Infidelidad consentida parte 2

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Ya habían pasado un par de días desde que llego Paula y el hecho de estar juntos la mayor parte del tiempo hacía que actuáramos como si fuéramos pareja, pero sin serlo, nos despertábamos juntos, ella se cambiaba frente a mi sin paltas, yo a veces me acercaba para manosearla a gusto y besarla ya sea en el cuerpo o en la boca, íbamos juntos al trabajo y cuando nadie nos veía le metía unas nalgadas o le robaba unos besos y todo esto ella lo permitía.

Llegaba la noche, ella a cierta hora salía del cuarto para hablar por teléfono, siempre que regresaba le preguntaba qué tal su flaco y ella me decía que no era su flaco que aún están que se conocen bien; por dentro me reía puesto que en estos días después de cada llamada y cuando nos acostábamos comenzaba a tocarla todo lo que yo quería, como ella me daba la espalda yo me pegaba a ella sujetándola de la cintura y pegándola a mí, luego de eso metía mis manos debajo de su polo y comenzaba a masajear sus pechos con suavidad, poniéndole énfasis en sus pezones que a ella le gustaba que se los apretaran pero no tan fuerte y juguetearan con ellos con la punta de los dedos. Mientras me entretenía con sus pechos empezaba a besarle y lamerle el cuello subiendo lentamente a su oreja la cual también lamia y mordía, desde que fuimos pareja descubrí que esto era algo que le excitaba muchísimo, hacía que se rindiera mucho más fácilmente y no se negara a mis exigencias, pero lastimosamente ese día ella me dijo que había empezado a reglar y que no se podía hacer nada, si bien por un rato me había resignado a quedar con las ganas decidí mejor pedirle otra cosa así que mientras le lamia el oído le susurre que me hiciera una mamada, al inicio ella se negó principalmente porque ella no sabía hacerla y eso es algo que si me consta puesto que todo el tiempo que estuvimos en la universidad, las pocas veces que le pedí que me hiciera sexo oral, ella chocaba sus dientes chocaban con mi pene lo cual lo hacía incomodo, así que decidí con el tiempo dejárselo de pedir. Pero ahora si tenía la paciencia para enseñarle que lo hiciera mejor.

Una vez que acepto mi propuesta, me quite el short y saque la colcha que nos tapaba en ese momento, cuando me acosté cómodamente en la cama le dije que pusiera su cabeza a la altura de mi pene, una vez allí le dije que sujetara suavemente mi pene, empezara haciéndome una paja suave y comenzara a lamer el glande lentamente. Ella era muy obediente en esos momentos de intimidad, pero el hecho que solo la sintiera y no la pudiera ver hacia que mi excitación no fuera tan grande, así que prendí una pequeña lámpara que tenía al lado de mi cama y así pude verla con claridad, mientras ella sostenía mi pene con su mano, con los ojos cerrados, lamia mi pene con mucho cuidado, esto solo hizo que mi excitación aumentara y de esa manera mi pene se pusiera mucho más duro.

Pasado varios minutos le di otra indicación, que empezara a lamer todo mi pene por todos los ángulos que ella pudiera, sin una pisca de reclamo ella empezó a subir y bajar su lengua, ponía mi pene de costado, lo lamia por un lado y por el otro. Toda la escena era tan excitante que agarre mi celular y empecé a grabarla, al inicio ella no se percató puesto que tenía los ojos cerrados, pero cuando los abrió y se percató del celular, sin decir nada se tapó la cara para que no se viera su rostro, lo único que hice fue sujetar su mano y hacerla a un lado con un poco de fuerza, pero sin lastimarla, ella me miro mientras seguía lamiendo mi pene, pero entendió lo que quería así que no puso la mano de nuevo.

Todo esto era tan excitante que podía quedarme así por horas, pero sabía que venía la parte final, así que le indique que pusiera el glande dentro de su boca y empezara a lamerlo con su lengua, la sensación fue diferente que lo hiciera por fuera, podía sentir sus labios alrededor de mi pene y el glande siendo lamido como un chupete por su pequeña lengua. Pero después de varios minutos de placer ya sentía las ganas de acabar así que sujetando su cabeza para que no la sacara eyacule dentro de su boca, ella se sorprendió obviamente pero apenas se sacó el pene de la boca chorreo todo el semen sobre mi pene, me miro con una cara como de niña haciendo un poco de berrinche y se acostó en la cama.

Después de limpiarme bien el pene me acosté en la cama y me dispuse a dormir, todo esto no hizo más que empezar porque a partir del siguiente día seguiría insistiéndole para que me hiciera sexo oral. Todo fue algo repetitivo, imagínense tenerla a solas en la oficina, tocarla todo lo que uno quiere y una vez que la lograba evitar, bajarte el cierre del pantalón, con una mano sujetaba mi pene, con la otra sostenía su cabeza y la jalaba para que iniciara con la mamada. Al inicio ella botaba el semen, pero día con día ella empezó a cogerle el gusto al sabor y empezó a tragárselo, todo esto obviamente grabado en mi celular, también perdió la vergüenza de ser grabada, así que comenzó primero dando guiños o sonrisas al celular, luego empezó hablar a la cámara, primero diciendo cosas como “esta tan rico su sabor” “me encanta que este así de duro”, luego paso a decir cosas más excitantes como “córrete rápido quiero tragarme tu semen”.

Cuando se le paso su regla comenzamos hacerlo nuevamente, ella empezaba haciéndome sexo oral para excitarme, luego yo se lo hacía a ella para poder hacerla lubricar más intensamente, a ella le encantaba que se lo hiciera, le lamia el clítoris mientras le metía mis dedos hasta el fondo de su cavidad vaginal, y cuando lo haces a menudo ya sabes donde tocarla para que llegue a su éxtasis, siempre un punto sensible donde la punta de tus dedos prácticamente masajean intensamente y mientras hacía eso le lamia sus pechos, con mi otra mano la ponía en su cara y le hacía chupar uno de mis dedos, todo esto en conjunto a ella le hacía acabar tan rico que hasta se contorsionaba.

Una vez terminado esta previa comenzábamos con la acción, le metía suavemente mi pene para no ser muy brusco, pero esto era solamente al inicio, una vez que su vagina ya había aceptado ser penetrada, comenzaba con movimientos más rítmicos y algo brusco, golpeándola prácticamente con mi pelvis en cada penetración, lo cual a ella le encantaba, a pesar que no era muy expresiva, sus pequeños gemidos cuando la penetraba de golpe eran una señal de lo mucho que le gustaba, obviamente no quedaba solo allí, después de un rato, la ponía boca abajo y colocaba unas almohadas debajo de tu cadera para que esta se levantara y así poder darle más rico por detrás. Al final de todo este disfrute siempre terminaba adentro, eso era lo más rico, sentir su vagina apretándome el pene porque ella se había venido y aparte de eso sentir mi semen caliente siendo escurrido dentro de su vagina.

Todo era así por un tiempo, empecé también a exigirle cosas para hacer los días diferentes, primero le dije que hablara con su “amigo” dentro del cuarto y mientras lo hacía le empezaba a toquetear en varios puntos sensibles, otros días aparte de que la tocaba le decía que me hiciera sexo oral mientras seguía hablando por celular, después empecé a tener sexo con ella mientras se comunicaba con su amigo pero dejo de hablar por celular y empezó a hablarle por WhatsApp, le dio la escusa que se sentía cansada y que no tenía muchas ganas de hablar, pero la verdad era que tenía sexo conmigo. Fue tanto la presión que le ejercía que unos días que ella se sentía muy excitaba y no podía contestar, yo lo hacía por ella, escribiendo cosas básicas para que el chico no llamara e interrumpiera la acción.

Pero lastimosamente no todo es para siempre, ella logro conseguir un cuarto a parte al cual se mudó y me dijo que su amigo vendría a visitarla que por favor no pasara por allí para que él no se incomode, yo le dije que no se preocupe, que si bien me gustaba tener sexo con ella tampoco es que me iba a meter en su relación.

Al final el pata llego y se quedó varios días, días que yo sentía que fui perdiendo presión sobre ella, porque en el trabajo empezó a mantenerse distante y no permitía quedarse a solas conmigo.

Todo esto me incomodo, pero sabía que el pata no se iba a quedar para siempre, que al final se terminaría yendo y yo volvería a tomar prestada a su “inocente” pareja.


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