La Isla De Las Muñecas

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Se subieron a un taxi en la ciudad de México, la intención era hacer un recorrido por el centro de la ciudad. El taxista, un chofer de unos 60 años, al oírlos hablar, se dio cuenta que eran del norte del país, porque les dijo que hablaban muy golpeado, como si estuvieran enojados, les preguntó con cierta cautela y timidez, que si tenían planeado ir a visitar Xochimilco. Le contestaron que no, les insistió que era un paseo muy bonito, como Venecia con sus canales y sus góndolas, pero aquí se llaman trajineras, les recordó, como la imagen de la chalupa en la lotería. Les dijo que el recorrido por los canales de Xochimilco, duraba aproximadamente 2 horas en donde había música con mariachis y conjuntos norteños, comida mexicana, cerveza y bebidas, pero lo más curioso, espeluznante para los buscadores de emociones, cambio su tono de voz, era la isla de las muñecas…, se hizo un silencio en el taxi, todos se voltearon a ver a los ojos como asustados, preguntó el hijo menor, ¿está de mucho miedo? Si, es un lugar en donde según la leyenda, una niña fue encontrada ahogada en la orilla de la isla, el señor que trato de rescatarla, dicen que desde ese momento quedo como poseído porque empezó a colgar muñecas alrededor de la isla para honrar la muerte de la niña, otra versión dice que la niña llevaba una muñeca, que quedó donde la encontraron, y el señor para recordar la muerte de la niña, la colgó a secar en el árbol más cercano, pero a partir de ese momento, en una forma inexplicable fueron apareciendo muñecas en la orilla de la isla y este señor las dejaba colgadas en los árboles, aunque se viera muy tétrico el lugar. El hijo menor volteó a ver a sus padres como diciendo vamos a verlo, el papá le dijo con la cabeza que sí, como retándolo. El taxista les garantizó que no se arrepentirían de ir a conocer el lugar.
Al día siguiente salieron del hotel muy entusiasmados para ir a conocer Xochimilco, el padre paró el primer taxi en la calle que encontró y al subirse al carro, después de acomodarse, el hijo el menor volteo a ver con los ojos muy abiertos a su papá, y dirigiendo la vista hacia un lugar para que pusiera atención en el adorno del espejo retrovisor del taxi, era una cabeza de muñeca vieja , le faltaba un ojo, sería casualidad o no pero hizo que se quedaran muy serios durante el trayecto, sin hablar.
Al bajarse en el destino, los tres se preguntaban ¿vieron? Y se pusieron a comentar lo del adorno en el espejo, que si era una casualidad que el taxi llevara la cabeza de la muñeca vieja, ¿no sería una señal que Diosito les mandaba para no hacer el recorrido?, además no es muy común que se use ese tipo de adornos en un carro, el hijo mayor dijo papá mejor vamos a otro lado para que nos arriesgamos, no no hay que ir dijo el hijo menor, el papá respondió pues ya estamos aquí hay que aprovechar, estamos muy lejos del hotel.
Se acercaron al embarcadero para escoger la trajinera, el papá fijándose no tanto en el nombre que tenía con flores de adorno cada trajinera, sino en el tamaño del trajinero, porque en caso de una caída al agua, que fuera un hombre fuerte que lo pudiera sacar del agua, encontró un trajinero alto con más peso que el papá, se pusieron de acuerdo en el precio del recorrido y salieron a navegar por los canales. El Agua estaba muy tranquila y turbia, apenas salieron del muelle se les pegó una trajinera con unos músicos para solicitarles que los contrataran y el papá les dijo solo una canción que esperaba que se la supieran, “Mi Ciudad es chinampa” de Guadalupe Trigo, los músicos que le dijeron que si la conocían, que era muy adecuada para el lugar, y la empezaron interpretar, les comentó el papá a sus hijos, realmente no se llaman islas en este lugar se llaman chinampas, que están prefabricadas para sembrar, desde los tiempos de los aztecas. Oigan la canción que bonita es.
Más adelante en el recorrido les sugirió el trajinero que se bajaran en una chinampa para que vieran la gran variedad de plantas que se producen en el lugar, los hijos como buenos adolecentes le dijeron que no querían ver eso, que mejor le diera directamente a la isla de las muñecas, el trajinero les dijo que faltaba poco para llegar. El cielo se empezó a nublar, entre ellos decían ojalá no llueva para poder seguir disfrutando del paseo. A pesar que la trajinera traía techo, no sería suficiente para resguardarse.
Al momento de llegar a la isla de las muñecas, se quedaron con la boca abierta por el escenario tan dantesco que se veía, eran cientos de muñecas colgadas por todos lados, en los árboles, en estacas de madera, en varillas, por todos lados se veían, era un cementerio de muñecas, que hacían sentir un ambiente muy tétrico. Había muñecas que por estar al aire libre se habían deteriorado mucho y se les había dañado los ojos o caído el cabello, por lo cual, daban un muy mal aspecto al lugar.
El trajinero les dijo que hay anécdotas que la niña se sigue apareciendo con una muñeca en los brazos y llorando mucho, diciendo que se le había caído la muñeca y por irla a recoger se había ahogado, es pura leyenda urbana. El papá en eso sintió un golpe muy fuerte en la cabeza y se puso con ambos brazos alrededor de la cabeza, estaba empezando a granizar, gritó el trajinero, cúbranse están muy grandes los granizos. El hijo mayor le gritaba a su papá te dije que no viniéramos aquí, está gacho, esta lluvia con granizos los hizo que se orillaran a la isla y en eso uno de los granizos golpeo a una de las muñecas e hizo que cayera dentro de la trajinera, todos gritaron por el salto inesperado, el papá la agarro de una pierna y la lanzo al agua, estaban muy asustados. Mejor vámonos, vámonos, le insistían al trajinero. Sintieron que el espíritu de la niña había arrojado la muñeca, fue una experiencia muy aterradora. Así trata la ciudad de México a los ingenuotes turistas norteños…


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