambio de aires, ideas que colisionan. Y esta vez, no estoy en su camino.

- ¿Siempre? - Pregunto, y dejo de respirar.

- Cuando así lo sientas, yo solo te doy la idea, y dejo que germine. - Responde esa voz que tanto me gusta.

Esta vez dejo las herramientas y paro.

- Así pues, ¿tengo otras opciones? Además de aceptar o luchar, ¿puedo compartir quien soy? ¿Así de fácil? - Pregunto.

- Claro Maria, y muchas otras opciones, también puedes sentarte a observar. - Responde la voz. - Claro, que ni que decir tiene que las cosas van mejor cuando observas con el ojo del corazón, aunque siempre puedes mirar con la mente o con el estómago. Y también puedes no mirar, también puedes chillar, también puedes rechazar, también puedes revelarte, también puedes salir corriendo. Hay muchas opciones, además de asentir y apagar tu fuego.

Paro para respirar otra vez. Son ideas que ya sabía, y que parece que están asentándose, que están calando más hondo.

- Gracias voz. - Respondo.

- Te mereces un premio y un descanso. Este fin de semana te hemos visto dejandote el pellejo por otros. Cierra los ojos, siéntate, y déjanos que te mimemos. - Dice la voz.

- ¿Te acuerdas de los momentos ancla que a tanta gente le has ayudado a crear para que vuelvan a sitios seguros? Eso lo vas a crear tú, llenando de fotos tu casa, de momentos divertidos y con gente que te es importante.

- Ahora lo que vamos a hacer es reescribir quien eres. Así pues, dejanos hacer.

- Siéntate en el suelo y nota como en el suelo tienes esa tela, ese mantel que tanto te gusta para las merendolas. Siente el tacto, es suave, verdad, y a la vez es gordito, ¿verdad?

Asiento con la cabeza.

- ¿Notas en el suelo como de mullido es? - Me pregunta la voz.

Asiento y me transporto al lugar que me esta creando la voz. Es un lugar que se que nunca ha existido, y que a la vez agrupa muchos de los mejores momentos de mi vida.

Estoy sobre el mantel que tanto me gusta, enfrente de los almendros, cerca de la piscina de mi tio, es el lugar más húmedo de la huerta. Estoy en mi querida huerta, me siento querida. Tengo agua, y unas pipas, miro a mi alrededor y unos amigos aparecen, son amigos que me adoran y me aceptan como soy. Asiento, acepto su presencia y la voz me dice:

- Relajate más, acepta nuestro cariño.

Y eso hago, me relajo, y el cariño llega, pero de una forma inesperada.

Son mi madre y mi pareja, quienes se sientan en la hierba, tímidos, fuera de la manta y quienes dicen:

-María, solo queremos ayudar, ¿por qué no nos dejas?

Me quedo muda, no se que decir.

- Respira. - Me dice la voz.

- La gente ama como puede. - Sigue la voz.

- Sigue respirando. - Me dice la voz.

Sigo muda, y a la vez le clamo al universo:

- Pero universo, quiero estar por ellos. ¿Por qué no me sale?

- ¿Te sientes segura alrededor de ellos? - Me pregunta la voz.

- No, les veo como me he visto a mi, como volcanes a punto de estallar, y no me siento preparada, para estar por ellos, no soy perfecta todavía. - Le respondo a la voz.

- ¿Perfecta? - Me responde la voz, y aunque no veo el guiño, lo siento, así como el calor y el cosquilleo que se que acompañan a los guiños de la voz.

- Mierda, digooooo, gracias voz por pillarme. Si, ahí estoy a veces, no haciendo cosas por miedo a no ser suficientemente buena.

- ¿Si? - Dice la voz. - Yo creo que eres muy valiente, curiosa, y fuerte, y generosa. ¿Pero no eras tú la que se fue a Alemania sin dormir a hacer un trabajo del que no sabías casi nada? ¿Pero no eras tú la que te fuiste a Corea a poner en marcha un sistema que todavía no funcionaba? ¿Pero no eras tu la que salto en el coche y dijo, yo hago funcionar esta relación?

- Pero, esta vez no se trata de nada que se pueda arreglar dándole golpes con un destornillador. Esta vez se trata de personas, y son personas que me importan mucho. Así que no se que hacer. - Respondo. - Tengo miedo. Acabo.

- ¿Que es miedo, sino falta de plan? - Me dice la voz. - ¿Cual es tu intención?

- Ayudar a la gente a conectar en el amor. - Respondo.

- Pues para eso hace falta un electricista. - Me responde la voz. - Estate presente, que tú puedes.

Respiro hondo, sonrío.

- He vuelto. - Me digo y desdoblo el mantel para invitar al resto.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed