Covid En La Familia

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Algunas veces crees que las cosas malas no nos van a suceder a nosotros, esto del covid ha sido una prueba más para la familia, hace 6 meses se contagiaron casi simultáneamente mi mamá, de 78 años y mi hermano el menor, de 42 años de edad. Mi hermano empezó con los síntomas más rudos, con mucho dolor de cabeza, temperatura y dolor de cuerpo, en ese tiempo casi nadie estamos vacunados, no era el inicio de la pandemia, pero todavía no habíamos tenido ninguno de la familia acceso a la vacuna. Tres o cuatro días después de tomar medicamentos que se habían experimentado en otras personas, que son costosos, pero bueno, al tomarlos mi hermano empezó a reaccionar favorablemente, sí sufrió daño su capacidad respiratoria, pero en 10 días más estaba casi normal.
Mi mamá en cambio no se quejaba tanto pero su estado de salud no mejoraba, el doctor la visitaba diariamente y solo daba opiniones vagas. Algunos familiares que hablaban por teléfono para saber de su  estado de salud, opinaban, sin saber realmente si era una buena recomendación, más que nada era como una muestra de cariño y de preocupación.
Cuando pasó la semana de estar diagnosticada como positiva, el cuidado se había convertido más que en sacrificio, en un acto de valentía, nadie estábamos exentos a ser contagiados, nuestro sentido de lealtad de toda la familia hacia mi mamá se convirtió en una ruleta de la suerte, en donde solo con la ayuda de Dios no nos contagiaríamos. No tenías ni los equipos, ni los uniformes, para evitar contagiarnos.
Era sábado en la mañana, el doctor la visitó y recomendó que consiguiéramos una aparato de rayos X portátil para poder ver en los pulmones, el grado de afectación y así tomar la decisión de si mantenerla en casa o llevarla al hospital. Como a las 3 pm llegó la vagoneta con el aparato de rayos X portátil, la persona se disfrazó como un astronauta, pero de color amarillo y saco las radiografías de los pulmones. Nos entregó una memoria USB donde venían las imágenes y se las reenviamos al doctor, este no dudo un instante, ordenó que se hospitalizara de inmediato. Volteando a ver a mi papá que tenía cara de asustado le preguntamos ¿a dónde la llevamos? Mi papá tiene algo de dinero, pero no lo suficiente para hacerle frente a un hospital privado, ya que suelen ser muy costosos y no garantizan ningún buen escenario. Caminó un poco hacia la sala, estábamos todos en silencio. Volteó y dijo, busquen si hay lugar en el hospital General en el área de covid, nadie rebatió su decisión y nos pusimos a buscar los contactos para saber si tenían lugar para recibirla. 
Mi hermano, el que se había ya curado, se ofreció a llevarla en su carro al hospital, pero una sobrina muy atinadamente propuso que sería mejor llevarla en ambulancia para que la recibieran más formalmente, fue una buena recomendación. Cuando llegó la ambulancia a recogerla preparamos el camino dentro de la casa para que pasara la camilla rodante, todos sentíamos que iba a ser la última vez que la veríamos con vida. al irse mi hermano la acompañó y le preparamos sus identificaciones y una muda de ropa, además las recetas y los medicamentos que había tomando.
En el hospital La recibieron y nos recomendaron que diariamente un familiar estuviera al pendiente de lo que iba a estar necesitando de medicamentos o alguna otra cosa que fuera surgiendo. Salieron mi hermano y mis sobrinas del área de recepción de covid con lágrimas en los ojos, porque además les daban muy pocas esperanzas de vida. yo con un poco de experiencia para animarlos les dije que los doctores siempre dicen eso para ellos protegerse, si dijeran está fácil la recuperación y algo les falla, las reclamaciones serian fuertes, pero en cambio si dicen que está muy difícil su recuperación y no se recupera no hay tantas reclamaciones. Los convencí y se relajaron un poco, comentamos que todo se lo dejamos en las manos de Dios.
Día a día nos organizábamos para ir a la hora señalada para recibir indicaciones y conocer su estado de salud, nadie podíamos entrar. Al principio solicitaron medicinas muy caras que mi papá como buen provisor pudo pagar, vendían cajas de medicinas que solo se iban a utilizar la mitad, ¿pero donde conseguir la mitad solamente?, luego inyecciones 2 o 3 diarias, muchas cosas más, creamos un grupo de WhatsApp interno porque al principio incluimos a más personas que solamente opinaban, pero no ayudaban a lo absoluto, mejor creamos otro más selectivo. Unos se comprometían a conseguir los medicamentos otros a llevarlos a la hora indicada, otros a apoyar a mi papá que estaba solo, y así cada quien muy unidos fuimos resolviendo los problemas. Los doctores salían y decían que la necesidad de oxigeno era de 40, refiriéndose que era muchísimo, pero nadie sabíamos que significaba ese número. Preguntándole a un amigo doctor me dijo se refiere a 40 litros de oxigeno por minuto, sería necesario un tanque de oxígeno cada 8 horas.
Llevaba mi mamá 3 meses en el hospital, su necesidad de oxigeno se la habían disminuido a 20, el examen de covid ya le salía negativo, pero no podían pasarla a piso del hospital porque seria riesgoso el traslado. Esperamos otros 15 días para poder verla, era lo que más anhelábamos todos, claro habíamos hablado con ella con el favor de una enfermera amiga de mi sobrina, que nos hacía video llamabas muy cortas para, de perdido, verla.
Al salir a piso del hospital, las visitas seguían restringidas por lo débil que estaba, pero me las ingenié para poder verla, tocar su mano y platicar con ella. Se había salvado del covid, claro con secuelas en los pulmones y los dolores musculares por tantos días acostada. Le pregunté qué era lo que más le había dolido, me dijo la cabeza, pero lo que me recalcaba era el sonido de la salida del oxígeno que era un zumbido constante que se vuelve insoportable. Ella tenía muy buen ánimo, pidió revistas y cosas para distraerse, los doctores estaban admirados por su buena disposición y la voluntad de salir adelante.
A los 4 meses y medio, con 10 de necesidad, pudo salir a la casa para estar más cómoda y con menos contratiempos, todos estamos muy contentos, a pesar que ella no se podía levantar de la cama todavía. Le contrató mi papá  un terapeuta y con ejercicios de rehabilitación, sumado a las muestras de ánimo de todos la hemos hecho caminar, se cansa rápido, pero está viva y con nosotros.
En el trascurso de esta enfermedad, hemos sido ayudados por muchas personas y nos han mostrados su solidaridad con nosotros. Además, un día mi papá público en el periódico local un agradecimiento a todos los doctores y enfermeras, intendentes que valientemente ayudaron para que mi mamá siga viva, hay que ser agradecidos. A todos los que rezaban por mi mamá, les agradecemos infinitamente ya que Dios los escucho y la salvó.


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