Quería sentirme prostituta un ratito

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Pienso que cada uno puede hacer lo que quiera con su vida mientras no haga daño a nadie, era mi reflexión mientras leía en el periódico las noticias sobre futuras sanciones a los hombres que fueran puteros.

Cuando iba de compras veía chicas por la calle de la Montera y me preguntaba por qué no lo dejarían, que había que tener estomago para hacerlo con cualquiera.

Llevaba un tiempo sin relaciones desde que dejé la relación con Julián y tenía ganas de probar nuevas experiencias. Un día chateando con un individuo me ofreció dinero a cambio de mi cuerpo, pero no accedí, pero ahí se quedó dentro de mi ese poso y después de pensarlo mucho me decidí a probar a mi manera.

Me enteré por internet que en cierto polígono en Madrid había muchas chicas y me dirigí hasta allí un sábado por la mañana. Llevaba una blusa azul claro y una falda negra por encima de las rodillas con sus botas de cuero. No quería llamar demasiado la atención y en caso de llegar a algo tenía muy claro que lo haría con el que quisiera.

Dejé el coche al lado de unas viviendas y fui caminando hacia la zona donde me coloqué en un sitio donde no molestaba a ninguna de mis "compañeras".  Se me pararon en dos horas tres individuos, pero a los tres rechacé pues no me gustaban nada. 

Cuando ya estaba cansada y pensaba en abandonar esta fantasía se acercó una furgoneta de reparto. El chico era muy joven o eso me pareció y acepte su propuesta. 

Antes de subir a la furgoneta quise ver que no había nadie más y me abrió la caja para que lo viera.

Me subí con él y aparcamos no muy lejos de allí. 

Se presentó como Fran y yo como Erica.

Me pagó lo pactado y me puse a desabrocharle el pantalón para hacerle una felación pero estábamos incómodos por el poco espacio así que me propuso entrar dentro de la caja de la furgoneta a lo cual yo acepte.

Nada más entrar Fran fue un pulpo: sus manos fueron a mis senos y una de ellas se introdujo rápidamente debajo de mi falda tocando mi pubis.

-Calma Fran, déjame, vamos a desnudarnos para estar más a gusto.

Fran se retiró colocando una alfombrilla grande sobre el suelo y nos desnudamos.

- Fran no tenía un gran pene y me sentí algo defraudada, pero lo tenía duro como una piedra.

Me arrodillé y me puse a chupársela lo mejor que sabía.

Mi lengua chupaba su glande como si fuera un caramelo mientras que una de mis manos se posaba sobre una de sus nalgas

- Erica, lo haces mejor que mi novia, se nota que, como madurita que eres, tienes más experiencia, uf...

Cuando pensaba que se iba a correr me aparto y me pidió ponerle el condón.

Se lo puse con su colaboración y en cuanto se lo coloqué y sin más preámbulo me aprisionó sobre la caja de la furgo y me penetró.  Me cogió con cada uno de sus brazos cada pierna, nos separamos de la caja y me pidió que le cabalgase en esa postura mientras me mordía suavemente mis pezones.

Cuando se cansó de sostenerme me volvió a situar al lado de la caja, me elevó una de las piernas y me penetró una y otra vez mientras mamaba literalmente mi pezón izquierdo.

Reconozco que ya estaba mojada, aunque no me estaba gustando mucho la experiencia.

Esperaba que se corriese y terminase pero que va, esto estaba en la mitad de la partida pues acto seguido me puso a cuatro patas con delicadeza y me entró duramente después de darme algún azote.

El sonido de sus arremetidas hizo que me calentase más y me gustase esperando llegar al orgasmo.

Incremento el ritmo y de repente paró la penetración pensando que se había ido, pero no, no fue así. Me volteo, me puso boca arriba, me flexiono las piernas elevándolas al mismo tiempo y en una postura muy rara, como si estuviera sentado sobre mi pubis volvió a penetrarme una y otra vez, martilleándome, taladrándome sin piedad mientras yo gemía de placer y de dolor porque la postura me era incómoda.

Entonces cuando se cansó me soltó las piernas y se puso en misionero sobre mi follándome de nuevo mientras pensaba que este chico no acababa nunca, que era un follador incansable y que suerte tenía su novia. 

Su boca sobre mi cuello, sus manos sobre mis pezones duros, su pene dentro de mí... esto era demasiado... estaba que me venía el orgasmo y Fran se dio cuenta incrementando la penetración, una y otra vez, casi violentamente hasta que su boca chocó con la mía y fundiéndonos en uno sólo tuvimos un gran orgasmo.

Después de levantarnos agotados empezamos a vestirnos.

- Erica, me quedo con la gana de hacer un cunnilingus pero es que a una chica de la calle no me atrevo

- Te entiendo Fran, que suerte tiene tu novia, seguro que se lo haces a ella.

- Te he mentido Erica, no tengo novia y tampoco es la primera vez que estoy con una prostituta, aunque sí con una de tu edad madura.

Entonces salimos de la caja de la furgoneta y me llevó a donde le indique, cerca del coche donde lo tenía aparcado.

Nos despedimos y me fui a casa con la experiencia cumplida.


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