INCREIBLE PURA

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Estaba en un congreso de pediatría en Barcelona que duraba dos días. Al final del primer día, cansado de tanto tecnicismo, me fui al bar del hotel a tomar una copa antes de subir a la habitación a ducharme y cambiarme de ropa para salir a cenar a cualquier sitio cerca.

Me senté en la barra y pedí un whisky con hielo. Me puse a mirar los mensajes que tenía en el móvil y a revisar el correo por si tenía algo urgente. Ni me di cuenta de quien se sentó a mi lado y pidió lo mismo que yo estaba bebiendo. De eso si me percaté. Al levantar la vista me encontré a una mujer madura de ojos verdes, morena de pelo corto y vestida con un traje de chaqueta negro, que me sonrió.

Cuando el camarero le sirvió su copa la levantó a modo de brindis y dio un sorbo. Al retirar la copa se pasó la lengua por los labios y me dijo que estaba bueno lo que bebía. Inmediatamente me dijo que ella también era médico pediatra y asistíamos al mismo congreso. A continuación, me dijo que esperaba más nivel en las ponencias a las que habíamos asistido y estaba un poco decepcionada. Le di la razón porque era cierto.

A continuación, me entró tan directamente que me dejo cortado y sorprendido. Me preguntó si estaba solo y donde tenía pensado cenar. Le dije que sí, que estaba solo, que pensaba darme una ducha y cambiarme de ropa para salir a tomar unas tapas en cualquier bar. Me miró a los ojos y me dijo que todo eso lo podíamos hacer juntos, incluso cenar en su habitación y disfrutar de una noche de sexo. Siempre que no me importara follar con una carroza unos cuantos años mayor que yo.

Repuesto de la sorpresa le dije que era una propuesta tentadora y respecto a la diferencia de edad le dije que no era tanta. No era verdad, pero uno es un caballero. La escaneé descaradamente de arriba a bajo y me detuve más de lo correcto en sus piernas. Ella consciente de mi descaro se subió un poco la falda hasta el bordado superior de las medias. Le puse la mano en la rodilla y se la presioné un poco.

Llamó al camarero y le dio su número de habitación para que cargara las copas en su cuenta y le pidió que le subieran una botella del mismo whisky que estábamos tomando y un cubo de hielo. Se apoyó en mi para bajarse del taburete y dijo que nos íbamos. Cuando estuvo en el suelo me cogió de la mano, me dijo que se llamaba Pura y me arrastró hasta los ascensores.

Estábamos entrando en uno cuando apareció una mujer con intención de subir con nosotros y le dijo que esperara al siguiente. La chica le dijo que cabíamos los tres y ella le respondió que estaba deseando comerme la polla y no era cosa de tener espectadores.

Nada más cerrarse la puerta me puso la mano en la bragueta y se empinó para alcanzar a besarme. Colaboré acercando mis labios a los suyos y le puse la mano en un pecho. Su lengua entró en mi boca y recorrió cada rincón mientras me masajeaba la entrepierna.

Nada más entrar a su habitación me propuse llevar la iniciativa. La tiré del pelo hacia atrás y le metí la lengua en la boca al tiempo que deslizaba la mano por debajo de la falda y retiraba la braga para meterle dos dedos en el coño. Estaba empapada. Su mano agarró la mía y empezó a follarse ella misma con mis dedos hasta correrse. Cuando saqué la mano, se la llevó a la boca y me limpió sus fluidos a lengüetazos.

Me dijo que la dejara desnudarme. Al desabotonarme la camisa empezó a chupar y morderme sensualmente los pezones. Me recorría el estómago con la lengua según desabrochaba botones. Al llegar a los pantalones soltó el cinturón, se ocupó de la cremallera y me los bajó, junto con el slip. La polla miraba al cielo y se la metió directamente en la boca. Me presionó la base con una mano para estrangular el riego sanguíneo y que se me pusiera lo más dura posible mientras, con la otra mano, me estrujaba los huevos.

Intenté separarme para no correrme tan pronto y se negó. Dijo que la primera corrida la quería ya y en la boca y que teníamos mucha noche por delante para que la follara por donde quisiera. En vista de que estaba decidida a recibir la leche en la boca lo antes posible, me dejé hacer y me corrí. No paró de chupar hasta que consiguió vaciarme y no dejo escapar ni una sola gota.

Nos acabamos de desnudar y me llevó al aseo. Su habitación no tenía nada que ver con la mía. Se trataba de una suite y tenía una bañara redonda en el baño con hidromasaje. Se metió dentro y me tendió la mano para que entrara con ella.

Me besó y fue descendiendo pasándome la lengua por el cuerpo hasta quedar de rodillas. Alzó la mirada hacia mi cara y me dijo que me meara encima de ella. Me quedé paralizado. No sabía si negarme o hacerla caso porque me parecía una guarrada. Dijo que le daba morbo ser meada y que pensaba hacérmelo a mí después. No lo pensé más y además necesitaba evacuar. Apunté a los pechos y empecé a orinar. Ella se fue desplazando a los lados para que el chorro la impactara donde quería en cada momento. No quedó un solo centímetro sin mojar de cintura para arriba.

Pegó el sexo a mi muslo y sentí el líquido caliente resbalando por la pierna. Contrariamente a lo que pensaba, me produjo intimidad con aquella mujer que conocía desde hacía apenas una hora. Nos duchamos y la ayudé a aclararse el pelo con la ducha. Nos secamos uno a otro y volvimos al salón desnudos, solo con los albornoces del hotel.

Sonaron golpes en la puerta y abrió. Era la camarera de habitaciones y venia con un carrito donde llevaba la botella de whisky y el cubo lleno de hielo que había pedido. Ni siquiera se preocupó en cerrarse el albornoz. Cogió su bolso, sacó un billete de veinte euros y se lo entregó a la camarera dándole las gracias.

 Sirvió dos copas y nos sentamos en los sillones. Brindamos, dimos un sorbo y nos besamos. Se abrió el albornoz y empezó a tocarse pidiéndome que solo la observara. Abrió una cajita que había encima de la mesa, sacó un succionador y se lo aplicó en el clítoris. Me rogó que le metiera la polla en la boca y tan solo chupándome el capullo se corrió.

Nada más acabar y sin apenas recuperarse, se puso en el sillón a cuatro patas y me dijo que la follara. Para entonces tenía la polla dura de nuevo y se la metí de un solo empujón. Según se iba excitando más me oprimía la polla con los músculos del coño y más se acercaba el momento de correrme. Me dijo que me corriera con ella y volvió a ponerse el succionador en el clítoris. Cuando empezó a gritar me dejé llevar y me corrí sin sacársela.

Nos acabamos las copas y me dijo que era mejor que me marchara, le gustaba dormir sola y no era probable que me pudiera empalmar de nuevo esa noche. Vamos que me despachó descaradamente una vez que ya no la servía para nada. Me sentí un hombre objeto.


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