Un encuentro casual Gabriela

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Cuando la vi caminando por la calle detuve mi auto y bajé para preguntarle una dirección. Ella me indicó como llegar y le ofrecí llevarla pues teníamos casi el mismo rumbo. Ella era una mujer con un lindo cuerpo, 1.70, cabello castaño, una linda cara, unos pechos medianos y un trasero que de verlo se me empezó a parar la verga. Le empecé a sacar plática y me dijo que estaba soltera. Se llamaba Gabriela, trabajaba en unas oficinas como secretaria.

Llegamos a su trabajo y me dijo que más adelante está la dirección que buscaba. Antes de salir le di mi número de teléfono y nos despedimos. El resto del día pasó sin ninguna novedad.

Al otro día sonó mi teléfono, contesté y era Gabriela.

- hola, ¿cómo estás?

- Yo bien y tú, ¿qué tal? ¿cómo estás? Este es mi número de cel, tengo algo de trabajo, pero si gustas en la tarde podemos platicar cuando salgamos del trabajo.

- Por mi encantado.

No lo podía creer, esa hermosa mujer me invitaba a platicar.

Esa tarde al salir del trabajo la llamé. Ella aún estaba en su trabajo.

- no te preocupes, en cuanto salgas, yo voy a estar esperándote – le dije.

Pasaron 20 minutos y la vi salir. Traía un traje sastre azul marino, una blusa blanca y el cabello suelto. Se veía hermosa. Una sonrisa divina.

- hola, perdón por la tardanza.

- no te preocupes

Prendí mi coche y fuimos a un bar que estaba algo cerca. Entramos y pedimos unos tragos. Platicamos de varias cosas. Ella me dijo que tenía un año sin pareja, yo la escuchaba atentamente sin dejar de verla. Se quitó el saco y lucía maravillosa.

Empezaron a tocar música para bailar y la invité a la pista. Empezamos a bailar y al cabo de un rato pusieron una melodía más romántica. La abrazo por la cintura, la pegué a mí. Olía deliciosamente. Ella se recargo en mi pecho y así estuvimos por un tiempo. Alzó su cara y su boca quedó a unos centímetros de la mía. Le di un beso que me correspondió. Nos besamos en la pista y después nos fuimos a la mesa.

- vámonos de aquí – dijo ella.

Pagué y salimos al estacionamiento. La agarré de su cintura y nuevamente nos besamos apasionadamente. ¡Qué manera de besar! Le besé sus oídos, su cuello, nuestras lenguas se fundieron en una sola y bajé mi mano a su trasero.

- aquí no, vamos a otro lado.

La llevé a mi departamento. Apenas entramos nos empezamos a besar. La tenía bien pegada a mí. Ella me quitó la camisa, podía oír su respiración agitada. Le desabroché su blusa y pude ver esos ricos pechos, traía un brasier blanco de encaje. Se lo quité y liberé sus pechos, que empecé a besar y chupar como recién nacido. Ella jadeaba. Le desabroché su falda que cayó al piso, le agarré ese hermoso trasero. Mis manos masajeaban sus nalgas, las apretaba. Ella me sacó el pantalón y llevo una mano a mi verga, que ya estaba al máximo. Me empezó a masturbar la verga y se agachó para llevarla a su boca. Me dio una mamada tan rica… se la me tía en su boca y empecé a cogerme esa boca, ella la sacaba, la escupía y se la volvía a meter.

Así estuvo unos minutos hasta que no aguante más y me vine en su boca. Ella se tragó casi toda mi leche, me mamó la verga hasta casi dejarla limpia.

La levanté y la llevé a la cama. La acosté boca arriba y le quité sus bragas, una diminuta prenda blanca con encaje. Nos besamos, recorrí todo su cuerpo con mi lengua, sus pechos, su espalda, su abdomen, le besé los pies. Ella jadeaba muy rico, estaba muy excitada. Le besé su entrepierna, sus labios exteriores. Volví a sus pechos, se los mordía muy suave, los chupaba y de nuevo volví a su entrepierna. Le pase mi lengua por su vagina, muy bien recortada. Una y otra vez pasaba mi lengua por ella, chupando, masajeando su clítoris, moviéndola en círculos, arriba y abajo. Ella se retorcía de placer, me agarraba la cabeza y me la hundía en su sexo.

Así estuvimos hasta que tensó su cuerpo y una oleada de fluidos llenaron mi boca. Tuvo un rico orgasmo y seguí chupando esa deliciosa vagina sin parar. Ella jadeaba muy rico.

Al cabo de unos minutos la puse en cuatro. Dios, ver ese culo así en toda su magnitud me puso la verga a tope. Le besé las nalgas, se las mordía, las apretaba. Empecé a comerme ese culo tan rico. Pasaba mi lengua por su ano, su vagina, sin dejar de chupar. Ella estaba excitadísima. Continué metiendo mi lengua en ese rico ano, tratando de perforarlo sin dejar de acariciar sus nalgas.

Me paré, pasé mi verga por su culo, le daba unos golpes a sus nalgas con mi verga. Ella me pedía que ya se la metiera. Le recargué mi verga en su panocha y empecé a meterla, su panocha estaba súper lubricada y permitió que mi verga entrara con facilidad. ¡Dios! sentir como iba entrando era algo riquísimo. Empecé a darle suave y cada vez más fuerte. Oía como mis huevos rebotaban en sus nalgas.

- así, no pares, métemela toda.

Sus palabras me prendían más. Agarré con fuerza sus caderas y le daba más fuerte.

- así, mételo todo, sigue así… que rica verga… me voy a venir.

- si mamita, vente

Unos minutos después le inunde su panocha con mi leche. Ella tuvo otro orgasmo.

Se recostó en la cama, me jaló hacia ella y me beso muy apasionadamente. Estuvimos así un rato, ambos estábamos rendidos.

Se levantó, fue al baño. Nos cambiamos y la acompañe a su casa. Bajé, le abrí la puerta del carro y me dio un beso en la mejilla. Me dijo que me llamaría para tener otro encuentro.


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