Benja -parte 1-

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BENJA

Benjamín, Benja para los amigos era un chico joven, de unos 19 años, ni gordo ni delgado, ni guapo ni feo, ni alto ni bajo, o sea, de la media; pero tenía lo que él consideraba una obsesión enfermiza por las mujeres. Estaba en esa fase de efervescencia de la testosterona, y nunca se había acostado con una mujer, ni con un hombre.

Benja caminaba por la calle y veía culos y tetas por todos lados. Cuando veía un pandero delante suyo, lo seguía, seguía el movimiento que hacía cada glúteo al caminar, debajo del vestido ceñido, veía el subir y bajar de cada nalga, se imaginaba su cabeza en medio de los dos, de lado, de cara, tocándolos mientras se movían…, que sensación tan maravillosa, sentía que su cuerpo se calentaba, desde la entrepierna hasta la punta de los pelos de la cabeza, se perdía en la imaginación de ese culo, pocas cosas había en el mundo tan placenteras.

No había culos feos para Benja, sobre todo si iban cubiertos con ropa y ceñidos, ni gordos celulíticos, ni delgados y chafados, si iban ceñidos, todos eran perfectos. Cuando los veía en la playa en bikini, no era lo mismo, en tanga si, madre mía en tanga, para volverse loco.

Y luego las tetas, buah!, qué placer asomarse al balcón de su escote, como dice Gabinete Caligari. La ondulación descendente de su piel al esconderse en el inframundo, para perderse en su interior y vivir allí para siempre, siiiiiiiiiiii, por favor.

Tetas morenas, blancas, pecosas, todas eran perfectas, las prefabricadas, las grandes, las pequeñas, todas tenían su qué. Excitaban a Benja de tal forma que se avergonzaba cada vez que sentía que la propietaria se percataba de su anhelo. Era muy joven, no era peligroso para ellas y no era pecado pensar ni imaginar acariciándolas.

Después de cada episodio tocaba descargar…Se le ponía como el cuello de un “cataor”, con las venas “señalas”. Normal, con esa edad, Benja estaba creciendo, anhelando tocar el cielo, ya llegará, se decía. Pronto Benja, pronto.

Su prima Natalia era dos años mayor que él, y ella sabía que su primo la miraba hacía tiempo de otra forma; le encantaba ponerlo a mil, y Benja disfrutaba y a la vez se amargaba; tenía tela su prima.

Ese próximo fin de semana sus tíos venían a casa, y Natalia con ellos, la volvería a ver y ella lo pondría a tope, qué cabrona pensó, pero estaba deseando que llegara el finde. Y llegó…


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