DELICIAS TURCAS

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Siempre que recuerdo mi paso por Estambul me acuerdo de aquella película protagonizada por Ana Belén en la que se enamora de un turco. En mi caso no me enamoré, afortunadamente, pero podría haber ocurrido.

Acababa de romper con mi novio. Bueno para se sincera, me acababa de dejar el cabrón por otra tía que dudo que tuviera los dieciocho años y doce menor que él. Me dijo que ella le hacía cosas que yo nunca le había hecho ni le haría porque era demasiado mojigata. Un gilipollas que solo quería metérmela y correrse lo antes posible dejándome con las ganas muchas veces.

Me llamó mi amiga Lina loca de contenta. Le había tocado en no sé que concurso un viaje de cuatro días a Estambul para dos personas. Había pensado en mí a ver si así me distraía un poco y se me pasaba el estado de ánimo que tenía. Imagínate que conoces a un turco con una buena tranca y te quita todos tus males de repente, me dijo y las dos nos echamos a reír.

Aterrizamos en Estambul a media tarde. Buscamos algún cartel con el nombre de Lina para localizar a la persona que iba al aeropuerto a recogernos. Lo divisamos y le hicimos señas mientras nos acercábamos a él. Nos presentamos, el cogió las dos pequeñas maletas y le seguimos hasta el coche. Media hora más tarde nos estábamos registrando en el hotel Hilton Istambul.

Deshicimos las maletas, nos dimos una ducha rápida y salimos a dar una vuelta para tomar contacto con la ciudad. Por suerte estábamos muy cerca del Gran Bazar y no nos pudimos resistir a mirar los cientos de tiendas, donde al final como siempre compramos ropa a muy buen precio.

Ya era había anochecido cuando regresamos al hotel cargadas con las bolsas de las compras. Nos dimos otra ducha rápida y bajamos a cenar al restaurante del hotel donde teníamos la cena incluida en el viaje. Resultó ser exquisita y probando de todo un poco bebimos más vino de la cuenta.

No nos apetecía meternos en la cama y tampoco nos atrevíamos a salir solas, siguiendo las recomendaciones de la agencia de viajes. Dos chicas extrajeras, rubias, solas y por la noche en una ciudad como Estambul era tentar al peligro, nos habían dicho.

Decidimos bajar al pub del hotel a tomar una copa y nos encontramos con que era como una discoteca con una pequeña pista de baile. Pedimos dos copas y nos pusimos a bailar. No había mucha gente y casi todos era hombres. Nos dio igual, nos sentíamos seguras en el hotel.

No había duda de que éramos el centro de atención de los clientes, las dos asistíamos a clases de baile y eso se nota enseguida por la forma de movernos. Cambió el tipo de música y empezó a sonar música autóctona. Nos sentamos porque no teníamos ni idea de como se bailaba y no queríamos hacer el ridículo.

Se nos acercaron a la mesa dos tíos y nos tendieron la mano invitándonos a bailar. Les dijimos que no sabíamos bailar con esa música y en perfecto ingles nos dijeron que para eso estaban ellos allí, para enseñarnos y con nuestra soltura bailando enseguida le íbamos a coger el aire.

Nos miramos y sin decirnos nada nos entendimos. Nos levantamos y salimos a la pista con ellos y enseguida le cogimos el ritmo siguiendo sus instrucciones. Cuando empezó a sonar música más lenta hice ademan de irme a la mesa, pero cogiéndome de la mano me dijo que siguiera bailando con él.

Cuando me puso las manos en la cintura y me pegó a él percibí lo bien que olía y enseguida me empezó a hablar al oído diciéndome lo preciosa que era y que afortunado sería el hombre que consiguiera conquistarme. A mí dio un poco la risa, acababa de ser abandonada por uno hacía un mes, diciéndome que era una sosa en la cama.

La verdad es que me sentí alagada por sus palabras y un mes de abstinencia total, ni siquiera una triste paja, hace estragos en cualquiera. Cuando empezó a acariciarme la espalda bajando la mano hasta el inicio del culo me sentí incomoda, pero me duro poco. El tío me estaba empezando a excitar cuando empezó a jugar con la goma del tanga por encima del fino vestido que llevaba.

Miré hacia los lados buscando a Lina y estaba abrazada al otro turco, con el muslo de él entre sus piernas y morreándose. Cuando volví la cabeza hacia mi pareja de baile me encontré con sus labios que venían directamente a los míos, pero le hice la cobra. Me cogió la barbilla con una mano, me la giró y me estampó un beso en todos los morros. Intenté separarme, pero  cuando presionó la lengua para entrar en mi boca ya estaba demasiado excitada.

Saboreé aquel beso como si fuera un manjar que hacía tiempo que no probaba. Me recorría la boca entera por dentro con su lengua y luego la hacia girar sobre la mía, como si fuera el preludió de lo que podía obtener si quería. Cuando noté una mano presionándome un pecho y la otra aplastándome el culo contra su polla, me dejé ir completamente. Me sentía incapaz de rechazarle con la calentura que tenía.

Empecé a besarle yo en señal de rendición. Cuando nos separamos me miró a los ojos y sin decir nada me cogió de la mano y me arrastró hacia un pasillo, deteniéndose en el servicio de mujeres. Miró a los lados y al comprobar que nadie nos veía tiró de mi mano y nos metimos dentro.

Me llevó al último cubículo, me hizo entrar y cerró echando el pestillo. Bajó la tapa del wáter y cogiéndome por debajo de las axilas me levantó hasta ponerme de pies encima. Me abrió los botones superiores del vestido, me subió el sujetador y empezó a chuparme los pechos centrándose en los pezones. Mientras, una mano ya buscaba el borde de mis bragas para introducir la mano.

Solo llegó a masajearme un poco la entrada, prefirió meterme las manos por debajo de la falda del vestido y quitarme las bragas. Se agachó y metió la cara entre mis piernas haciéndome el mejor cunnilingus de mi vida. Joder como chupaba el turco, no me dio tiempo a disfrutar el primer orgasmo porque fue inmediato. Menos mal que siguió chupando hasta que hizo que me corriera otra vez. Esta vez sí que lo disfruté a tope.

Me bajó al suelo y directamente la bajé la bragueta y metí la mano para sacarle la polla. Era de color oscuro y grande, con el capullo brillante por el líquido pre seminal que ya había aparecido. Me la metí en la boca y empecé a mamársela. Al poco se retiró y se corrió apuntando al suelo. Acto seguido me la acercó de nuevo a la boca y probé el sabor de su semen.

Salimos de los servicios y fuimos a la mesa. Lina no aparecía por ningún sitio y estaba empezando a preocuparme cuando un camarero se acercó y me entregó una nota. Era de Lina diciendo que no me preocupara, iba a dormir con su turco en la habitación de ellos y que me llevara al mío a dormir a nuestra habitación. Al final me decía que disfrutara de la noche y follara como si al día siguiente el mundo se fuera a acabar.

Cogí al tío de la mano y me lo llevé a los ascensores. Nada más cerrarse las puertas me colgué de su cuello y le devoré la boca mientras le agarraba la polla por encima de los pantalones. Al llegar a nuestro piso se asomó al pasillo para ver si había alguien y al no haber nadie salimos. No me apetecía pasearme por el hotel con el vestido abierto y el sujetador en el cuello.

Saqué la tarjeta de la puerta y nada más abrir me empujó dentro al tiempo que me quitaba el vestido y yo tiraba el sujetador al suelo. Me tumbó en la cama y me observó con ojos brillantes mientras se desnudaba. Se tumbó encima de mí y empezó a restregarme la polla por el coño. Me preguntó si tenía codones y me tuve que levantar a cogerlos. Se los di, se puso uno y sin mediar preámbulo alguno tiró de mis pies hacia el borde la cama, me abrió de piernas y me la metió de golpe hasta dentro.

Era increíble lo grande que la sentía llenándome completamente y no tardé en correrme. Siguió embistiéndome hasta que se corrió también, pero no me la sacó. Permanecimos un rato tumbados hasta que empezó a pesarme demasiado y se levantó.

Cogió dos Coca Colas y me dio una. Veinte minutos después ya estábamos devorándonos en un sesenta y nueve y esta vez se corrió en mi boca. La verdad es que lo hizo varias veces a lo largo de la noche. No sé ni cuantas veces follamos esa noche. Tenía tan sensibles todas mis partes erógenas que con solo tocármelas ya estaba preparada para un nuevo orgasmo.

Era de día cuando se vistió, me dio un beso en los labios y se marchó. Al poco apareció Lina diciendo que era incapaz de cerrar las piernas porque solo con el roce de las bragas ya le escocía el chocho. Nos echamos a reír, se metió en la cama y no nos despartamos hasta pasada la media tarde. 


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