Con Teresa

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La tenían como una inútil, apartada de las demás mujeres que tenía puestos similares y ella tampoco se relacionaba.

Muy delgada, deportista, no era de las que le importaban tener arrugas y tampoco era guapa, pero yo la saludaba porque estaba en mi misma planta y la daba algo de conversación.

- Teresa, estuviste trabajando en Palencia varios años y no tuviste pareja pues me parece que eres soltera.

- No y tu Paula?

- No me hago a la idea de tener que lavarle la ropa interior a un hombre.

- ¿cómo te gustan los hombres Teresa? O las mujeres, a mí también me gustan algunas y no me da vergüenza decírtelo.

- Me gustan deportistas, tú eres guapa Paula, tal vez encuentres lo que buscas,

- Si quieres podemos quedar y conocernos un poco más.

Me daba que Teresa ocultaba algo, generalmente solía darme cuenta de la orientación sexual de la persona.

Quedamos un domingo para montar en bici y en una de las paradas a descansar se lo solté:

- Teresa, ¿sexualmente que es lo que más te gusta?

- Me gustan los hombres que tienen buen cuerpo, atléticos, y ya sabes....

- Pues Teresa, no te miento, ya sabes que te dije que me gustaban los hombres y también las mujeres. Ahora mismo me gustaría comerte con lo delgadita que eres.

Me equivoqué pensando que iba a salir corriendo, asustada y en vez de eso se rió.

-Piénsatelo Teresa.

- Bueno me lo pensaré Paula.

Cuando volvimos a la semana siguiente al trabajo nos saludamos sin más y cuando era el viernes fui a verla.

- Teresa ¿quieres que quedemos el sábado por la tarde?

- Vale Paula.

Quedamos en la plaza de los Cubos.

Ella no lo sabía, pero yo había alquilado un apartamento por horas.

Venía con su pantalón vaquero y su blusa. Con lo delgada que era y que no se cuidaba no me extraña que no tuviera pareja.

- Vamos Teresa.

- ¿a dónde?

- Espera y lo verás.

Nos metimos en el portal donde un portero me dio unas llaves y entramos en el apartamento y allí le declaré mis intenciones a Teresa.

- Es un apartamento por horas; lo utilizan los que quieren tener sexo fuera de sus casas y tanto tú como yo vivimos con los padres. 

La acerqué hacia mí y fui a besarla no siendo rechazada.

- Teresa llevo tiempo deseando hacer el amor con una mujer como tú.

-¿y eso Paula?

-Calla Teresa y déjate y acto seguido la desabroche el vaquero.

Ella se dejó desnudar mientras la besaba de vez en cuando.

- ¿no me quieres desnudar Teresa?

Rápidamente me desnudé y allí estábamos las dos, desnudas.

-Paula, eres tú la que me deseas, hazme lo que quieras.

Entonces la tumbé sobre la cama, la abrí las piernas y me puse en medio de ellas para besarla.

Ella a veces colaboraba en los besos, pero no hacía nada más.

Fui bajando hacia sus pocos pechos, los besé, acaricié, mordí sus pezones brevemente; cogiendo sus manos los puse sobre mis senos que ya se estaban poniendo erectos.

Bajé más hacia su vientre mientras que una de mis manos tocaba su monte de Venus y la otra apretaba suavemente uno de sus senos.

Me daba la sensación de estar haciendo el sexo con una muñeca inmóvil; me entró el temor de un fracaso...

Entonces bajé más y la separé un poco más las piernas y mi lengua lamió una y mil veces su vagina; busqué la zona del clítoris mientras que con un dedo la penetraba una y otra vez hasta que conseguí sus gemidos.

Entonces ya me concentré exclusivamente sobre su clítoris que ya asomaba y mi lengua no paraba de jugar con él.

Ella me ponía su mano sobre mi cabeza y me presionaba y eso me hizo todavía hacerlo con más intensidad.

Había descubierto el secreto de Teresa.........

Tenía su clítoris, mi lengua entraba junto con mis dedos en su vagina totalmente húmeda, una y otra vez, no paraba para darla y darnos el mayor placer hasta que sentí que se arqueaba su cuerpo con un gemido y su flujo vaginal me mojaba mis labios.

Yo estaba calentísima. no había tenido el orgasmo, pero estaba muy cerca de él y entonces lo que hice fue ponerle mi vagina sobre la suya y frotarme con ella mientras que mis manos estaban sobre sus pezones duros.

Incremente el ritmo del roce hasta que fue frenético y para amortiguar mi gemido por el orgasmo que me venía puse mi boca sobre la de ella.

En ese momento tan delicado e intenso me introdujo sus dedos en mi vagina, lo cual hice yo también, lo que nos provocó un segundo orgasmo, inesperado para mí, mientras nuestras bocas se unían en un interminable beso al igual que nuestros cuerpos.


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