La cancion del final cap1: parte 2

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Escuchó a su padre decirle que se moviera, mientras le señalaba con impaciencia lo que parecía ser su propio equipo de armas, parecía que pensaban que era una nave carroñera. No es que estuviera sorprendido por ver las armas o el equipo, después de todo no les eran del todo ajenas. Cada fin de semana tenían un juego en el que participaban todos los mayores de diez años. Se formaban dos o tres equipos y se perseguían entre ellos a través de la nave con drones como aliados. También había jugado en la Combllin, la nave de Sofía, el mismo juego, con la diferencia de que allí usaban un voltaje mucho mayor en sus armas, y al perder recibías un castigo dependiendo de cuán lejos habías llegado. Su sorpresa se debía a que la  primera reacción de su familia ante el posible reencuentro con sus hermanos en las estrellas fuera armarse y atacar primero.

 

            Finalmente terminó de armarse y partieron en sus dos naves de exploración re ensambladas, su padre había decidido que la mejor estrategia era atacar desde ambas bahías de entrada a la vez, por un lado su tío Carlos, un hombre imponente, de color, como líder; dos de los primos de Nahuel, Ana Granter la compañera de Carlos; Alba y Nahuel. Por el otro lado lideraría su padre a los restantes. Nahuel veía la ansiedad en los rostros de todos a medida que se acercaban.

 

            Al llegar a su posición cada grupo se colocó a determinada distancia, soltaron un dron en dirección a la nave. Alba comunicó que la nave no había desplegado sus defensas y todo a partir de ahí sucedió rápidamente. Entendió la finalidad de las herramientas que habían emplazado en las naves de exploración cuando la suya se acercó y Alba hizo que varios láser abrieran un agujero a través de la puerta de entrada, en otro lugar no hubieran bastado, estaban tan acorazados que incluso podrían soportar el impacto de un meteorito y sobrevivir, aunque quizá no puede decirse lo mismo de los tripulantes en su interior. Finalmente entraron mientras la nave regeneraba detrás de ellos el casco roto de la puerta.

 

            La bahía de entrada no  era muy diferente a las de la Wentrip o a cualquiera del clan al que pertenecían, de hecho las únicas diferencias eran su aparente vacío junto a los distintivos del clan y la flota que todavía se veían con la luz de sus lámparas a través de la costra de mugre que cubría la pintura. Aparte de trozos de cajas rotas y un dron tirado en el suelo, parecía no haber nadie cerca. Nadie los atacó, así que siguieron avanzando hacia una puerta en una formación en semicírculo alrededor de su tío, con las armas preparadas y los escudos alzados, la mitad de los drones al frente y la otra en la retaguardia.

 

            Inesperadamente, el dron que había dado la impresión de estar inactivo se volvió, intento sondearlos y se desató el infierno. Personas, drones, incluso las armas sobre los hombros del exoesqueleto de su tío que se alzaron medio metro y parecían despedir ráfagas constantes de luz, todo se conjugó para que donde antes había una máquina y el rincón al que voló con los impactos iniciales quedaran convertidos en pozos hirvientes, humeantes. Todo se detuvo tan rápido como se inició, a la orden Carlos, uno de los drones se acercó y verificó la situación.

 

            Nahuel pudo observar que se había equivocado, no era ansiedad lo que había visto en el rostro de su familia, era miedo, salvo quizá en Carlos. Lo notó en la voz de Alba, que había olvidado su comunicador activo y se la escuchaba respirar como en un ataque de pánico, lo notó en sus primos, en sus brazos que temblaban descontrolados pero que aún sostenían las armas y escudos preparadas hacia los agujeros rojos y brillantes ante ellos. Luego de que su tío informara a su padre el suceso, continuaron su camino. Abrieron la primera puerta hacia la sala de mando y entraron. Era evidente que una batalla había sucedido allí hace mucho tiempo. Se veían los restos de una barricada junto a unos cuerpos carbonizados, humanoides pero irreconocibles, también encontraron una criatura que se hallaba en el mismo estado que los demás pero parecía que no tenía brazos, solo tres patas carbonizadas. Finalmente siguieron avanzando, a cada trecho informando lo que veían. En la semi oscuridad que brindaban las lámparas en sus armas, varias veces encontraron restos putrefactos, otros quemados, manchas de sangre seca en el suelo y las paredes, incluso en el techo. Cada vez que encontraban una bifurcación en su camino dejaban un dron atrás, exploraban una a una las zonas, las marcaban y luego volvían sobre sus pasos. Luego de un tiempo que a Nahuel le pareció eterno llegaron a la puerta de la sala de mando.

 

            No encontraron resistencia. No había nadie esperándolos. El plan inicial era atacar al mismo tiempo la sala de máquinas, de lo que se ocuparía su padre, y la sala de mando a cargo del equipo de Carlos y Nahuel. Su padre tampoco encontró resistencia. Ambos grupos estaban desorientados, todo su sentido común les decía que lo mejor era salir corriendo a la Wentrip y marcharse hacia la flota. Pero todos comprendían que si lo hacían serian tachados de cobardes al volver, aparte de que otros podrían decidir investigar la nave y reclamarla como premio. Después de un corto debate se decidió de forma unánime que lo mejor era seguir con el plan.

 

            Nadie esperaba encontrar lo que hallaron en la sala de mando. Su enorme tamaño los sorprendió inicialmente, después de recorrer un corto pasillo entraron en el lugar. Relativamente tenía la misma estructura que la sala de mando de la Wentrip pero en donde debían estar los nodos de acceso a la red neural, se encontraban unas grandes máquinas que daban la impresión de ser ataúdes de cristal, levemente iluminados. Al acercarse pudieron notar que en su interior se hallaban unos seres deformes, grotescos que parecían ser humanos, pero no por mucho, sumergidos en un gel. Todos estaban muertos. El grupo rompió formación al ver que no había ninguna amenaza y se fueron acercando contemplando con asco pero con mayor detenimiento a esos individuos y sus contenedores.

 

-Parecen ser cámaras de criogenia- Ana daba la impresión de saber algo del tema- En la Granter hay registros de máquinas así, se utilizaban para congelar personas y mantenerlas vivas durante mucho tiempo, utilizando menos recursos en los viajes más largos.

 

            Luego de un largo silencio oyeron al capitán informarles que ya controlaban los motores, y solicitarles la situación. Nadie dudo en irse lo más rápidamente de allí, podrían mover la nave desconocida desde la Wentrip. Un sentimiento de desolación lúgubre los acompañó a cada paso al volver a su nave de exploracion.


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