SEXO EN LA MARQUESA

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Un día quedé con mi novia de pasar por ella, a su casa e ir a la marquesa a coger al aire libre. Ella se llama Zeyla, piel blanca, 1.60 de estatura, grandes pechos y un culo redondo muy grande que me encantaba. Para esa ocasión se puso una falda corta, una tanga naranja y una playera.

Llegué a su casa y ella salió a abrirme, dándome un beso muy rico de bienvenida. Le abrí la puerta de mi carro. Al subirse me dejó ver esas hermosas piernas que me encantan. Cerré y tomamos rumbo a la marquesa.

Apenas pagué la caseta y me empezó a sobar mi verga por encima del shorts. Ella abría sus piernas y subió su pie en el tablero dejando ver esa rica tanguita y su vagina. Yo le acariciaba sus piernas y le metía un dedo en su panocha. Ella me decía “maneja” y se alzó su playera para tocarse sus pechos. La carretera, como saben, está sola en varios lugares. Ella se sienta bien, me saca la verga del shorts y me empieza a dar una mamada riquísima hasta sacarme la leche, ¡vaya forma de mamar!

Llegamos a la marquesa y estacioné en un lugar muy apartado, nos besamos apasionadamente, lujuriosamente, íbamos con ganas de coger. Saqué una cobija del carro y nos tiramos, su tanga naranja estaba empapada de sus líquidos, se veía de dos colores por la humedad de sus fluidos. Le besé el cuello, sus hombros, toda su espalda, sus oídos, nuestras lenguas se fundían en una sola, de su boca salían pequeños gemidos y empecé a besar sus grandes pechos, a chuparlos. Sus pezones parados los mordía suavemente, Zeyla se agitaba y su respiración era entrecortada. Los apreté, los sobé, los chupé, los lambía todos. Besé su abdomen, le alcé su falda, hice a un lado su tanga y le empecé dar un rico sexo oral. Besaba sus labios exteriores e interiores, le pasaba mi lengua por toda su panocha, desde el ano hasta su clítoris. Ella gemía tan rico que me prendía más. Le pasé la lengua en su clítoris de arriba abajo, a los lados, le soplaba y le metí dos dedos en su panocha, y con mi lengua seguía en su clítoris, mis dedos hurgaban en esa rica panocha buscando su punto g.

- así… sigue más rápido… - me decía ella.

Gozaba, como loca su cara reflejaba su estado de excitación. Me agarró de la cabeza y me la enterró entre su sexo buscando que mi lengua entrara más en su panocha, hasta que se vino en mi boca pegándola más para que me comiera sus fluidos.

- aaaa… ¡me vengo! ¡que rico! – decía.

Así se quedó unos minutos, tras los cuales agarró mi verga y me empezó a masturbar y a chupar. Su mano subía y bajaba. Cuando la vio parada por completo, se la metió ella sola.  Su panocha estaba toda húmeda y caliente, mi verga entraba con facilidad. Ella me montó a su antojo y así estuvo un buen rato, cabalgando en mi verga. Me agarró las manos, se tensó y nuevamente se corrió.

Entre jadeos la tomé de las caderas y la puse en cuatro. Le pasé mi verga por su panocha y su ano. Su panocha escurría todavía de su corrida. Le puse la verga en sus nalgas y le daba unas nalgadas con ella. Le metí la cabeza y soltó un gemido, le empecé a meter lentamente, sentía sus paredes vaginales como se abrían al paso de mi verga y empecé a cogerla, a meter y sacar mi verga. Ella recargó su cabeza en la cobija y paro más ese rico culo para que se la metiera toda.

- así, cógeme papi… así… no te detengas… métemela… quiero que me llenes de leche toda la panocha.

Así estuvimos como 15 minutos. Yo sentía que me venía y se lo dije.

- no la saques, acaba adentro, inúndame de tu leche papi… así … cojéame más fuerte… vente…

No pude más y solté mi leche en su rica panocha. Ella se volteó, agarró mi verga y me la limpió con su lengua, para luego darme un beso y una probada de mi sabor.

Nos acomodamos la ropa y nos fuimos a comer algo a las cabañas.

Esas salidas eran constantes entre nosotros, espero les haya gustado.


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