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		Sin voz y sin manos
su cuerpo un tapiz,
queriendo quererme
no puede sentir.
Su cuerpo una aguja
que hilvana mi piel,
desierto en su alma
clavada en mi sien.
El ángel vigía
descubre su voz,
sus manos, su cuerpo
su amor y pasión.
Mira alrededor
se escapa de nuevo,
en su juego no caigo
y su licor no bebo.
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