Toro

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Eran las cinco de la tarde, el partido había concluido sin goles y el ambiente estaba entumido, la gente salía del estadio molesta, ella estaba esperando en el pasillo de servicio cerca de los vestidores del equipo local. Era su primera nota deportiva, siempre había trabajado en la sección de sociales, lo suyo no era esto sino asistir a bodas o bautizos. Esperó paciente, salieron apresurados el director técnico y algunos jugadores, el humor no era el apropiado para preguntas, el equipo estaba fuera de la liguilla y todos a quiénes intentó entrevistar se negaron.

Ya no salió nadie más por el pasillo, decidió irse cuando escuchó una voz masculina:

¿Querés una entrevista?

Desde el fondo del pasillo se acercaban 185 cm de hombre, un argentino de hombros anchos y pectorales marcados, bronceado canela, ojos verdes y mandíbula fuerte, con una barba de dos o tres días; Tenía el cabello aún húmedo de la regadera.

Sí, ¿puedo hacerte unas preguntas? – sonrió un poco sonrojada

Pero con una condición – los ojos verdes bajaron a los pechos - si me la hacés en el vestidor o, ¿vos querés que vaya a interrumpirnos alguien?

Vamos – acepta mordiéndose el labio y lo sigue por el pasillo.

El vestidor estaba vacío, atenta miraba las fotos de los jugadores cuando sintió un cuerpo pegarse por su espalda, las manos de él subieron por su abdomen hasta sus pechos:

Vos podés empezar la entrevista - le susurró al oído mientras desabotonaba la blusa

No puedo concentrarme si haces eso – ríe un poco y enciende la grabadora

Creo que vos tendrás que hacer la entrevista cuando acabe contigo - rompe los botones de un tirón, el brassiere de encaje negro ahora es víctima de aquellos dedos resbalosos – tenés los lolas riquísimas

Esa voz en su oído y las manos que bajaban el brassiere liberando los pezones, hacen que el cuerpo de ella se retuerza en un escalofrío. Deja caer la grabadora y con sus manos lo atrae más hacia ella. Un pene de gran tamaño comienza a toparle en la espalda baja, siente como esa verga se pone más dura con cada respiración. Mientras, él usa la mano derecha para desabrochar el pantalón y con la izquierda sigue presionando un pezón, provocando su dureza. Ella siente su lengua mojándole el cuello y entrando en su oído, en ese momento recuerda el nombre del jugador que está devorándola, Romani, el toro Romani, ahora podía sentir claramente el porqué del apodo, ese pene estaba volviéndola loca, de solo sentirlo deseaba meterlo a su boca.

El toro detuvo su afán por un momento para quitarse la ropa, Emma intenta girar, pero él la detiene:

Vos estás divina así… disfrutá boluda las cosas ricas que te voy hacer 

Él se encarga de bajarle la ropa y la empuja para que se incline hacia el frente, baja a sus nalgas y las abre para devorarla, la inclina un poco más y pasea su lengua por todo su sexo. Más mojada era imposible estar, ansiaba tenerlo dentro de ella, con la respiración acelerada y tratando de contener los sonidos de su boca, ella intenta incorporarse, pero una nalgada la manda a inclinarse, de nuevo lo intenta, pero otra nalgada revienta su impulso:

Cógeme – suplica – cógeme ya – llevaba rato saboreando ese miembro entre las piernas del Toro, que si no lo tendría en la boca ya lo quería entre sus piernas.

sos una desesperada– se pone de pie.

Comienza a frotar su pene contra la nalga, sube y baja tentando a la reportera. Ella no puede contenerse y se da la vuelta para besarlo, la barba y bigote raspaban sus labios, tenía su propio sabor en la boca, una combinación de sal y azúcar que solo consiguió excitarla más, da un salto y él la carga con un brazo mientras usa el otro para jalarle el cabello:

¿Te gusta? sos una piba mala, traviesa – la penetra.

La embiste con fuerza, ella solo gime de lo rico que siente, el sudor cubre la piel de ambos, la agita tan fácilmente como si no pesara nada, vuelven a besarse y ella le pide que la baje, apenas sus pies tocan el piso y se va directo de rodillas, tiene esa verga frente a ella esperando, la mete a su boca y la mama como si no hubiera mañana, apenas y respira, se empeña en su tarea que incluso los dedos de los pies del Toro se retuercen, él disfruta de la vista y la sostiene por la nuca, tiene su mano enredada en el cabello y con cierta intensidad comienza a hundir su pene en su boca, las arcadas lo excitan el doble y vuelve a ponerla de pie.

Instintivamente ella se da la vuelta y para el culo, arquea su espalda y separa sus piernas, decide inclinarse apoyando sus brazos contra la pared, gira su rostro sobre su hombro izquierdo:

Mételo, mételo, quiero sentirte – ahora ella es quien ordena y él obedece.

La penetró lentamente, para sentir como se abría camino dentro de ella, era tibio y ambos estaban muy mojados, comenzó lento, pero fue subiendo el ritmo de sus caderas, ella sentía ese cosquilleo propio del orgasmo, cada vez más intenso, por lo que decidió inclinarse más, él subió la intensidad, soltó un par de nalgadas y empezó a embestirla con más fuerza. Ella se liberó de tensión y dejó su cuerpo correr, fluía un líquido glorioso por sus piernas, él la limpio con su mano mientras seguía penetrándola, ella temblaba, las fuerzas se le acababan, un par de bombeos más y el terminó en su espalda. Ambos rieron por la curiosa alegría del momento.

¿che tenés todo lo que buscabas? - el Toro pregunta mientras la ve recoger la grabadora del suelo

tengo justo lo que necesitaba - sonríe guiñando el ojo... detiene la grabación.


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