SEX Shop / Cecilia

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02 SEX Shop / Cecilia.

Con mi mujer Tricia nos acercamos a la zona del centro de Asunción, del hotel Cecilia, lugar donde estábamos pasando una tarde libre de los chicos, nuestros chicos, una tarde de pareja. Paramos a comprar un par de cosas en la tienda de tabaco, cuando nos dimos de frente con un sex shop. Nos miramos y ambos con una sonrisa pícara entramos tirando de las manos, pero sin apuro

Empezamos a ver los distintos artículos sexuales y no encontramos nada que nos llamara demasiado la atención, casi todo eran penes de distintos tamaños y texturas, con vibración o sin, en fin, la verdad en tacto de piel ninguno era comparable con mi miembro que a ella tanto le gusta, aunque los había de dimensiones que daba miedo pensar en metérselos a ella.

Se acercó una vendedora morena, llamada Maritza, con buenas curvas, vaquero corto y camisilla blanca, muy simpáticamente nos preguntó si buscábamos algo en particular. Le dije que solo estábamos curioseando a ver si algo nos llamaba la atención. Ella nos preguntó si solíamos utilizar complementos en nuestras relaciones y le dije que la verdad era que no, que solo tratamos una vez en un motel, pero no surgió ya que esa tarde la estábamos pasando románticamente bien.

Maritza nos dijo que tenían en oferta unos vibradores con mando a distancia, incluso controlables desde el teléfono mediante una aplicación que suministraba el fabricante. El juguetito consistía en una especie de bolita alargada fucsia, parecido a un pescadito, con una colita que también vibraba, lo que le daba multitud de posibilidades una vez que estaba introducida donde más nos gustase. Sin darnos tiempo a pensar mucho, nos dijo que nos lo iba a enseñar funcionando. Maritza desapareció un momento y volvió con el aparato en la mano y un celular. Se lo puso en la mano a Tricia y le dijo que la cerrara. La mano de mi mujer con aquellos dedos finos quedó sobre la suave goma ya estaba ella sonriendo cuando Maritza lo puso en marcha, nada más al empezar a vibrar, empecé a imaginarme como sería tenerlo dentro de ella mientras yo jugaba con la lengua sobre su cuerpo, excitándome y excitándonos. Maritza agarró suavemente la mano de Tricia y puso sobre su muñeca la colita del vibrador que parecía un pescadito , sujetándola ella con su mano, había un roce sensual entre ellas dos mientras se escuchaba el bajo vibrar de todo el juguete, sutilmente Mariza apoyaba sus senos sobre la espalda de Tricia quien al principio sorprendida se apartó, Mariza quien tenia experiencia en venta y tal vez en uso del juguete, subía la velocidad mientras nos dijo que cerráramos los ojos y pensáramos en las cosas que le podíamos hacer los dos. Tricia ya cachonda sonreía mientras ella apoyaba su espalda buscando el moreno pezón parado de Maritza, el cual se dejaba ver puntiagudo sobre esa blanca camisilla de algodón, mi cara se transformó al ver esa escena erótica y comencé a pensar que hoy los juguetes los usan tanto las mujeres como los hombres, yo estaba sudando viéndolas, mientras Maritza jugaba con la velocidad del móvil y el aparatito vibraba mas y mas ruidosamente en la mano de estas dos calientes mujeres. Luego de un suspirar fuerte de ambas, roce de pezón y espalda, los tres ya calientes y mojados, nos convencimos y decidimos comprarlo porque el precio no era inalcanzable. Maritza buscó un ejemplar cerrado y nos acompañó a la caja. Cuando escaneo el código de barras nos dijo que estaba en oferta y la segunda unidad salía a mitad de precio. Yo iba a decir que no nos interesaba, cuando Tricia dijo que nos pusiera los dos para llevar. Me quedé un poco sorprendido, pero no dije nada, intentando averiguar en que estaría pensando mi lujuriosa y excitada mujer para querer que ¡nos lleváramos dos!

Tricia guardo los dos vibradores en el bolso y nos fuimos a tomar unas birritas con unos camarones, al Bar San Roque, propiedad de Richi, mi Bro…. Al final acabamos almorzando a base de picadas, invitación va, pedido viene, nos acariciábamos y rozábamos los pies bajo el largo mantel de la mesa, pensando en lo que habíamos pasado en la tienda con Maritza.

Serían las tres, más o menos ya bien bebidos, cuando decidimos marcharnos al hotel Cecilia, Ya en el auto, mientras conducía empecé a tocarle la pierna, Tricia tenía una pollerita liviana color verde que realzaba su pelirroja cabellera, ella se movía como jadeando la pelvis en el asiento todo lo posible para facilitarme el trabajo, separo un poco las piernas invitándome a que avanzara hacia esa mojada entrepierna. El olor a cuero y perfume de mujer era muy excitante mientras conducía. Poco a poco la mano fue subiendo por el muslo hasta que llegó a la mojada vagina de mi mujer, jugué con roces a los labios un poco por encima de la blanca ropa interior, que estaba ya lubricada, mojada. Acariciando el escondido clítoris, lo suficiente para hacer que se mojara más, le quité la mano lentamente. Tricia se quejó y me dijo. “Eiiiiyyy porque parás ¿? no seas malo cabrón !!, si empezás a excitarme así ahora tienes que acabar lo que empezaste,” ella es así, impulsiva, sin filtros… Le dije que esperara, lo cual al plagueo y refunfuño aceptó de mala gana, ya con puchero en esos hermosos labios rosados.

Al llegar al hotel, con voz de mando, enojada aún, me dijo que lavara los vibradores, ¡los dos! corroborando el plural, acostumbrado a obedecerla, procedí ya desnudo a entrar a el baño y al abrir la puerta la veo a ella, ya en la ducha con esa cara sonriente típica y traviesa, estaba jugando con la ducha manual y el agua tibia, mientras yo miraba y ella me decía “mmmm, que rico bebe… estoy muy mojada, mal, muy mal y caliente”. Acabé en dos segundos de limpiar en el baño los juguetes con jabón neutro preparado por ella, mientras que la miraba atentamente acariciarse con el agua sus rosadas partes en la entrepierna, jugando con sus tatuados muslos y esa rosada pequeña vagina. Sacó la ducha justo en el momento antes de llegar al primer orgasmo, contoneándose con esa ducha suave y tibia, jadeante me dijo que entrara, me lavara con ella, mientras me enjabonada mi ya parado miembro, manos van y manos vienen ya estábamos muy calientes los dos., mi pija parecía un tieso pedazo lubricado y chorreante en la punta sin haber siquiera metido la puntita aún en esa mojada, rosada y hermosa vulva lubricada, esto era casi tántrico.

Se escucha un “pam pam” en la puerta “servicio de habitación”, me pongo una camisa y atiendo al mozo que traía dos espumantes rosé demisec a la habitación. Tomamos unas copas y Tricia ya sentada sobre mis muslos, yo acostado con mi espalda en la cama, sentí que lentamente metía su delicada mano por dentro de la camisa y me lamia un pezón, levanté la cabeza para mirarla y me besó con esos labios mojados, saliva chorreando, la lengua caliente y húmeda dentro de mi boca… yo estaba ahí tendido, muy caliente con mi miembro que ya me estaba latiendo y ella rozaba lentamente con su pequeña y apretada vulva aun mojada y lubricada. De pronto empecé a notar un cosquilleo en el pezón y enseguida supe de qué se trataba. Me desabrochó la camisa y me puso los vibradores encendidos sobre ambos pezones. Excitado agarre el móvil y coloqué en 3 la potencia, mi favorito cuando ella se masturbaba con su vibrador azul, aumenté la potencia de los dos. Me pinzó los pezones entre sus dedos y los vibradores e inmediatamente su efecto llegó a mi medula sexual, mi cuerpo comenzó a jadear y lubricar, mi pene estaba ya mojado, lubricado sin siquiera penetrar su cuerpo.

Nos desnudamos rápidamente y fuimos al medio de la cama y nada más al tumbarnos metí la cara entre sus tatuados muslos, le separé las piernas todo lo que pude, viendo como esa rosada vulva se abría lentamente cual mariposa liberando el acceso al clítoris, la campanita, como le decía yo cariñosamente en privado. Se mojó y jadeó inmediatamente mientras una mano me pajeaba y la otra, mano por debajo de mi entrepierna me acariciaba la entrada del culo presionando suavemente con un vibrador para darme un estímulo extra y consiguió que me mojara más aun, ya mi pene estaba totalmente chorreado sin penetrarla, latiendo al ritmo de mi acelerado corazón, aguanté las ganas para no correrme por primera vez, no pude contenerme y desparramé sobre su vientre chorros y chorros de blanco y caliente semen. Empapada en semen y lubricada, apoyó uno de los vibradores en la entrada de la vagina y lo empujó hacia dentro poco a poco, una vez que la parte más gruesa entró, el resto se deslizó adentro del coño lubricado, como comiéndoselo, lento sin prisa. Cogió el rabito pequeño que quedaba afuera y empezó a presionarse la punta contra el clítoris. Era como si su cuerpo vibrara simultáneamente con el interior de la vagina y el clítoris, mientras me pajeaba al ver esa erótica escena de Tricia masturbándose, no pude aguantar sin mojarme de nuevo, ya a esta altura mi pene latía solo con chorros de semen que lubricaban a su propio ritmo sobre su rosada e inflamada concha. Mis manos presionaban sus parados pezones rosados. Ella ya de cuatro, en posición perrita, y sin dejarme sacarle el vibrador, me ordenó que le lamiera la entrada del rosado culo para lubricarla y le metiera el otro vibrador. No me costó nada porque es una práctica que realizamos frecuentemente y a ella le encanta que le meta los dedos, incluso la lengua Se me tumbó encima violentamente con la vagina cerrada y lubricada en la cara y me la metí en la boca haciendo ambos un 69, con todos los orificios ocupados me ocupé inmediatamente de su clítoris y nos devoramos mutuamente mientras los vibradores hacían su trabajo dentro de ella. Nunca había sentido tanta estimulación en el cuerpo y aunque ya me había mojado dos veces, en el momento que ella se corrió en mi boca, yo hice lo mismo en la suya, dándole leche dentro de sus rosadas mejillas, metió toda mi mojada verga dentro de la boca mientras se pasaba mi jugo a la garganta y murmuraba “mmm mmm” como mágica vibración similar a la del vibrador.

Descansamos media hora, antes de cenar, fuimos a la ducha juntos. Lavamos los vibradores y yo empecé a acariciarme de nuevo con uno. Otra vez estaba mojado y no solo por el agua de la ducha precisamente, la di vuelta, le introduje un vibrador en la aun lubricada concha, el rabito quedó fuera, por detrás mojé un poco de jabón neutro en los dedos y se lo pasé por el apretado culo para lubricarlo. Agache a Tricia lo suficiente para poner mi polla entre las piernas y empujé suavemente, metiéndosela entera y empecé a cogerla nuevamente, el rabito ahora acariciaba mis huevos por debajo, calentándome de una manera brutal. Nuevamente de cuatro, puse mis piernas alrededor de la cintura, empujando toda mi pija hasta el fondo de su hermoso culo y juro que jamás había tenido orgasmos semejantes. La vibración del juguete presionándole dentro de la vagina junto con la verga en el ano y el rabito vibrando en mis huevos, hicieron que me corriera otras interminables veces y jadeando, temblando, le supliqué a Tricia que parara y me dejara sacar la verga dentro de su ya dilatado culo porque no aguantaba más. Perra como es y como estaba gozando y jadeando, no me hizo caso y siguió cogiéndome hasta que se vino e hizo que me corriera de nuevo adentro. Al sacar la verga vi como su dilatado ano cual pulpo dejaba salir la blanca leche desde adentro.

Salimos de la ducha como pudimos, no teníamos fuerzas ninguno de los dos. Ya fuera nos sacamos lo vibradores y los dejamos en el baño, ya los lavaríamos más tarde. Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos, directamente sin cenar.

A partir de entonces hemos ido varias veces al sex shop a visitar a Maritza a comprar más juguetes y bueno, ya tendremos otra historia para contarles con ella.


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