Pequeño suicidio mental

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Te quedas sentada, ahí. Sin decir la más leve palabra. Francamente ya no queda mucho que decir, lo dicho fue dicho. Además, ¿cuál es la diferencia – a esta altura- de mil palabras vacías al silencio? 

Yo tampoco tengo nada que decir, me limito a quedarme de pie, detrás tuyo, viendo como se comienza a formar un abismo insalvable entre tu cuerpo y el mio. Siento una amarga sensación de impotencia. No puedo más que pensar que yo no deseaba esto, en ningún momento se me cruzo por la cabeza. Y ahora pasa, pasa delante de mí. ¿Qué otra cosa puedo hacer, si ambos bajamos los brazos? 

Casi de manera automática, sin sentir nada, camino hacia la puerta y me voy. No me llamas, no me seguís, y así lo prefiero yo. 

No se adonde ir, dejo que mis pies me guíen. Siento como si flotara, como si una luz brillante me rodease. Hay mucha gente en la calle. Los miro, todos se ven infelices, casi corren. Se chocan entre si, algunos repletos de carpetas, otros con auriculares al máximo volumen. ¿Están tratando de escaparse de la realidad? Entonces todo está perdido. 

¿Esta es la vida que esperabas? 

No dejo de preguntarme eso. Mirando esas personas. Quiero ponerme a gritar ‘¿Es esta la vida que querías? ¿Así te veías cuando eras chico? ¿Esto esperabas? 

Levanto la vista, veo que estoy en la terraza de mi edificio. ¿Cómo llegue hasta acá? 

Camino hacia el borde, y me siento dejando mis pies al aire. Mirar hacia abajo siempre me dio vértigo, ahora me relaja. El nudo en mi garganta parece hacerse cada vez más fuerte, y siento que me ahogo. Las lágrimas comienzan a aparecer, y no trato de impedirlo. 

Veo que el techo del edificio del al lado no está lejos, lo miro, casi distraída. Una nueva sensación comienza a inundarme, es desconocida. Es como una descarga eléctrica en mi pecho, una recarga de fuerza y poder hace que me impulse hacia adelante y empiece a correr. Me muevo con gracia y agilidad, el mundo parece moverse a gran velocidad bajo mis pies, casi como si volara. Cuando estoy por llegar al borde me impulso con mis piernas y salto. 

Aterrizo del otro lado apoyando mis brazos en el suelo, sonrío mirando el edificio de al lado, donde antes estaba yo. Que sensación, es como sentir si volaras. Sin pensarlo dos veces me dirijo al siguiente edificio. 

¿Cuánto tiempo llevo saltando? No pienso en la hora, esa sensación se convirtió en una droga para mí. Sentir que podes caer al vacío, sentir que podes volar. Es increíblemente relajante… y sencillo. Las personas debajo mío se ven pequeñas e indefensas, como hormigas. Casi sin darme cuenta, veo que llegue al final de los edificios, y veo que el próximo techo está bastante alejado. No me importa, ya desafié la gravedad, y ahora estoy ganando. Comienzo a correr, dejando que mis piernas asuman esa sensación de no pisar el suelo, me acerco al borde y salto, parece que me elevo más de lo habitual, definitivamente estoy subiendo en lugar de bajar, sigo moviendo las piernas como si corriera.

No hay dudas, ya no. Estoy volando, siento el viento de mi lado, empujándome hacia adelante.. Es increíble, extiendo mis brazos hacia los lados, ya no necesito mover las piernas. El viento me empuja, cierro los ojos y me dejo llevar. 

Escucho un coro de voces, en un principio no entiendo lo que dicen. Hablan rápido, son voces nerviosas. Entonces una se eleva a todas y exclama ¡‘no puedes estar volando, te vas a caer’! otras voces están de acuerdo. ‘es imposible, no podes hacerlo’, ‘vas a terminar mal, como siempre’. No las escucho, voy a seguir subiendo, ya vamos a descubrir cómo termina. 

Ya no importa nada ¿Esto es la vida real? ¿O es una fantasía? Abro los ojos, el viento deja de soplar y noto que ya no estoy subiendo, estoy cayendo. Unos brazos se aferran a mi cintura y a mi pecho haciéndome caer, trato de quitármelos de encima. ‘si no caes sola, te tiramos nosotros’. 

No puedo respirar, ahora siento una fuerte presión en el cuello. Parecen cientos de manos y brazos empujándome, el descenso es rápido. Siento el roce del cemento, y después todo se apaga. 

Es todo oscuridad. Siento un doloroso latido en mi sien, abro los ojos... no sé donde estoy. No veo nada. Entonces siento una respiración en mi oído, y en un susurro alguien me dice ‘¿ves? Al final te tiramos nosotros’. 


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