CONFESIONES 2ª parte

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A Ester le sorprendió que su marido quisiera contarle algo a modo de confesión, cuando todo parecía aclarado, y más teniendo en cuenta lo engorroso del asunto. Hasta ese momento, creía conocer perfectamente a su marido, pero ahora no estaba tan segura y se moría de ganas por saber de que se trataba. Ester, se sentó de nuevo como antes, y Elmer hizo lo mismo pero con movimiento mas lento. A pesar de la decisión, no estaba seguro si sería buena idea, pero ya no podía echar marcha atrás.

-Bueno, tu dirás- le dijo Ester, viendo que le costaba arrancar.

-Pues... se trata de que en realidad si que me gustaría verte follar con otros tíos- y se quedó mirándola esperando que su reacción fuera la peor.

Ester quedó boquiabierta, sorprendida,sin poder decir nada. En su interior pensó “aquí hay gato encerrado, nunca había comentado nada parecido”. Hubo un momento de silencio y...

-¿Qué pasa? ¿Tu eres tonto o qué? ¿Seguro que no te has liado con alguna?- dijo enfadada.

-No,no, no se trata de eso- interrumpió rápidamente Elmer -en mi vida no hay nadie mas que tu...

-Entonces, ¿a qué viene esa chorrada de que te gustaría verme follar con otros tios?

lo que quiero decir es que siempre he tenido esa fantasía, pero nunca te la había dicho. Cada vez que lo hacíamos te imaginaba con otros y eso me excitaba. Nunca te dije nada por temor a como reaccionaras. Pero siempre me he sentido liberal. Ya sabes a qué me refiero, a intercambio de parejas y todo eso, ya pensaba así antes de casarnos- aclaró Elmer -Lo cierto es que, he sido y soy muy feliz contigo como matrimonio tradicional, pero quería saber como reaccionarías tú ante diferentes posibilidades. Por eso en vez de explicarte nada, comencé por que imaginaras a tíos, primeramente solos, y como vi que te gustaba, quise probar mas. Pensé que de ese modo podría saber tus gustos y cuales serían tus fantasías.

Ester, no salía de su asombro, pero al menos su explicación sí aclaraba sus fantasías

-Bueno, pues me alegro de que no haya nadie por medio- dijo Ester con tono muy serio y evidente enfado -pero de todos modos me siento engañada. Después de años de casados es una sorpresa descubrir que mi marido es liberal. Lo tenías que haber dicho desde el principio. ¿Como quieres que me sienta yo, ahora?

-No te he engañado con nadie, solo quería que supieras lo que siento, simplemente eso- dijo Elmer, y se tumbó de nuevo en la cama.

A Ester le hubiera gustado decirle alguna cosa mas, pero prefirió dejarlo para el día siguiente.

Casualmente, ya en la oficina, Ester, escuchaba como algunos compañeros de trabajo comentaban la inauguración de un nuevo local de intercambio de parejas que quedaba bastante cerca. Lo que la sorprendió fue el hecho de que entre ellos había dos compañeras mas jóvenes que ella, y comentaran con entusiasmo su deseo de conocer el lugar, y hacían chiste de ello. De los hombres se esperaba cualquier cosa, pero no de las mujeres. Se dio cuenta que ese asunto no era tan raro entre los mortales de a pie como ella pensaba. Apuntó en una nota el nombre del lugar. Puesto que su jornada terminaba a las cuatro de la tarde y Elmer no llegaría hasta las ocho, aprovecharía ese momento para buscar en Internet alguna información.

Ahora estaba sola en casa. Se duchó, se puso muda limpia y una bata para estar cómoda. Se sentó frente a su portátil buscando el lugar que apuntó en la oficina. La, información que encontró consistía en fotografías del lugar y las distintas dependencias en las que no vio nada del otro mundo. El texto daba todo tipo de detalle para el disfrute de los asistentes, así como algunos enlaces que abrían otras páginas que explicaban con detalle sobre la práctica, las normas del lugar y la higiene. También algunos consejos para los iniciados. Le pareció una información curiosa y totalmente desconocida para ella, pero interesante. Aunque ella no se veía capaz de participar en ese rol, apreció que era gente bastante corriente los que participaban de ese juego.

Al margen derecho de esa página, había un videoclip que duraba unos pocos minutos sobre ese tipo de lugares y Ester pinchó para verlo. Quedó impactada, pues nada mas verlo, apareció en escena una pareja practicando sexo al estilo perro sobre una cama dentro de un cuarto pequeño e iluminado con luz roja. La mujer, que parecía de mediana edad, era penetrada por detrás supuestamente por su marido, al tiempo que esta, masturbaba y chupaba con avidez el pene que asomaba por un agujero de la pared que tenía enfrente de sí. Instintivamente su reacción fue apagar el vídeo. Nunca había visto pornografía, no era partidaria de ello, siempre criticó a quienes lo hacían.

Se levantó y fue a la cocina a prepararse un café, ya había leído y visto bastante. Mientras se tomaba el café, Ester, no podía dejar de pensar en las imágenes vistas en el videoclip. Trataba de pensar en otras cosas, pero volvían a su mente. En pocos minutos pudo mas la curiosidad. Y “¿Por qué no?” se dijo así misma, “si a mi marido le gustaría verme follar con otro ¿por qué no puedo verlo? ¿Qué mas da?”. Fue de nuevo al salón frente al portátil y buscó de nuevo la página siguiendo los pasos que efectuó anteriormente. Allí estaba el vídeo, pinchó en él para que comenzara, y en el icono que expandía el vídeo a pantalla completa.

Sin sorpresas, se detuvo en cada uno de los detalles, sin poder evitar hacer comparaciones con su marido. Le daba un poco de asco ver como la mujer chupaba con tanto esmero el pene de aquel desconocido, pero siguió viéndolo. Aquella polla le parecía especialmente atractiva. Delgada pero larga y ligeramente curvada hacia arriba. Y sobre todo, lo mejor para Ester, que estaba circuncidado y depilado, lo que le daba un aspecto pulido y estilizado, parecía que la erección de aquel tío era tal, que estiró la piel al límite como un globo a punto de estallar.

Casi sin darse cuenta, tenía la mano derecha entre las piernas sobre las bragas mojadas y totalmente excitada. No se había masturbado desde que era soltera, no la había hecho falta. Ahora la situación era diferente, estaba sola, y un fuego abrasador la consumía por dentro. Solo había una forma de apagarlo. Se desabrochó la bata sin quitársela, se quitó las bragas y apoyó los pies sobre la mesa con el portátil entre ambos, dejando su pubis de vello castaño ampliamente abierto. El videoclip había terminado. Volvió a encenderlo, quería ver aquella polla mientras se masturbaba. Estaba desesperada y tenía prisa por terminar. Agitó su clítoris al punto ebullición, metió la yema de su dedo medio dentro su vagina con movimiento rápido y acompasado hasta alcanzar un orgasmo largo y profundo como hacía mucho tiempo no disfrutaba.  CONTINUARÁ  


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