Los chicos del tren

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Qué audaces pueden ser algunos chicos cuando te ven sola en un transporte público. Son de esas experiencias que se viven a veces como mujer. Y no es que estaba realmente sola en el tren, al lado opuesto de mi mesita viajaba una chica del Tíbet con la que yo conversaba amenamente. Eso no impidió que uno de los dos chicos que estaban en los asientos del otro lado de la ventana me dijera: 

—¡Hey, amiga! ¿puedo tomarte una foto?

Volteo y veo a un hombre de unos 30 años bien parecido que tiene preparado su celular para tomarme una foto, pero yo le pregunté: 

—¿Por qué?— y me suelta un: 

—¡Porque eres bonita!— ¡Plop! No lo esperaba, y después de mirarle, le dije: 

—Gracias, pero mejor no.

y seguí conversando con la chica que estaba en mi lado. (Después me enteré que su celular no tenía para tomar fotos ??, pero eso ya es otra historia). ? 

El tema es que, para algunos, una mujer es como una presa en el campo a la cual el cazador tiene que soltarle sus perros, o como se dice también "su floro". Y me sentí en un momento sin saber que hacer, si debía molestarme o tomarlo deportivamente. 

Pero, claro, él no se quedó tranquilo, mientras que me observaba le decía a su amigo que estaba sentado al otro lado de la mesita: "¡Mírala, ¿acaso no es bonita?, cabello largo, lindas piernas, que linda mujer!". Pero yo escuchaba todo lo que ellos hablaban. 

—¿De qué libro estás hablando con tu amiga?— vuelve a preguntarme. La chica del Tíbet le contesta: 

—Eres curioso, ¿no?— y se quedó callado.

Así pasó un buen rato de tranquilidad y llega la parada en donde la chica tibetana de mi lado bajó del tren. Y después de que el tren siguiera su curso, veo de reojo que sobre la mesita de los chicos había una botella de whisky, un Tenesse, USA y una cerveza.  Pero ellos se dan cuenta que yo habían mirado furtivamente y uno de ellos me dijo:

—¿Bebes?— mientras su amigo sacaba una lata de cerveza de medio litro que me la ofrece también con una tímida sonrisa diciendo: 

—¡Tómala, si prefieres cerveza!

Le miré y dije: 

—No, gracias, que ya bajo en pocos minutos, en la próxima estación—. Pero insistió, y le dije: 

—En serio, es muy amable de tu parte, pero no la bebería aquí.

Gracias a Dios que ninguno de los dos tomó ese rechazo como una ofensa y ambos mostraron ademanes como que entendían la situación. Si bien no se les veía mareados a ninguno de los dos, pero realmente no sabía qué podría pasar. 

En eso, el chico de la cerveza se va al baño y, al poco tiempo, el otro se me acerca entregándome su celular: 

—Por favor, agrega tu número, la verdad es que quiero conocerte, para salir, no sé, yo no vivo lejos de donde bajas. 

Quise agregar cualquier numero, pero la verdad es que en este país nuevo para mí no tengo celular ???. Así que le devolví su celular diciéndole que no tengo. Y en eso justo anuncian mi parada, me paro, cojo mis maletas, le dijo adiós y bajo por las escaleras. Pero el chico me acompañó hasta afuera del tren para despedirse. Pero sin mirarlo simplemente me fui.


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