Relatos Eróticos I. Exámenes Embarazosos (parte 2)

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La puerta se abrió de nuevo dando entrada a Susana. 

- Tranquila, serán unos segundos. - 

Susana se situó frente a la pared y se subió la falda.

- Las braguitas abajo. - dijo con suavidad la directora.

- Vamos, esto no es un striptease. - comentó viendo la indecisión de la examinada.

- Ya voy. - respondió la empleada con la cara encendida.

- Inclínate, separa las nalgas y relaja ese culete. 

Susana obedeció.

- Déjame que te ayude. - comentó la otra mujer ayudando a mantener el agujero del culo expuesto.

El resto del proceso transcurrió sin incidencia alguna. 

- Ahora voy yo. Susana quédate por si hay que echar una mano.

     Almudena se "arremangó" el traje y se bajo el tanga. Luego, inclinándose levemente se llevó las manos al culo y separo las nalgas. David introdujo con habilidad el palito y le dio varias vueltas. El resultado del test fue negativo.

- Hecho. Tu turno. - dijo dirigiéndose al varón.

    David se colocó frente a la pared y se bajó los pantalones dejando al aire un culo ligeramente sonrojado. 

- Bonito culete. - comentó la directora. - baja del todo los calzoncillos. -

     El muchacho obedeció, su pene quedó colgando por delante y al momento, nada más inclinarse, notó las manos de su jefa en sus glúteos, separándolos. Si no fuese por lo incomodo de la situación, a buen seguro que en ese momento hubiera disfrutado de las atenciones que recibía.

A continuación Susana le metió el bastoncillo sin demasiada destreza.

- Perdón... demasiado rápido. -

- Un poco. - dijo el chico.

- Mantenlo ahí dentro, eso es, un par de giros más, que quede bien impregnado. Y ahora a la solución.

    David se reincorporó algo azorado pero contento de poder cubrir su desnudez. Seguro que esa noche tendría algún sueño erótico. Sin pensar, distraído, se dispuso a abandonar el despacho.

- graci... 

    La cara de Susana le puso en alerta y durante un segundo se preguntó que pasaba... Luego miró a la mesa por primera vez y vio que el líquido era naranja.

- Pe... pero. -

Almudena se puso seria.

- Hay que seguir el protocolo. A ver, necesitamos un sitio donde acostarte... En la mesa servirá... tengo aquí un par de cojines y con la chaqueta servirá. Susana, llama a Jorge.

************

   A los cinco minutos la jeringuilla llena de un líquido blanquecino y coronada por una aguja larga y que daba miedo estaba lista. El algodón empapado de alcohol inundaba con su aroma la habitación.

     En la mesa, acostado boca abajo, con el culo al aire, se encontraba, sudando, David. Jorge le sujetaba por los tobillos y Susana, apoyando su pecho sobre la espalda del joven, mantenía inmovilizado su tronco.

- David, corazón, relaja esos glúteos. Así no puedo pincharte. - Le espetaba la directora.

- Eso intento. - respondió el chico visiblemente tenso.

- Dale unos azotes. - propuso Jorge.

     Sin pensarlo dos veces, Almudena propinó una decena de azotes rápidos con la mano al becario. 

- Relájate, déjate ir. - dijo frotando la zona elegida para el pinchazo.

    David, respirando profundamente y armándose de valor, dejó de pensar por un instante en la amenaza de la aguja y libero su esfínter. La mala fortuna y los nervios hicieron que se le escapase un pedo.


    Almudena, sin distraerse, ignoró la ventosidad y atenta, clavó la aguja con decisión. El muchacho, que tenía apoyada la cara en sus brazos, se mordió uno de ellos evitando el grito. Lo que vino después fue dolor y escozor en la nalga a medida que el líquido penetraba.

- Calma, eres muy valiente. - susurró Susana mientras acariciaba el cabello de su compañero.

   Terminado el líquido, con cuidado, Almudena sacó la aguja y con el algodón impregnado en algón, masajeó el dolorido cachete durante un buen rato.

    Finalmente el muchacho se incorporó. Tenía la cara colorada y los ojos algo rojos, como alguien que hubiese estado a punto de llorar. 

   Susana se quedó pensando mientras David, cojeando levemente, dejaba el despacho... si la hubiese tocado a ella... seguro que hubiese llorado y dejar escapar aire... o peor, seguro que con el dolor se hubiera orinado encima. Compadecía al muchacho, admiraba su valor... pero sobre todo sentía alivio, un alivio enorme de que no la hubiese tocado a ella. Fin"

- Ha sido... ha sido intenso. - comentó Bea.

- Buff... yo no sé que hubiera hecho... me habría muerto de vergüenza si me pasa algo así.

- ¿Lo dices por el becario?

- Por él y por todos... Lo del test anal, buff...

- Bueno, el listón está alto... ¿A quién le toca ahora?


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