Me van a hacer venir par de cabrones II

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Y ahí estábamos mi esposa y yo desnudos con esa preciosa chica de piel clara y suave apenas con un ligero vestido blanco de flores rojas, yo besaba su cuello acariciando sus costados y mi esposa se fue sobre ella a besarla con mucho deseo, Diana con una mano acariciaba mi costado desnudo y con la otra las tetas de mi esposa.  Lentamente entre ambos le fuimos subiendo el vestido sólo para dejar su cuerpo blanco completamente desnudo.

Mi esposa estaba encantada y nos tomamos un respiro para contemplarla desnuda, Diana quietecita y llena de placer sentía las manos de mi esposa tocando su sexo mientras que sus tetas eran succionadas el mismo tiempo. Yo me puse de rodillas y abriendo esas jugosas nalgas comenzaba a darle lamidas a su pequeño y delicioso culo.

-Esto es una locura, me van a hacer venir par de cabrones, me encanta todo lo que me hacen.

Mi esposa la inclinó un poco y con libertad yo estaba en su ano chupando y lamiendo como un hambriento, Diana ahora mamaba las tetas de mi esposa y también con su mano sentía lo empapada que estaba su vagina. Pasaron pocos segundos para escuchar como Diana gemía como puta, yo clavado en su culo mamaba como loco mientras que mi esposa estaba frotando su clítoris con sus dedos, en un grito delicioso la hicimos venir tan rico que hasta sus piernas estaban temblando.

Ambos de pie estábamos como al principio, teniéndola en medio y besándola como locos mientras ella sentís completo su orgasmo, yo le besaba el cuello y olía su cabello y mi esposa le mordía los labios y la apretaba contra mí para sentir hervir su piel entre gemidos y humedad.

La pusimos de rodillas en medio de nosotros, mi verga gruesa y larga estaba en su cara al igual que la vagina depilada de mi esposa, ambos la tomamos del cabello y con torpeza al principio se turnaba para chupar cada sexo hasta llegar a acomodarnos y hacer que ella probara de ambos.

Mi esposa la tomo del cabello y la puso en cuatro en la orilla de la cama, se acomodó el cabello y abriendo sus nalgas comenzó a chuparle delicioso el ano y la vagina, yo teniendo a mi esposa en cuclillas le dejé ir mi verga completa hasta quedarme completo dentro de mi esposa.

Me movía fuerte y mi esposa gemía exagerada, mientras lamia el culo y la panochita de Diana. –Por dios, aun tienes el sabor del semen de Roberto. –Y es que, si recuerdan, él se la cogió hasta venirse solo una hora antes.

-Te la voy a dejar limpiecita para que también David la pruebe, es que la tienes tan rica que quiero que él también te la chupe.

Seguimos cogiendo, mi esposa dejó la panochita de Diana completamente lista, yo me recosté boca arriba, mi esposa me monto, se clavó mi verga y Diana exquisita tuvo la bondad de sentarse en mi cara.

Era una escena deliciosa mi esposa brincaba sobre mi verga mientras yo chupaba el culo y la vagina de Diana, estas a su vez se besaban y se manoseaban las chichis. Seguimos cogiendo un buen rato de esa forma hasta que mi esposa se vino en mi verga entre gritos y jadeos bien fuertes. Hicieron un cambio, ahora yo estaba saboreando el orgasmo de mi esposa y sintiendo como la vagina de Diana abrazaba y empapaba mi verga con cada rebote.

Ellas seguían besándose, mi esposa se comenzó a masturbar mirando como Diana me cogía y casi al mismo tiempo ambas se vinieron llenando la sala de gemidos, Diana se regó exquisito en mi verga y mis muslos y huevos estaban escurriendo, mi esposa también soltó un chorro caliente y me tuve que beber su orgasmo para no ahogarme, era tan rico que tuve que decirles que pararan para no venirme.

Pero Diana no quiso hacerme caso, ella siguió rebotando y entonces les dije que me iba a venir, mi esposa se levantó y Diana también se fue al piso con ella, ambas de rodillas esperaban el baño delicioso de mi semen en sus bocas como si de una película porno se tratara. No pude más con esa escena y me vine de lo lindo bañando a cada una de tres enormes chorros de leche caliente.

Ambas gemían al sentir cada disparo y también entre las dos me mamaron la verga hasta dejarla bien limpiecita, pero mi verga no dejaba de estar como piedra.

-Mi vida méteme la verga por el culo.

Mi esposa acomodó a diana como de misionero, le abrió las piernas y junto su vagina con la de ella, yo detrás de mi esposa solo tuve que subir jugos vaginales a su culo para penetrarla fácilmente. Con cada vez que penetraba a mi esposa ella frotaba su clítoris en el clítoris de Diana. Era una obra de arte y lujuria ver esa sala, tan sincronizados, tan cachondos y tan rico que mi esposa se vino tan rico empapando el abdomen de Diana mientras que esta abrió bien sus piernas para tocarse, estaba tocándose pero yo no pude con eso y le metí la verga hasta adentro mientras que ella sentía correrse, mi esposa la besaba en la boca y luego de darle con todas mis fuerzas y muy rápido ella gritaba mientras otro orgasmo estaba estallando. Mi verga me dolía, ero ver su cara me tenía bien caliente que no dejaba de moverme hasta que supe que ella ya se había desvanecido.

Me cogí un poco más a mi esposa y luego de un rato Diana me dijo que quería sentir mi verga en su ano, no fue sencillo pues ya tenía años que no cogía por el culo, mi esposa le metió los dedos y luego de dilatarla un poco pude dejarle mi verga hasta el fondo, no sé cuántas veces se vino mientras la cogía por el culo, mi esposa solo estaba debajo de ella sintiendo cada chorro de orgasmo caliente hasta que ya no pude más y le dije que otra vez me iba a venir.

-Vente adentro de su culo mi amor. –Me dijo mi esposa mientras se acomodaba para sentarse a un lado nuestro. Mi esposa me besó en la boca y luego de meterle toda mi verga unas veces más me dejé ir en ricos chorros de leche dentro del apretado culo de Diana.

Estaba empapado en sudor, mi esposa me besaba y me secaba con una playera mientras que Diana estaba desplomada en el sillón con el culo hacia arriba, le saqué la verga a Diana y mi esposa se lo chupo un poco hasta que vio salir mi semen, se lo limpió del culo y ambos nos quedamos tirados desnudos en ese sillón.

Estábamos extasiados, desnudos y con ganas de apenas recuperar fuerzas para volver a coger como locos, nos destapamos una cerveza y desnudos brindamos por ese día tan caliente, apenas estaba el atardecer y apenas se acababa aquella cerveza cuando sonó el teléfono de Diana. Desnuda fue a verlo y corrió a donde estábamos para enseñarnos un mensaje de Roberto.

“Amor, no me importa nada, quiero intentarlo. Voy para allá”

 


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