La hija de mi amigo

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Andrea es la hija de un amigo. Tiene 22 años, 1.60 de estatura, pechos medianos, y un trasero que siempre me hace voltear a verla. Cabello castaño, piel blanca y una hermosa sonrisa. Desde hace tiempo ella cada que me ve me sonríe, y cuando voy a su casa siempre me ofrece algo de tomar. Yo voy seguido a su casa por su papá, pues ambos jugamos en un equipo de fútbol.

Un día fui a su casa por mi amigo. Ella abrió la puerta y pasé. Me invitó una bebida y la acepté. Me dijo que sus padres habían salido y no sabía a qué hora llegarían. Yo le dije que regresaría después, pero ella me dijo que no me fuera, que no mordía. Su respuesta me dejó algo atónito. Yo tengo 32 años, moreno, un cuerpo regular.

Ella se reía pícaramente de mi reacción y se sentó a mi lado en la sala. Antes que pudiera decir algo me dio un beso en la boca que fue el detonante para que le respondiera. Empezamos a besarnos. Su lengua jugaba con la mía. Yo le besé su cuello, sus oídos, le besé sus hombros y volvía a besar sus labios, mordiéndolos suavemente.

Ella bajó una mano y empezó a acariciar mi verga por encima de mi pantalón. Yo tenía mis manos en sus pechos, apretándolos sin dejar de besar su cuello. Se oía su respiración agitada.

Me tomó de la mano y me llevó a su recámara. Ahí le quité su vestido. Traía un tanguita de encaje blanco y un brasier del mismo color. Se lo quité y me dejó ver esos lindos pechos, más grandes de lo que aparentaban a simple vista. Se los empecé a mamar y a chupar. Ella gemía suavemente.

Ella me saco la playera, me quité el pantalón y bóxer. La acosté en la cama boca arriba y le besé cada centímetro de su piel. Le pasé mi lengua por toda su espalda, por sus nalgas, sus piernas, le besé sus pies y su entrepierna. Ella jadeaba cada vez más y me pedía que ya la hiciera mía, pero yo quería disfrutar de esa chiquilla hermosa que me tenía súper excitado.

Le quité su tanguita y pude ver su vagina recortada. Empecé a dar un rico oral, le pasé mi lengua por esa rica panocha que ya estaba mojada, le metí mi lengua en sus labios y soltó un rico gemido. Empecé a darle lengua a su clítoris, a los lados, de arriba abajo, le soplaba, lo aprisionaba con mis labios… ella gemía y se retorcía de placer. Yo seguí hasta que tensó su cuerpo y tubo un orgasmo rico. Yo me comía sus fluidos, sabían tan ricos…

Ella se levantó, tomó mi verga con una mano y se la llevó a la boca. Pasó su lengua por mi glande, por el tronco, se lo metía y sacaba. Me lamió los huevos, escupía mi verga y se la media en su boca. Me dio una rica mamada hasta que no pude más y me vine en su boca. Ella se comió toda mi leche, agarro mi verga y me la limpió con su lengua.

La acomodé en la cama, la puse en cuatro y le empecé a comer esa rica panocha, desde el ano, hasta su clítoris. Le daba nalgadas, mordía sus nalgas que en cuatro se veían al doble de su tamaño, ¡que visión ver ese culo disponible para mí!…

Le pasé mi verga por su vagina toda húmeda y ella se pegaba más a ella. Le metí la punta y estaba tan lubricada que facilitó la entrada de mi verga en esa rica panocha. Empecé a meter y sacar lento y cada vez más fuerte. Se oían como chocaban mis huevos en esas nalgotas.

- así, no pares… dame más… mételo todo.

Oír sus palabras me prendían mucho y seguí cogiéndola hasta que nuevamente tubo otro orgasmo, llenando mi verga de su corrida. Seguí bombeando hasta que me vine dentro de su panocha mezclando sus fluidos con los míos.

Ella se recostó y yo a su lado. Nos besamos apasionadamente, nos vestimos, me despedí de ella y me fui a mi casa. Quedamos en vernos y así estuvimos casi dos años hasta que se fue a estudiar a otro estado.


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