Las parafilias de Eduardo

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El primer día que Sonia se desnudó delante de su amigo Eduardo en casa de éste, le pidió que levantara los brazos sobre la cabeza- 

-Desnúdate tú también -le pidió ella.

Eduardo se quitó toda la ropa y luego se aproximó a Sonia y le olfateó las axilas, excitándose. Ella, sorprendida, lo notó y le extrañó. Sin necesidad de más, eyaculó sobre sus piernas. 

Sonia se separó de él y se sentó en la cama. El pene de Eduardo estaba húmedo, goteando, medio enhiesto.

- ¿Te puedo pedir algo? -preguntó él.

- Dime.

- No te depiles del todo las axilas, déjate algo de vello.

Sonia no salía de su asombro.

- ¿Por qué?

- Para mí el coño son las axilas, los sobacos, y no me gusta el sexo depilado por completo.

- A ver si me entero. Me quieres follar por el sobaco.

- Los sobacos me excitan más que otra parte del cuerpo.

- ¡Qué raro eres!

- Con los brazos pegados al cuerpo, en la parte superior de cada brazo se forma un pequeño bulto cruzado por una arruga que recuerda al pubis depilado y detrás, bajo el brazo, está el sobaco, que se parece al coño.

Una amiga de Sonia era psicóloga y en su casa le consultó las rarezas de su amigo Eduardo.

- Probablemente padezca de dos parafilias. El parcialismo y la olfactofilia. El parcialismo es interés sexual por una parte concreta del cuerpo que no sean los genitales. La olfactofilia es el placer sexual por los olores de las axilas. Eso significa que no te la meterá por el coño, sino que rozará su polla en tus axilas.

- Puede ser curioso.

- Lo será las primeras veces, luego querrás más o te sentirás frustrada.

 

El siguiente encuentro con Eduardo, dos semanas después, Sonia ya tenía algo de vello en las axilas y no se puso desodorante en ellas. De pie, desnuda, dejó que Eduardo, desnudo también, le oliese durante un rato una axila mientras ella, con una mano, le acariciaba los testículos y le movía el pene. Al cabo de un rato, fuertemente excitado, Eduardo le pidió que se sentara y levantase un brazo. Metió el pene en contacto con la axila y le dijo que lo apretase con su brazo. Se movió dentro de la axila rozándose con ella hasta que eyaculó profusamente. Después, cuando lo sacó de allí, aún medio erecto, Sonia se lo metió en la boca y lo reavivó.

- ¿Por qué no tratas ahora de follarme de manera tradicional? -le preguntó.

- No me gusta, lo siento.

La siguiente vez que Eduardo intentó una cita, Sonia le dijo que se olvidase de ella.


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