La compañera Nines.

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Nines y yo compartíamos el despacho en una empresa de informática.

Ella estaba casada, con hijos.

Yo me preguntaba cómo sería su marido, como lo pudo seducir pues era bajita y feúcha, con buen tipo, eso sí, y tenía buen tamaño de senos.

A veces, cuando no tenía nada que hacer, mi mente vagaba y deseaba magrear sus pechos como mínimo.

Después de varios años estando juntos mi obsesión por sus senos aumento y un día armándome de valor saque el tema de forma indirecta, rodeando el asunto.

- Nines, entre tú y Gabriel hay una tensión sexual evidente y eso que estáis casados.

- De eso nada, Roberto, eso te parece a ti, yo estoy bien y no necesito nada.

-Mientes Nines, dime la verdad, llevas mucho tiempo casada con tu marido ¿cuánto hace que no hacéis el amor?

-No te voy a contestar a eso, no te importa.

-¿no hacéis "fantasías"? ¿le haces felación? ¿te hace el cunnilingus?

-No sé qué es eso que dices y no quiero hablar de esos temas... céntrate en el trabajo.

En eso quedo todo hasta unos pocos días cuando le hice un ofrecimiento que se quedó sin habla.

-Nines, escucha, no quiero que te sienta mal lo que voy a decir pues es un ofrecimiento.

Yo estoy dotado. A cambio de verme mi pene duro, erecto, me dejas besarte y acariciar tus senos. Luego tú decides lo que quieres hacer con él.

Si fuera Gabriel estoy seguro que tal vez te sintieras más dispuesta.

-Eres un cerdo, Rober.

Si Nines creía que se había quedado ahí la cosa se equivocaba; más bien había dejado mi impronta sobre su mente.

Al día siguiente, hubo un corte de luz en la manzana, no pudiendo trabajar.

Hubo compañeros que se marcharon en la planta, por los despachos.

Nos levantamos para coger los abrigos, pero yo en ese momento la sujeté por la cintura con mi brazo izquierdo mientras que mi mano derecha se introducía por su delantera tocando sus senos.

Nines se quedó de piedra, sin reaccionar y volviéndola mi boca se fue directamente sobre sus senos desabrochándole rápidamente su blusa.

Ella apenas puso objeción o eso creí yo y la arranque el sujetador mientras lamia como un desesperado sus senos, mordisqueaba sus pezones.

-Por favor, no, no Rober.

-Nines, pararé de besarte cuando note mi pene duro para que lo veas.

Y ahí seguí yo, gozando de esas tetas grandes para una mujer tan menuda.

Cuando se me puso mi dotación erecta paré, me separé de ella y cogiendo su mano la puse para que me agarrara mi pene.

Nines se quedó mirando sin decir nada.

-Hazme Nines una felación, anda.

-No sé, yo no hago eso.

Entonces la desabroché el pantalón y cogiéndola por la cintura la tumbé sobre una mesa redonda quitándola rápidamente su ropa y separando un poco sus piernas me puse a lamer su chocho de forma ávida, como si se me acabara el tiempo, como si no hubiera "comido" desde hace días.

- No, no, porfa, no, Roberto, noooo...., que me estás haciendo.....ai,ai ahhh...

Pero yo no hacía caso: mi lengua hacía diabluras sobre su monte de Venus. Mi lengua se introducía sobre su vagina, buscaba su clítoris con anhelo mientras mis dedos de la mano derecha la penetraban una y otra vez y la mano izquierda la apretaba uno de sus senos.

Muy pronto su vagina se puso muy húmeda y gemía de forma continua pero suave.

Mi lengua se paseaba por sus labios vaginales y subía hacia su clítoris haciendo "dibujos" sobre su zona erógena.

Mi pene estaba como granito, grande y duro, muy duro.

Entonces la flexioné sus piernas y separándolas recibió mi primera penetración con cara de dolor y satisfacción a la que siguió unas penetraciones fuertes logrando que se arqueara de placer y yo derramara un poco en su interior.

La cogí entonces de las manos y la incorporé; puse sus brazos sobre mis hombros y mis brazos la elevaron separándome de la mesa.

- Nines, cabálgame un poco mientras que le daba unos azotes en nalga siendo torpe en su cabalgadura pues mi pene se salió de su cueva. Entonces la puse entre mi cuerpo y la pared y cogí mi pene duro y se lo volvía a introducir dándole duro, muy duro mientras mis brazos recogían sus piernas y mi boca se iba sobre sus pezones.

Era tal mi entrega que no oía sus gemidos, pero la estaba destrozando.

Notando que me cansaba de sostenerla me la llevé así cogida a mi silla donde me dejé caer con el peso de ella encima.

Mi pene grande y duro estaba totalmente dentro de su vagina, ni un centímetro quedaba fuera.

-Ahora Nines, me vas a follar hasta que me corra.

Y Nines se puso una y otra vez a cabalgarme en esta postura, primero como si tuviera respeto, de forma rítmica pero normal para luego incrementar el ritmo. ¡Que follada me estaba dando la compañera! En cualquier momento me podía ir, pero no quería que acabase la cosa y entonces para ahogar mi gemido de la corrida apreté su seno izquierdo con mi boca mientras le apretaba el otro con la mano.

Una y otra vez me follaba sin descanso; los dos sudábamos de placer.

Su sexo estaba más que mojado y yo a punto hasta que decidí darme el gusto de correrme dentro de ella al notar que ella también se vencía agotada y satisfecha, con sus pezones duros y rojos. 

Entonces la levante, nos pusimos de pie casi tambaleándonos y terminé de echar loque quedaba de mi semilla sobre su pubis por fuera y sobre su vientre. y luego le pase mi pene mojado sobre sus nalgas.

Así me follé y me folló a mi compañera Nines que a pesar de estar casada y con hijos no había probado algunas cosas que yo la enseñé.


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